«¡¡Vámonos a ver una granja de cochinos para elegir uno y comérnoslo en Segovia!!» Esta fue la excusa, un poco tonta, pero excusa al fin y al cabo, que le dije a Eva cuando estábamos todavía a las afueras de la ciudad de Segovia. Hasta ese momento no se imaginaba que iba a montar en globo en Segovia, sólo sabía que le tenía preparada una sorpresa para su cumpleaños y que nos estábamos desplazando a algún sitio.
Corrían las siete de la mañana en un día de invierno del 2007, los dos metidos en el coche, aún por amanecer en Segovia y rozando los cero grados en el termómetro del coche. Al escuchar esa frase Eva empezó a ponerme caras… “¿Lo estás diciendo enserio?” “¿Pues yo no voy a elegir un animal para comérmelo?”. Unas cuantas frases de estas y empezó a sospechar que le estaba tomando el pelo. “Venga… en serio… a que me has traído aquí”. ¡¡Vamos a montar en globo en Segovia!! La cara de sorpresa, de no saber qué decir, de ver los ojos soñolientos como se iban abriendo hasta convertirse en dos platos… me dije para mí, “¡¡Acerté!!”. Desde que la conozco siempre me había dicho que esta era una ilusión que tenía de pequeña y ya iba siendo hora que se hiciera realidad.
Buscando varios sitios por Internet para montar en globo di con la compañía Cirros. El director de esta empresa es un conocido aventurero español que ostenta varios record de saltos en paracaídas, vuelos en parapente e incluso fue miembro de la primera tripulación que atravesó los Andes en globo: Laureano Casado. Además ha participado en programas de “al filo de lo imposible” y con su currículum, tanto en titulaciones como en competiciones varias, me animaron a elegirle para realizar esta actividad. Otro punto a favor era el lugar en el que lo haríamos. Miré en más sitios pero simplemente volabas un poco por el campo y solo verías árboles y ríos. En esta ocasión, podríamos ver Segovia desde una perspectiva diferente y original… sobre una cesta de mimbre.
Nuestra experiencia de volar en globo por Segovia
Nos dirigimos hacia el punto de quedada, en una explanada junto al hospital. Allí Eva se lo acabó de creer cuando vio a más gente reunida y una especie de bolsa gigante tirada aún en el suelo empezándose a hinchar. Después de las presentaciones oportunas, observamos la maniobra que efectúan para levantar el globo. Poco a poco el nerviosismo se apoderaba de nosotros y ya estábamos deseando que esa bola de tela gigante se levantase de una vez.
Enganchado al suelo y a algunos coches todo terreno, el globo se mantenía más o menos estable para que nos fuéramos subiendo todos a él. La verdad que no sabía que pudiera caber tanta gente metida en el globo, unas 10 personas más Laureano, pero mientras no se cayera me valía. Una vez todos colocados, el fuego empezó a calentar el interior del globo y comenzamos a ascender. Como quien no quiere la cosa, los coches, la gente y Segovia se iban quedando pequeños bajo nuestros pies. Comenzábamos a volar en globo en Segovia.
El plan de vuelo iba a ser improvisado dependiendo de las corrientes de aire que tuviéramos. Si corría el aire podríamos desplazarnos más, pero si no era así, la opción sería la de subir lo más alto posible. En nuestro caso fue la segunda. Era tan pronto que el Sol todavía no había hecho acto de presencia y las luces de las farolas seguían alumbrando las calles de Segovia. La catedral gótica resaltaba sobre todas la edificaciones y el acueducto a esta altura parecía un mero suvenir.
Subimos, subimos y subimos hasta que llegamos a los 1000 metros de altura. Desde aquí podíamos apreciar el amanecer de Segovia de una forma peculiar. Viendo el Sol aparecer de entre las montañas y regando con su luz los campos del lado contrario. Poco a poco la luz se fue aproximando a la urbe mientras que nuestro globo dibujaba su sombra unos cientos de metros más abajo.
La antigua iglesia de La Vera Cruz se veía solitaria a las afueras de la ciudad ¡¡Allí arriba no se escuchaba nada!! El silencio era puro y duro. Ninguno de nosotros hablaba y sólo observábamos la sierra, la catedral, el alcázar y las siluetas de los otros globos que también sobrevolaban Segovia a esas horas. Vértigo no teníamos, gracias a dios, pero el mirar hacia abajo y ver la cesta de mimbre suspendida a esa altura hacía que nuestro estomago se contrajera y me preguntara… ¿Qué demonios hacíamos allí? Pero la verdad es que es maravilloso… ¡¡Que paz!!
Poco a poco fuimos descendiendo y Segovia retomaba su tamaño original. Por el campo corrían cientos de conejos mientras nuestro globo emprendía una carrera con su propia sombra hacia algún punto aleatorio del sembrado. El alcázar desde esa posición parecía un castillo de princesas y la catedral una simple silueta dibujada en el cielo.
Justo antes de aterrizar Laureano nos explicó lo que teníamos que hacer cuando el globo chocase contra la tierra y todos pusimos cara de circunstancia. Los árboles estaban cerca y la velocidad a la que nos desplazábamos se empezó a sentir según nos aproximamos al suelo. Todos nos juntamos a un lado de la cesta esperando a que golpease contra la tierra y justo en ese momento, como un equipo de remo, todos juntos hicimos un contrapeso para que no se volcara y nos peguemos de morros.
Tras tres o cuatro saltos consecutivos la cesta empezó a resbalar por el suelo hasta que se detuvo. Con aplausos y gritos celebramos este aterrizaje y posamos todos juntos para una instantánea de recuerdo. Ahora tocaba el trabajo sucio de recoger esta enorme tela con altura de un edificio de ocho plantas. Cuando lo ves hinchado no apostarías nada a que toda esta tela entrara en esa pequeña bolsa de un metro cuadrado… pero entró.
Era el momento del tradicional brindis aeronáutico con cava y de hablar un rato sobre la experiencia. El todo terreno nos llevó de nuevo al punto de partida y nosotros aprovechamos para andar un poco por Segovia.
Un paseo por Segovia
Todavía muy temprano, aún sin desayunar pero con una copa de cava en el estómago, nos paramos en un bar cercano a tomarnos un tentempié. Segovia ya lo conocíamos de visitas anteriores y tampoco nos centraríamos en ver lo ya conocido porque solo tendríamos un par de horas para estar por allí, pero un paseo por el acueducto siempre es de obligada acción. Perteneciente al listado del patrimonio de la humanidad junto al casco histórico (1985), esta increíble obra hidráulica se erige imponente en la plaza del Azoguejo.
Aproximadamente desde el siglo I lleva construido este enorme canal, habilitado en su época para traer el agua desde la sierra a la ciudad. Desde aquí se puede observar la increíble estructura levantada con piedras sin ningún tipo de producto sellante y que verdaderamente impresiona lo bien conservado que está todavía. Solamente una vez sufrió daños en su estructura, provocados por el rey de Taifa en su ataque a Segovia en el año 1072 deteriorando 36 arcos y restaurados posteriormente por Fray Juan de Escobedo en el siglo XV dándoles un aspecto de estilo gótico. Estos arcos se pueden ver en la parte mas baja del acueducto. 166 arcos y una altura aproximada de 30 metros se han convertido en el emblema de esta bonita ciudad.
Pero no solo del acueducto vive Segovia y su buena práctica culinaria atrae a muchos turistas vecinos y lejanos a degustar su famoso cochinillo y cordero lechal. Uno de sus restaurantes estrella, el mesón de Cándido, se encuentra emplazado justo al lado del acueducto.
Nos pusimos a andar por la calle Juan Bravo y bordeamos la catedral llegando al barrio judío y su bonita plaza del socorro con estilo medieval. Aquí se encuentra la puerta de San Andrés que en épocas de antaño cerraba el paso a la ciudad. Hoy en día alberga una exposición gratuita sobre la muralla y desde lo alto de ella se pueden tener unas bonitas vistas de los tejados de Segovia.
El tiempo apremiaba y no me quería ir de Segovia sin conocer la misteriosa iglesia de La Vera Cruz. Cogimos el coche y nos fuimos hacia las afueras con vistas al alcázar y dejé el coche en las inmediaciones de La Vera Cruz. Se desconoce el origen real de esta iglesia, donde las leyendas cuentan que perteneció a los templarios, pero la falta de pruebas verídicas lo contradice hasta hoy en día y se piensa que fue fundada por los caballeros de la Orden del Santo Sepulcro que también construían con planta octogonal.
La cuestión es que me atraía ver la iglesia por dentro pero me di con un canto en los dientes cuando vi que la puerta estaba cerrada. Como siempre digo en estos casos… “es una buena excusa para volver a visitar Segovia”, así que sin tiempo para más, nos fuimos de vuelta a Madrid, pero seguro que volveremos pronto aunque sea para comernos un buen lechal.
Vaya forma más original de ver una ciudad. Eres un crak.
¡Ja,ja! Me dices a mí que me llevas a elegir a un “babe” para comérnoslos y me tiro del coche en marcha!!! 😛
Impresionantes las fotos y vistas!
Saludos,
HOLA:
Pues este tipo de viaje No lo había contemplado Yo , sucede que con niños no sé si les da miedo , pero me apetecería probar. Algo que tenemos en mente mi marido y Yo es hacer el camino de Santiago (ciudad a la que amo profundamente por mis orígenes Gallegos), pero esto será cuando los niños sean grandes y podamos hacerlo solos.
Me da la impresión por tus viajes que has realizado más por el Continente asiático que por América , y tengo que decirte que te pierdes algo hermoso , ¡¡ Yo soy DE CUBA ¡¡ y he viajado mucho y todo lo que me falta , pero por América puedes ver , como aún hoy en día se ve el paso de los Españoles por aquellas tierras , para bien desde luego.
Ahora en Octubre nos vamos a Guadalajara,Estado de Jalisco, México.
Cuando quieras información de algún sitio que Yo pueda darte , con gusto te la daré y si vienes por Santander , también.
Saludos
Pues si, la abuela viajera tamibien ha montado en globo, ha sido este año en los increibles paisajes de Capadocia, es alucinante parece que está pasando una pelicula delante tuya y no sientes nada de vertigo ni de miedo.
En casa globo ibamos 24 personas y el piloto, y es una maravilla ver el amanecer con 50 globos de colores surcando el cielo.
No os perdais esta experiencia cuando viajeis a Turquia, mi único problema acordarme de masiado de los que se habían quedado en Córdoba (hija, yerno y nietas), algún día lo superaré pero es que me encantaría compartir todas las experiencias con ellos.
Besos
Nada increible, ponen una camioneta con un armazón y la cesta entra directa en ella, con una suavidad espantosa, para mi lo malo fue el entrar en la cesta y sobre todo el salir, pero tenía a dos hermosos turcos, no para vivir una pasión, pero si para cogerme en volandas y ponerme en el suelo en medio de unos campos sembrados.
Hola!
Impresionantes las fotos. Yo volé en globo hace unos meses y fue INCREÍBLE. Pensaba que me iba a dar un poco de vértigo pero que va, es una sensación de paz total, de estar flotando por el aire… Una experiencia 100% recomendable.
Fui con Paseos en globo (paseosenglobo.com) y salimos desde Villanueva de la Cañada. No pudimos comer cochinillo a la vuelta pero nos pillaba más cerca 🙂
Un saludo!