Después de salir de Ston nos dirigimos hacia Orebic que es desde donde sale el ferry que nos llevará hasta la isla de Korcula (pronunciada Korchula). El precio por persona fueron unas 13 kunas y para pasar el coche 64 kunas más. Dio la casualidad que justo se acababa de ir un ferry y como teníamos tiempo hasta que saliera el siguiente nos fuimos a comer a un chiringuito que estaba al lado de donde dejamos el coche y nos comimos una pedazo de hamburguesa para morirse. No era la típica hamburguesa, si no que tenía un pan distinto (parecido a los del kebab) y dos pedazos de carnes buenísima, toda llena de salsas y acompañada de patatas… (me relamo de pensarlo simplemente). Pasó una media hora y nos metimos en el coche para embarcar. Lo dejamos aparcado dentro del barco y nos fuimos a disfrutar del pequeño recorrido por el mar.
El ferry te deja a unos 2 o 3 km del pueblo de Korcula. Con el coche llegamos en un momento y nos pusimos a buscar alguna sobe para pasar la noche, y después de mirar en tres, nos decantamos por una que tenía aparcamiento y aire acondicionado por 30€ la noche. Descargamos las maletas y decidimos que lo único que nos apetecía en ese momento era darnos un baño en la playa. Nos pusimos los bañadores y bajamos andando hasta una playa que está cerca del puerto y nos tiramos prácticamente hasta que anocheció (que bien nos sentó, por cierto). Fuimos otra vez a la habitación a ducharnos (también baño privado, pero fuera de la habitación) y yo me puse a ver un partido en el que jugaba el Deportivo de la Coruña contra el equipo de la ciudad de Split de Croacia. Os podéis imaginar cuando metió gol del Depor. Por la terraza gritando goool!! ejejejeje… Yo creo que los de abajo se acordaron de algún familiar mío… Cenamos en la terraza con nuestro camping-gaz y cuando terminamos nos fuimos a ver Korcula por la noche.
Visitando Korcula, la isla de Marco Polo
Nada más llegar, y antes de pasar por su puerta custodiada por una gran torre, ya sabía que Korcula me iba a gustar… Tenía un ambiente especial.
Justo antes de la entrada había un mercadillo con todo tipo de recuerdos. Cuando terminamos de verlo nos fuimos hacia las escaleras que nos dirigía a la entrada de la torre que se encontraba iluminada tenuemente y que daba una atmósfera especial al lugar.
Lo curioso de este pueblo está en la disposición de sus calles. Es imposible perderte (además de que el pueblo es muy pequeño) porque las calles simulan la espina de un pez con el fin de permitir la libre circulación del aire y proteger el pueblo de los vientos fuertes, por eso cuando no sabes muy bien donde estás, tiras a la izquierda o derecha y sales, o bien al mar o la calle que cruza el pueblo.
Nos recorrimos todo el pueblo dando un paseo tranquilamente y descubriendo sus rincones. Sin duda alguna, este ha sido uno de los pueblos más bonitos de Croacia que hemos visto, entre otras cosas porque nuestra primera visión fue por la noche y no había prácticamente nadie por las calles. Hicimos algunas fotos y nos fuimos hacia la habitación para descansar y poder levantarnos pronto para verlo de día.
Al día siguiente nos levantamos y nos fuimos a verlo tranquilamente, aunque ya sabíamos que no nos iba a llevar mucho tiempo, dado que Korcula es muy pequeño. Empezamos a callejear con dirección a la que supuestamente fue la casa de Marco Polo, que era visita obligada para cualquier viajero y uno de los motivos principales de visitar esta isla.
No recuerdo cuanto era la entrada, más o menos unos 2 €, y esto es solo para subir a la torre de su casa porque lo demás está totalmente derruido. Pero ya era únicamente por decir que estuve allí, en la casa de Marco Polo y poder ver las vistas desde la torre.
Prácticamente ocupando todo el interior de la torre hay una escalera de madera que ni las puertas peor engrasadas sonaban tanto, que junto a la estrechez y la poca ventilación, casi nos morimos de calor. Dentro de la torre se pueden ver algunos mapas con los viajes que hizo Marco Polo y alguna historia escrita, aunque como nos pudimos dar cuenta en este viaje, en Croacia no ponen nada en español. Después de darme un coscorrón con un muro en la cabeza, llegamos arriba y pudimos ver parte del pueblo y la bahía de Korcula.
Una vez terminamos de visitar la casa de Marco Polo nos fuimos a ver la catedral de San Marcos, pero justo al lado hay una capilla pequeña (La iglesia Sveti Petar), que bien merece que se entre en ella por la sencillez y a la vez (a mi gusto) bonita que era. En el interior es tan sencillo que solamente hay trece estatuas barrocas hechas en madera de los apóstoles y evangelistas dispuestas alrededor de la capilla. Muchas veces en la sencillez está el encanto.
Esta iglesia me gustó mucho y justo al lado, como dije, está la catedral de San Marcos. En la entrada principal, además de unos leones, podemos ver las figuras de Eva y Adán que vimos igualmente por muchas catedrales de Croacia. En el interior podremos ver como destacado dos cuadros de Tintoreto.
Continuamos callejeando entre sus calles estrechas hacia la periferia, hacia dentro, hacia fuera, y porque no estaban las alcantarillas abiertas que si no nos metemos. El caso es que el pueblo nos gustó mucho, pero es muy pequeño y con una mañana lo tienes más que visto. En nuestro afán de seguir viendo cosas nos metimos en un edificio que estaba abierto justo en la entrada del pueblo. Cuando empezamos a subir las escaleras, Eva se quedó extrañada por los carteles que veía y me comentó sobre un cartel donde te explicaban como hacer los primeros auxilios. Seguimos subiendo y vimos otro cartel de prevenir yo que sé qué enfermedad «!La madre que nos trajo! ¡Nos hemos metido en un centro de salud!» Nos empezamos a descojonar y tuvimos que bajar echando leches del ataque de risa que nos entró.
Serían las doce de la mañana y ya teníamos repateado el pueblo, así que decidimos que como era muy pronto, incluiríamos en la ruta uno de los sitios comodín que estaban en el tintero dependiendo del tiempo que tuviéramos. Recogimos todo y nos pusimos en marcha con destino a Mostar en Bosnia-Herzegovina.
Volvimos a coger el ferry hacia Orebic y pude hacer una foto de despedida a este pueblo que se adentra en el mar como intentando separarse del resto de la isla y que a nosotros particularmente nos encantó.
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