Hoy era nuestro último día en El Cairo y dispondríamos de toda la mañana y parte de la tarde para estar perdidos por esta increíble ciudad.
Visitando las principales mezquitas de El Cairo (II)
Mezquita de Ibn Tulun
Nos levantamos una hora más tarde de lo habitual y cogimos un taxi para ir a la mezquita de Ibn Tulun. Esta mezquita es la segunda más antigua de El Cairo tras Amr ibn al-As, pero es la única que ha conservado un poco más su forma original.
Por lo que había leído me esperaba que fuera a estar llena de gente y más ahora en ramadán, pero la sorpresa fue cuando llegamos y en la puerta no había nada más que un policía dormido y el que te cobra la entrada al recinto. Rodeada por una muralla, esta mezquita se ve gigantesca. Una vez dentro nos sorprendió la amplitud de su patio, que con la fuente de abluciones enorme que tiene parecía hasta pequeña en medio de ese solar. Esta fuente ha sido restaurada en épocas anteriores y no mantiene su aspecto original. El minarete que podemos ver es distinto a lo que habíamos visto hasta ahora. Para subir arriba tiene unas escaleras en espiral ya que trató de ser una copia parecida a la de la mezquita de Al Aokari en Samarra y es realmente bonita.
La mezquita de Ibn Tulun quedó en desuso debido al traslado del centro de la ciudad a donde está hoy en día y más adelante fue utilizada como refugio de peregrinos del Norte de África con destino a Hijaz en la península de Arabia. Desde entonces ha sido restaurada en varias ocasiones hasta nuestros días. Los arcos que rodean el patio son enormes y en el interior a la sombra, descansaban unos pocos lugareños tirados en las alfombras. Nosotros nos sentamos igualmente y disfrutamos de un momento de relax en medio de esta gran urbe.
Mezquita del Sultán Hassan
De aquí nos fuimos andando hasta la mezquita y madraza del Sultán Hassan ya que el día anterior nos aprendimos el camino. Llegamos hasta la entrada de la mezquita en la plaza Salah al Din desde donde se tienen unas vistas a la ciudadela de Saladino y a la mezquita de alabastro muy buenas. La mezquita del Sultán Hassan fue el edificio más grande en Egipto durante la edad media y cierto que puede ser porque es enorme. Se encuentra pegada a la mezquita Al Rifai, que no se queda atrás en cuanto a tamaño. Nosotros sólo visitaríamos la del Sultán Hasan, porque los precios de las entradas en El Cairo no son para bromear con todas las cosas que hay que ver… Pagamos 25lib por persona.
Como en casi todas las mezquitas tuvimos que esperar un rato para poder entrar ya que siempre teníamos la «suerte» de llegar cuando estaban con la oración, y nos quedamos un rato dando un paseo por sus jardines. Antes de entrar a este edificio fijaros en el enorme pórtico y sus adornos mocárabes de la semicúpula, sencillamente preciosos.
Luego al entrar te encuentras como en un pasaje oscuro y enorme. Para nada era como las demás mezquitas que habíamos visitado y de hecho, por su monumentalidad y forma, fue utilizada en alguna ocasión como fortaleza. Caminando por el pasillo oscuro y frío, a través de una puerta de madera se ve todo el patio iluminado por los rayos del sol y al poner los pies en el suelo de mármol no queda más que abrumarse ante semejante construcción.
En el centro del patio hay una bonita y enorme fuente de abluciones y en los laterales están los cuatro iwan. En todos ellos cuelgan lámparas desde lo alto que contienen escrituras del Corán.
El iwan más importante es el que alberga el mihrab de mármol y justo al lado, el minbar. En el centro hay una plataforma en la que se recitan las oraciones al resto de fieles. A esta hora todavía había gente rezando y nos sentamos un poco a la sombra para observar.
A los laterales del mihrab hay dos puertas y por una de ellas vimos que entraba y salía gente, así que hacia allá fuimos nosotros. La verdad que no lo sabía, pero justo detrás de este iwan, hay una sala en la que se dice que reposan los restos del sultán y esto me hace gracia… pero ¿cómo que se dice?… joder, ¡que la abran y salimos todos de dudas! Estas cosas no las entiendo…, me imagino que es lo que tiene la fe. Lo que si es cierto, es que están enterrados los hijos del sultán. La decoración del mausoleo es muy bonita y la cúpula contiene de nuevo adornos mocárabes.
De ella salimos para irnos al centro del patio desde donde se tiene una vista general de los 4 iwan. El resto de los iwan son de menor tamaño que el principal (no mucho menos), pero aun así son enormes y tienen unas puertas que dan acceso a las madrazas.
Ya fuera de las mezquitas dimos por terminada la pequeña ruta del día y el hambre llamaba a nuestros estómagos. Para terminar nuestro último día en El Cairo decidí que quería ver por última vez las pirámides (como me gustan y que pena me daba irme) y fuimos al restaurante Felfela que está al lado de las pirámides.
Las cosas de coger un taxi en El Cairo
En el trayecto en taxi hasta el restaurante tuvimos la anécdota del día. Yo había oído cosas que te pueden pasar en los taxis cairotas y nosotros tuvimos la suerte de vivir experiencias peculiares. El día que el taxista se puso a gritarnos y bajó del coche como un energúmeno diciendo que le pagábamos poco fue un momento tenso pero que quedó en anécdota. En esta ocasión pudimos ver como mientras esperábamos en un semáforo parados, desde lo lejos se acercaba un hombre corriendo y el taxista le hacía señas desde dentro pidiéndole que no se subiera. El hombre que no hizo ni caso a la petición del conductor abrió la puerta y se sentó en la parte delantera como el que entra en su propio coche. Empezaron a discutir entre ellos y pensamos que se conocían, pero que va… Simplemente era un tío que tenía que ir un poco más debajo de la avenida por la que íbamos y aprovechando que el taxi lo pagaban los turistas ya le acercábamos un poco. A cambio el hombre intentó vendernos los servicios del taxista por si queríamos hacer alguna excursión. Cuando llegamos a la altura que le venía bien, se bajó sin más y allí nos quedamos flipando con cara de tontos.
El restaurante estaba prácticamente vacío a la hora que llegamos, aunque poco a poco se fue llenando. La comida la verdad que no me parece que sea tan buena y si vuelvo al El Cairo trataré de ir a restaurantes menos «famosillos». Una vez con los estómagos llenos nos fuimos dando un paseo hasta la entrada al recinto de las pirámides por si tuviéramos suerte y pudiéramos pasar para verlo con más detenimiento.
La gran avenida que bordea a la meseta de Guiza es todo un reto cruzarla. Son como 6 o 7 carriles donde los coches, autobuses y motos pasan a toda velocidad. Decidir el momento de cruzar depende mucho de la velocidad punta que puedas alcanzar corriendo. Por suerte nosotros tuvimos un «kit kat» de tráfico y solo tuvimos que correr un poco.
Ojito con la cacho grabación al suelo… jejeje
Al llegar a la entrada del recinto de Guiza vimos que estaba cerrado y no pudimos entrar, así que decidimos que como nos quedaban 3 horitas para que nos vinieran a recoger, las pasaríamos relajados en la piscina del hotel. A las 19:30h en punto se presentó el representante de la agencia y nos llevó hasta el aeropuerto donde teníamos que coger un avión a las 22 horas que nos llevaría a Luxor. El vuelo se retrasó una media hora y aprovechamos para charlar con gente que en principio vendría con nosotros en el mismo barco del crucero. Una vez en el aeropuerto de Luxor, tuvimos que esperar a una pareja más que venía en otro vuelo y cuando estuvimos todos juntos nos llevaron en coche hasta las embarcaciones. Se bajaron unos antes y luego a algunos nos llevaron a otro barco (como borreguitos…). El guía nos comentó que por suerte nos habían tenido que alojar en un barco que correspondía a una categoría superior a la que pagamos por motivos de afluencia de gente. El barco se llamaba Florence. La verdad que yo nunca he hecho un crucero y este me parecía que estaba genial. Evidentemente no es muy grande, pero la verdad que estaba todo muy bien. Nos dieron las llaves del camarote y nos pidieron que dejáramos los pasaportes en recepción. Les dijimos que no… Que yo sin pasaporte no iba a ningún lado, pero no nos quedó otra alternativa ya que allí por lo visto se hace así. La habitación estaba muy bien, aunque el ruido del motor se escuchaba algo, pero tampoco era para tanto. Como teníamos la pensión completa nos tenían preparada cena en el buffet, así que a la 1 de la madrugada estábamos cenando 4 parejas. Aquí nuestro amigo Walit (el mismo guía que tuvimos en las pirámides) nos volvió a molestar con el tema de las excursiones y nos dijo que teníamos que reservar ya la de Abu Simbel. Con las pelotas ya hinchadas de este guía (madre mía… y acabamos de empezar), y con la comida en la boca a la 1 de la mañana le dijimos que no contara con nosotros nada más que para el pack que teníamos contratado, ya que no veía necesario el agobio que imponía con el tema de las excursiones a la 1 de la mañana, cuando solo nos quedaban por dormir 4 horas.
Terminada la cena nos fuimos cada uno a nuestro camarote para dormir apenas unas horas, ya que el día siguiente empezaríamos con la maratón de excursiones en Luxor.
Qué bonita ha quedado tu nueva imagen.
Besos.
Tachaaaaaaaaan…
Caramba, caramba, me ha gustado mucho la crónica! 😀
Nosotros nos quedamos sin ver las mezquitas que comentas, pero es que El Cairo es como para estarse una semana. Lo que he alucinado con lo del espontáneo que se os subió al taxi, menudo morro. Ya pagará el guiri que pa’ eso está!
Ah! A nosotros también nos pidieron el pasaporte en el crucero pero le dije que ya se lo llevaría y todavía espera. Eso de dejar el pasaporte en los hoteles me da muy mal rollo.
Saludos,