Visitar la Toscana en un tiempo muy limitado y querer conocer todos sus encantos sería de no estar cuerdo. Tendríamos que tener un poco de locura y mal gusto para hacerlo. Quitando los tres indispensable como son Pisa, Siena y Florencia, para el resto de lugares tendremos que elegir. Incluso no me creo que un toscano conozca todos los encantos de su tierra al igual que yo no los conozco de la mía. Y es que te pones a mirar pueblos con encanto en la Toscana y no sabes dónde dejarte caer. Se hace inevitable crear una tabla de preferencias y de ahí sacar cuál lugar quieres visitar. Nosotros nos decantamos por dos pueblos en pleno corazón toscano. Volterra y San Gimignano, ambos con marcados rasgos medievales que hacen desinhibirte de tu tiempo en el momento justo que pones un pie sobre sus empedradas calles. Son dos pueblos que se conocen «de pasada», no muy grandes tirando a pequeños, pero sin duda son merecedores de parte de nuestro tiempo —sobre todo San Gimignano— para profundizar un poco más en esta región donde proliferó la civilización etrusca mucho antes de ser parte del Imperio Romano y de llamarse Toscana.
Visita rápida a Volterra
Volterra es el que menos nos gustó de los dos. Quizá porque tampoco vimos nada del otro mundo y sí a muchos turistas. Se trata de un pueblo cuyos vestigios, como he dicho antes, se remontan hasta el siglo VII a.C. cuando a esta región se la conocía como Etruria, hogar del pueblo etrusco que llegó a dominar buena parte del mediterráneo hasta que fueron absorbidos por los romanos en el siglo IV a.C. Tanto los etruscos como los romanos dejaron aquí su huella y hasta nuestros días han perdurado restos de un antiguo teatro romano y partes de la muralla que protegía a la ciudad tanto en la época etrusca como en la edad media. Pero quizás lo más interesante del pueblo sea pasear por su bonito casco antiguo lleno de iglesias y casas palacios distribuidas por cada esquina.
Pero sinceramente a nosotros no nos llamó mucho la atención Volterra, que nos pareció bonito como muchos otros pueblos… pero nada más, así que tras dar un paseo por allí y asomarnos a algunos miradores que daban al campo verde toscano pusimos rumbo hasta una de las joyas que esconde esta región. La llamada “Manhattan toscana” de nombre San Gimignano.
San Gimignano de las bellas torres
No sé si se conoce a este pueblo con este nombre desde la época medieval o es un gancho turístico moderno, pero lo que si es cierto es que el nombre de San Gimignano de las bellas torres es un nombre de lo más acertado para uno de los pueblos más pintorescos de la Toscana que se pueden ver y todo gracias a sus esbeltas torres que se divisan desde kilómetros a la redonda.
Pero no nos vayamos a engañar. San Gimignano no es nada desconocido y no voy a descubrir yo ahora un rincón inexplorado de la Toscana que seguramente cuando lo visitéis se encuentre lleno de turistas. Pero sin duda merece reseñar la “obligación” de visitarlo ya que en ningún otro pueblo de la zona podréis ver algo igual, y aunque haya tantos o más turistas que en Volterra, la marabunta de gente será eclipsada al momento por la sombra de las 14 torres que gobiernan los cielos de este pueblo.
Al igual que en Volterra, la historia de San Gimignano se remonta hasta la época etrusca donde no llegó a pasar de ser un pequeño asentamiento. Su mayor auge lo vivió siglos después durante la Edad Media cuando San Gimignano se convirtió en una importante parada de la Vía Francígena que discurría hacia Roma —una de las rutas de peregrinación más importantes junto al camino de Santiago— y fue gracias al comercio que se generó por este motivo, que importantes nobles decidieron establecerse en el interior de sus murallas. Estas familias, que no eran pocas, construyeron las 14 torres que vemos hoy y 58 torres más que no han llegado hasta nuestros días. Entre ellos rivalizaban para demostrar su riqueza y poderío construyendo la torre más alta del pueblo. Muchas de ellas, las más esbeltas que podemos ver hoy, se encuentran en la plaza del Duomo donde nosotros aprovechamos a sentarnos en su gran escalinata para degustar un riquísimo helado (en este sentido envidio a los italianos ¡Qué cantidad de sabores, que buenos y que baratos son sus helados!).
Por suerte, nosotros habíamos llegado a San Gimignano cerca del alba y la mayoría de gente que llega hasta aquí en tours organizados ya se habían ido, por lo que pudimos disfrutar perdiéndonos por sus callejas empedradas casi en solitario.
Pero a contrapunto de aquella soledad, lo peor fue que muchos de los lugares turísticos ya se encontraban cerrados, como el Duomo o el Palazzo del Podestà donde se podría subir a su torre, por lo que nos quedamos sin poder ver las vistas de esta «pequeña Manhattan» desde las alturas.
El lugar que más me gustó de este pequeño rincón toscano fue la plaza de la Cisterna situada justo al final de la Vía Giovanni, la calle principal del pueblo, que se encuentra pegada a la plaza del Duomo. Es una plaza triangular de lo más llamativa donde las construcciones que alberga se han mantenido con el mismo encanto tras el paso de los años. En el centro de esta plaza se sitúa la cisterna —de ahí el nombre de la plaza— que abastecía de agua a los habitantes de San Gimignano en la edad media. Bajo los antiguos edificios que rodean el pozo ahora se abastece de bebida a los turistas en los numerosos bares y comercios tradicionales.
Se nos estaba haciendo tarde y decidimos irnos hacia Siena para buscar donde dormir esa noche. Tras probar suerte en algunos hostales cercanos al centro histórico y ver la poca disponibilidad y los precios de alguno de ellos, salimos escopetados con el coche hacia las afueras de la ciudad hasta el camping Siena Colleverde al otro lado de las vías del tren donde nos quedamos finalmente.
Definitivamente, el alojamiento en camping en un viaje por la Toscana lo recomiendo. Es una opción nada desdeñable, mucho más barata y que puede ser igual de cómoda que un hotel… además de tener aparcamiento de coche incluido y la opción de cenar tranquilamente una sopita de sobre y unas cervezas del «super» baratitas… :P.
Pues siempre he oído muy buenas críticas de Volterra… Pero supongo que para gustos colores!
San Gimignano me recuerda con sus torres a Bolonia que también cuenta con algunas de esas torres medievales, aunque ahora no recuerdo cuántas.
No es feo Volterra… pero no tiene nada del otro mundo. Es un pueblo a visitar pero nada más… no mucho por destacar. Pero como dices, para gustos colores!
Pedazo helado que nos comimos sentados en las escaleras!!!!
Ya te digo!
Que buena pinta tiene San Gimiano! La Toscana, uno de esos lugares que siempre están en mente… 😀
Pues este último pueblo si que merece la pena. No creo que tardes en ir por allí… Así que para cualquier cosa aquí me tienes. Tarde o temprano irás…
La verdad es que os han quedado unas fotos chulisimas de San Gimignnano. Había visto algunas pero creo que no le hacían justicia. Anotadas estas ciudades para cuando caiga una escapada por allí 😉
Tu a poco que bajes con el coche te metes en la toscana… así que aprovecha que lo tienes a tiro!
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