Una de las ventajas de vivir en la comunidad de Madrid es la de poder hacer visitas en uno o dos días a lugares que comprenden gran parte del centro de la península. Una de las escapadas de un día desde Madrid puede ser la de visitar el Parque Natural de las Hoces del Duratón y al cercano pueblo de Sepúlveda.
Escapada desde Madrid a las Hoces del Duratón
El Parque Natural de las Hoces del río Duratón se encuentra al norte de Somosierra, en la provincia de Segovia, a unos 150 kilómetros del centro de Madrid en un trayecto que se recorre en poco más de hora y media por la N1, por lo que es una escapda desde Madrid perfecta incluso para un día. Este parque natural se sitúa entre Sepúlveda y el embalse de Burgomillodo y fue creado a través de la erosión del agua durante millones de años sobre la piedra caliza que predomina en la zona y mediante un proceso kárstico dando lugar a lo que vemos hoy en día, que no es más que un paisaje impresionante donde gente con vértigo tendría dificultad de presenciar.
El recorrido andando lo iniciamos tras pasar el pueblo de Villaseca donde dejamos el coche en un parking próximo a la ermita de San Frutos, una de las zonas más turísticas del parque. Desde donde se encuentra el aparcamiento sólo se ve campo sin aparentemente ninguna anomalía en el relieve y en ningún momento se deja entrever la enorme garganta del río Duratón. Mientras paseamos hasta la misma garganta podremos observar los vuelos de los buitres y águilas reales que tienen su hogar en este impresionante paraje natural.
A 500 metros podremos apreciar la naturaleza real que nos envuelve. La garganta del Duratón llega a medir hasta unos 100 metros creando en nuestro estómago un cosquilleo al acercarnos a la orilla del precipicio. Una de las cosas que más sorprende es el color verde opaco del agua que serpentea el Cañón. A la derecha podemos ver el pantano de Burgomillodo y enfrente nuestra se divisa perfectamente la ermita románica de San Frutos, patrón de Segovia, siendo esta una de las construcciones románicas más antiguas del sur de Castilla.
Esta ermita fue el lugar de retiro del Santo a finales del siglo VII y cuenta una tradición que trazó una línea en la tierra justo antes de la ermita para indicar a los musulmanes que no la podían cruzar durante la persecución a los cristiano. Éstos, sin embargo, no le hicieron caso y al intentar avanzar el suelo se hundió bajo sus pies creando lo que hoy se llama como «la cuchillada», y se los tragó. La cuchillada es una grieta que separa la tierra donde se ubica la ermita y para llegar a ella hay que atravesar un puente de piedra.
Más adelante nos encontramos con una cruz de hierro levantada en el año 1900 para recordar la gran peregrinación patrocinada por el Obispo de Segovia Quesada y un poco más adelante, justo en la entrada a la ermita a mano derecha, nos encontramos con una necrópolis con formas antropomorfas en las que se ve como al difunto lo enterraban con la cabeza orientada al oeste para que este pudiera ver siempre la salida del Sol.
Pasamos dentro de la ermita y tras pasar por su sencilla sala principal podremos acceder a la habitación donde reposan los restos del Santo. Aquí por lo visto hay una tradición que consta en pasar por debajo del altar a través de dos puertas pequeñas, que me imagino dará buena suerte a quien lo haga. Ya fuera, entre las ruinas que quedan, se puede ver un pequeño cementerio y las tumbas de los santos pegadas a él, casi lindando con el borde de la garganta. Hacia allá nos fuimos para ver las vistas que son espectaculares. Los vuelos de los buitres leonados salen de entre las rocas y recorren las paredes del barranco de una forma magistral, pudiéndolos ver desde una posición más alta, lo que te recuerda la gran altura a la que nos encontramos, y al fondo del precipicio, el agua verde es surcado por piragüistas que han optado de ver este paisaje desde otra perspectiva.
Desde aquí fuimos a ver el convento de nuestra señora de la Hoz que se encuentra en un enclave parecido al de la anterior ermita, pero este con acceso imposible desde nuestra posición. Para llegar hasta allí tuvimos que ir al pueblo de Sebulcor, al otro lado de la hoz y seguir con el coche por una pista de arena.
Con poca indicación, atravesamos el campo intuyendo la situación hasta que empezamos a ver de nuevo la garganta. Nos encontrábamos solos como en un desierto y el eco producido por el simple hecho de hablar rebotaba por todas las paredes de este relieve vertiginoso. El acceso al convento es bastante peor que al de la ermita y rápidamente vimos que no podíamos llegar más allá de lo que nos dejaban las grietas en las rocas. Desde aquí, las vistas al convento son muy bonitas por el enclave, pero realmente no queda nada de él salvo la fachada sur y pocas partes más.
De la historia de este convento se sabe poco. Fue fundado en el año 1231 y abandonado por la desamortización de Mendizabal, era el lugar de culto de la imagen de Nuestra señora de los Ángeles de la Hoz. Por esta zona se han encontrado pinturas rupestres que sitúan la ocupación humana allá por la era de la edad de Bronce.
Sepúlveda; uno de los pueblos más bonitos de España
Deshicimos el camino andando y fuimos hacia el coche para terminar el día visitando la villa de Sepúlveda. En la comarca de Villa y Tierra de Sepúlveda se encuentra este antiguo pueblo medieval que a la vez es su capital.
Este pueblo, con un entramado callejero de los que me gustan, esconde ciertas joyas como la iglesia de El salvador de estilo románico o por ejemplo el santuario de la Virgen de la Peña, el cual visitamos. La iglesia se encuentra en un extremo del pueblo casi al borde de una de las hoces, lo que la hace muy interesante al visitante. Su construcción también es de estilo románico (S. XII) con muchos detalles en el tímpano de su entrada. A su izquierda se abre un camino que baja por unas escaleras hacia la cueva de la virgen de la peña, donde pudimos ver una figura de esta virgen.
Pero lo que más me gusta de este pueblo son sus calles empedradas y poder dar un paseo a través de palacetes y casas antiguas. En su Plaza Mayor se pueden ver las ruinas del castillo de Fernán González y desde aquí nos podemos desplazar hacia el lado opuesto para encontrarnos con una escalinata presidida por una cruz que da entrada a la iglesia de San Bartalomé.
Andando por el pueblo te puedes encontrar con un montón de detalles curiosos, como antiguas normas en las que si te las saltabas te pondrían una multa de ¡2 pesetas! Los soportales, balcones, gentes y sobre todo el cordero lechal y cochinillo que preparan en sus restaurantes, bien merece una escapada a este pueblo castellano.
Muy cercano a Sepúlveda, de camino a casa, pudimos ver desde el coche el castillo de Castilnovo, al que dejo un enlace por si a alguien le apetece visitarlo.
Vaya, vaya veo que no paramos quietos BIEN!! y también que has hecho cambios aquí…me gustan!!!
FELIZ NAVIDAD A TI Y A EVA!!! Tengo ganas de conocerla y a tí de verte otra vez, a ver si no, ¿a quién voy a ponerle al día sobre mi fobia secreta? jajajajaja
Un abrazo Víctor,
Carme
Me lo apunto para un viaje rápido.
Me gusta vuestro blog.
Saludos viajeros!!!!!
Hola, estoy de acuerdo, las hoces es un paraje mágico, no os las perdais, es ideal, nunca me canso de ir.
La primera vez fui con el instituto hace un monton y desde entonces e vuelto tres veces más, y pienso volver de nuevo, no me canso nunca de admirar ese paisaje, conoceis alguna senda para ir desde el pueblo de Sepulveda andando hasta allí?
Espectacular parque natural y Sepúlveda es una cucada, y muy cerca, a menos de media hora está Pedraza. Si no lo conoces busca un hueco para pasarte por allí porque merece la pena. Y de Segovia que te voy a decir.
Muchas gracias por el artículo.
Buenas Javier! pues a Pedraza fui hace ya unos años. La verdad que hace tantos que ni me acuerdo… Nunca es tarde para repetir. A Segovia si… allí no me canso de ir, pero en general a todos los pueblos de los alrededores donde se come de vicio… (Se me está haciendo la boca agua jejeje).
Un saludo!