Un día en Ámsterdam

Al día siguiente nos levantamos temprano para aprovechar lo máximo posible el tiempo, ya que estaríamos solo un día en Ámsterdam, y nos dirigimos directamente al barrio de Jordaan, el cual fue para mi gusto el barrio más bonito de los que vimos en la ciudad.

Barrio Jordaan, Ámsterdam

Este es un barrio tranquilo y se caracteriza sobre todo por los barcos reconvertidos a viviendas que llenan las orillas de los canales. En cada puerta de barco tenían como un recibidor con plantas, sillas y todo tipo de detalles, prácticamente igual que si fuera una casa normal.

Barrio Jordaan, Ámsterdam

De allí nos pasamos a ver la plaza Dam que estaba llena de gente, tranvías, bicis… Todo muy animado.

Plaza Dam, Ámsterdam

De allí nos fuimos a ver el mercado de las flores que está ubicado en el canal Singel. Antiguamente llegaban hasta aquí los barcos cargados de plantas y flores en tiesto, pero ahora son plataformas fijas en el agua donde la mayoría de las cosas que venden son bulbos de tulipán, semillas y plantas.

Mercado de las flores de Ámsterdam

Mi primera experiencia en un Coffee Shop

Nos fuimos a comer algo y después entramos en un Coffee Shop para fumar alguno de los porros que vendían ya hechos. Yo fumo Winston, el cual es un tabaco fuerte, pero de los porros no me fiaba porque solo los he probado alguna vez de «jovenzuelo» y a saber cómo me iban a sentar ahora. Normalmente, cuando entras en un Coffee Shop, lo que te encuentras es la hierva para comprar al peso. Pero claro… para eso te los tienes que saber hacer tú y yo pues mucha idea no tenía. Entonces me enteré de que los vendían también hechos en algunos sitios y que los tenían clasificados en suaves, medios y fuertes, cada uno de ellos de un color diferente, verde, amarillo y rojo. Y de toda la vida de Dios, el verde es flojo y el rojo es fuerte ¿No?. Entonces yo le pedí al dependiente uno de los flojos y una Coca-Cola, y me dio la bebida y uno de los porros rojos, con lo cual me mosqueé un poco al ver que no me daba el verde. Pero bueno, creo que quedó claro que yo quería uno flojo así que el rojo doy por hecho que será flojo. Me senté en una silla con mi Coca-Cola y el porro y me lo encendí. «Coño… pues está bueno…», me dije. Y sí, parecía que era flojo. Me puse a mirar cosas que ver en Ámsterdam en un ordenador que tenían en el Coffe Shop y yo seguía fumando como si en vez de un porro tuviera entre los dedos un cigarrillo Winston, dando unas caladas que en cuatro minutos tenía el porro ya más quemado que otra cosa. De repente me empezó a entrar un amarillo y un calor por todo el cuerpo que ni os cuento. Eva se empezó a descojonar del careto que tenía y yo que quería beber Coca-Cola y no podía ni levantar el brazo. La vista se me empezó a nublar y me empecé a agobiar un poco (a todo esto Eva por los suelos «despollada» ya). Después de un rato conseguí levantarme y me fui al baño para mojarme la cara y despejarme un poco. Puff… que bien me sentó andar y el agua fresca en la cara. Según salí del baño le dije a Eva que nos fuéramos, que como me sentara otra vez ya sí que no me volvía a levantar. ¡Menudo amarillo me dio! En cuanto salimos ya era otra persona. Empezó a dibujarse una sonrisa tonta en mi cara y me reía por cualquier cosa (Hay un vídeo muy “gracioso” hecho por Eva que lo corrobora). Esta es una fachada que estaba al lado del coffee shop (al fondo de la foto).

Ámsterdam

Tarde tranquila en Ámsterdam

Por la tarde nos dirigimos hacia la zona de los museos, pero la verdad que no entramos a ninguno porque tras el «amarillo» que me había cogido lo que menos me apetecía era ponerme a ver cuadros de Van Gogh, así que prescindimos un poco del arte. Pero sí que nos estuvimos dando una vuelta por la zona y por todo el cacho de parque que se encuentra al lado del Rijksmuseum, el Museo Van Gogh, el Museo Stedelijk, y la sala Concertgebouw, donde también podréis encontrar el famoso cartel de “I Ámsterdam” y llevar la instantánea de recuerdo.

Ámsterdam

Desde aquí nos fuimos a Vondelpark. Este es un parque enorme el cual se encontraba muy animado con gente patinando, jugando a la pelota, haciendo malabares… tipo Retiro aquí en Madrid. La verdad que es un parque muy bonito con pequeños lagos y donde también se puede visitar el museo del cine. Nos tomamos un helado y nos echamos una siesta de media horita tranquilamente tirados en el césped.

Vondelpark, Ámsterdam

De vuelta hacia el centro pasamos por un enorme mercadillo donde se vendía de todo. Bragas, Cd´s, camisetas, flores… y pepinillos… Me encantan los pepinillos y se me hizo la boca agua cuando vi que eran como la nariz de Mortadelo de grandes. Vamos, que ya me estaba imaginando hincando el diente a uno de ellos y poniendo cara de estreñido por el vinagre. Pero cuando lo mordí me di cuenta de que ¡era un pepinillo dulce! Joder qué asco. Un mordisco y lo tiré con toda mi pena y mi boca hecha agua buscando vinagre.

Mercadillo en Ámsterdam

Seguimos andando por las calles y haciendo tiempo para poder ver el barrio Rojo de noche. Una curiosidad que pudimos ver en muchas casas de Ámsterdam es que si os fijáis todas tienen arriba en la fachada una polea. El motivo es porque cuando tenían que subir los muebles en estos edificios que son tan estrechos lo que hacían era tirar una cuerda por la polea y subir los muebles directamente por la calle. Gracias a que los edificios están en la mayoría de los casos inclinados un poco hacia adelante, esta maniobra se podía hacer fácilmente sin que los muebles golpeasen el edificio.

Ámsterdam

Antes de que se hiciera de noche nos dimos un paseo por los canales de Ámsterdam en un barco turístico. Me imagino que mi opinión sobre esta excursión sería más objetiva si en algún momento me hubiera enterado de lo que decía el audio guía. No sé cuantos idiomas había disponibles, pero el español brillaba por su ausencia. Básicamente, la excursión nos llevó por los mismos lugares que acabábamos de estar a excepción de Nemo, el edificio del museo de la ciencia con aspecto de barco. Quizá un paseo prescindible. Lo que sí creo que es altamente recomendable es cogerse una bici… pero de las que vas por el agua. Sobre todo si vais varios amigos y podéis alquilar varias tiene que estar divertido (seguro que alguno va al agua). Yo me quedé con las ganas, pero ya estaba muy cansado ese día como para ponerme a dar pedales.

Canales de Ámsterdam

Visitando el barrio Rojo de noche

Ya se estaba haciendo de noche y fuimos a cenar por el barrio Rojo y a dar el último paseo del día. El barrio Rojo no es nada peligroso. Está lleno de turistas, incluso de niños con los ojos como platos sin entender muy bien por qué estaban esas señoras detrás de esos cristales. Y no solo están detrás de los cristales, también salen a buscar a clientes y les invitan a pasar para que vean el sitio y que puedas elegir alguna chica que esté en el interior.

Barrio Rojo de Ámsterdam

Barrio Rojo de Ámsterdam

Barrio Rojo de Ámsterdam

Barrio Rojo de Ámsterdam

Esa última noche los alemanes que estaban en el camping nos deleitaron con unos cánticos increíbles y risas, y yo por hacerles una foto me llevé una cerveza gratis. El caso es que también hasta que nos dormimos esa noche pasó un buen rato. Uno de al lado se estaba tropezando todo el rato con nuestra tienda, que yo ya estaba temiendo que con la borrachera que llevaba en un tambaleo no viera la tienda y se nos cayera encima, pero bueno… más o menos a las cuatro y media de la madrugada se quedó medianamente en silencio el camping y pudimos dormir.

Etiquetado , , , , , , .Enlace para bookmark : Enlace permanente.

Acerca de Víctor del Pozo

De profesión comercial y desde el 2008 escribiendo mis viajes en este blog. Viajando de forma responsable pero con la ilusión de un niño. Puedes cotillear un poco de mi vida aquí

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *