Este día nos levantamos pronto para ir al aeropuerto con la preocupación del estado de salud de Alex. Le vimos aparecer y nos comentó que se encontraba con malestar general pero algo mejor que esa noche pasada, lo cual pensamos que sería porque le habría sentado algo mal en la cena y el dormir poco durante la noche, por lo que pusimos rumbo al aeropuerto con destino a Pekín.
Cogimos un taxi y nos llevó al aeropuerto aproximadamente por unos 10€. Llegamos con una hora y media de antelación, facturamos y esperamos que abrieran las puertas para embarcar. En el avión nos dieron el desayuno y en poco más de dos horas estábamos aterrizando en Pekín. El hotel elegido fue el “Beijing Downtown Backpackers”, un hospedaje barato y muy bien ubicado.
Contactamos con ellos desde España para hacer las reservas y además por 150 yuanes nos recogían en el aeropuerto (aunque perfectamente puedes coger un taxi que sale más barato). Pues después de recoger las maletas, salimos y vimos a un chino con un cartel con el nombre de Marisol. Nos saludamos y fuimos hacia el parking. Este no es un servicio de taxi que contrate el hotel, sino que la persona que nos vino a recoger es la que está en la recepción, junto con “Apple”, que es la otra recepcionista del albergue.
El hotel se encuentra dentro de un hutong al norte de la ciudad prohibida, en una calle muy animada, llena de tiendas, bares y restaurantes. El hospedaje por fuera tiene buena pinta y por dentro no decepciona tampoco. Es sencillo, tipo albergue, con habitaciones dobles, triples o más y con baños dentro. También tienen acceso a Internet. Las paredes estaban llenas de firmas y fotos, así que ya sabíamos que no nos íbamos a ir de allí sin firmar. El papel higiénico hay que comprarlo (muy barato en el propio hotel) y las toallas las tienes que llevar tú, pero es que por 10€ persona… no puedes pedir mucho… Para los que se desvelen del sueño rápido con la claridad hay un problema, y es que hay muchas habitaciones que no tienen ventanas que podáis cerrar, sino que son huecos en el techo para que entre luz y a las seis de la mañana tienes la habitación totalmente iluminada, pero afortunadamente, ese no fue nuestro problema.
Paseando por los hutong de Pekín
Nos instalamos en nuestra habitación y Alex nos dijo que se encontraba peor. Le propusimos llamar a un médico pero de momento decidió quedarse esa mañana en la cama y descansar algo más ya que tenía algunas décimas de fiebre. Marisol se quedó con él y nosotros aprovechamos y fuimos a dar una primera vuelta por los alrededores del hutong y a sacar algo de dinero.
La fotografía bajo estas líneas es de la calle donde estaba el alojamiento, que como podéis ver se trata de una zona muy animada…
Llegamos al hotel de nuevo y vimos cómo andaba Alex. Nos comentó que seguía con malestar y prefería quedarse en la cama. Marisol se vino con nosotros a dar una vuelta por los alrededores. Cogimos la calle en dirección norte hacia las torres del tambor y de la campana. Estas torres están situados una en frente de la otra. La torre del tambor se encontraba cerrada por obras y la de la campana también pero por que justo era la hora de cerrar, así que simplemente paseamos por la zona.
Las torres se encuentran a la entrada de un hutong típico de Beijing y como no teníamos pensado ir a ver nada, ya que Alex no estaba, nos adentramos por su interior. Paseando por allí te das cuenta de la vida diaria que tiene esta gente, con puestos callejeros, viviendas algunas en estado ruinoso, niños jugando con cualquier cosa o en parques dedicados a hacer ejercicio para gente mayor y vecinos haciendo su trabajo en la calle, como cortar el pelo a quien se lo pida.
Paseo nocturno por la plaza de Tiananmen
Estuvimos andando un buen rato y decidimos ir a ver como se encontraba Alex. Cuando le vimos nos comentó que se encontraba un poco mejor y que se animaba a salir un rato a la calle. Ya con el día casi finiquitado y el estado cansado que tenía Alex (tenía un poco de fiebre), fuimos a dar un paseo tranquilamente por la plaza de Tiananmen. Cogimos un Taxi y cuando llegamos a la plaza todavía era de día para darnos cuenta de lo inmensa que es, aunque sí que es cierto que me la imaginaba más grande aún por tanto que había oído hablar de ella como la más grande del mundo, pero lo que pasa es que en medio de la plaza se encuentra el mausoleo de Mao Zedong partiendo la plaza en dos y no te haces a la idea de las dimensiones reales de la misma.
Lo que recuerdo de esta plaza son las protestas de 1989, que unque yo era muy joven, la imagen del rebelde desconocido frente al tanque con dos bolsas en las manos y haciendo gestos para que se marcharan las recuerdo perfectametne. El hombre tanque, como se le bautizó, es considerado una de las personas más relevantes del siglo XX…. realmente estábamos en un sitio histórico…. y se notaba.
La plaza está vallada por todos los lados y vigilada por todos los rincones, y para pasar a ella hay que cruzar un control policial donde te escanean hasta las mochilas.
Al norte de la plaza nos encontramos la Ciudad Prohibida con la puerta principal y el archiconocido retrato de Mao. A los lados tenemos el Gran Salón del pueblo y el Museo Nacional de China. En el medio está el obelisco levantado a los héroes del pueblo y más al sur el mausoleo de Mao. Y para terminar la plaza, detrás del mausoleo, podemos ver la puerta Zhengyangmen.
Justo en frente de la puerta de la Paz Celestial hay guardias haciendo cambios de turno con una rigidez extrema y vigilando de una manera exhaustiva cualquier movimiento, girando la cabeza de lado a lado sin parar.
Finalmente cogimos otro taxi en la misma plaza y nos fuimos al hotel a descansar. Alex se acostó antes y nosotros nos quedamos por los alrededores para cenar algo. Justo al lado del hotel hay un bar pequeño con barra al exterior en el cual ponían perritos calientes, así que decidimos tomarnos alguno. Este local lo lleva un americano y la verdad es que prepara unos perritos calientes de muerte (cayeron dos). Para terminar la noche nos tomamos una cervecita en un bar que también estaba al lado del hotel, con nombre español “Salud”, donde te pueden hacer algo de comida española y si tienes suerte puedes coincidir con alguna fiesta en honor a nuestro país, como la feria de abril, que la tenían anunciada en varios carteles y que comenzaba justo cuando nos íbamos nosotros de la ciudad. Después de nuestra cerveza y hablando un poco de cómo se encontraba Alex, nos recogimos a descansar ya que al día siguiente teníamos previsto hacer una de las más importantes visitas de Pekín; La Ciudad Prohibida.