Relax y contemplación en Koyasan

Tras nuestro paso por Miyajima y el disfrute de un lugar tan místico como aquella isla, nos esperaba tras un viaje en tren, funicular y autobús otro de los lugares más sagrados de Japón. El pequeño pueblo de Koyasan en la región de Wakayama, a unos ochenta kilómetros al sur de Osaka. Allí, hace mil doscientos años, un monje de nombre Kūkai estableció el centro político y religioso del budismo Shingon, una rama tántrica del budismo con más de 10 millones de adeptos que tienen como lugar principal de peregrinación aquella misma ciudad a la que nos dirigíamos. En Koyasan se ubica también el cementerio Okunoin, el mayor de todo Japón y en cuyo templo principal se encuentran los restos fúnebres de Kūkai, llamado tras su muerte Kōbō-Daishi. Además, nos íbamos a hospedar en un templo budista donde tendríamos la oportunidad de pasar una noche y acudir por la mañana a escuchar los mantras matutinos de los monjes. Con estos ingredientes daba por hecho que íbamos a pasar un día de lo más curioso y espiritual en Koyasan. De eso estaba seguro.

Koyasan

Cómo llegar a Koyasan desde Osaka

Realmente no teníamos muy claro cómo ir a Koyasan, pero con ver un poquito de información por Internet supimos que teníamos que dirigirnos hasta la estación de Namba o Shin-Imamiya y una vez allí preguntar para llegar hasta Koyasan. Si disponéis de la JR Pass debéis saber que existe un trayecto más largo por el que podréis aprovechar parte del billete, aunque para llegar hasta Koyasan, sí o sí, tendréis que pagar otros trenes ya que no están incluidos en la JR algunos trayectos hasta Koyasan. Como el recorrido de la JR no nos convencía —ya que hay que hacer un trasbordo más y el recorrido es más largo— optamos por pagar todo desde Osaka —e ir más directo—, y a sabiendas que existía una oferta de ida y vuelta que nos comentó Flapy, preguntamos por ella en las taquillas y fue finalmente la opción que escogimos.

Se trata de un pase en el que se incluye todo el trayecto desde Osaka hasta Koyasan y es válido para dos días consecutivos (Koyasan World Heritage Ticket). Además incluye una serie de cupones con el que podréis tener algún descuento en la entrada de algunos monasterios de Koyasán y el uso de los autobuses locales.

Para llegar hasta el mismo pueblo hay que hacer el siguiente trayecto —que es realmente sencillo—. Podéis empezar desde la estación de trenes de Namba (no metro) o como hicimos nosotros, desde la estación de Shin-Imamiya —según os venga mejor—. Allí tendréis que comprar el Koyasan World Heritage Ticket y ya de paso preguntar por la línea que va a Koyasán (Koya line, aunque aquí tenéis información de Wikipedia de la línea en concreto). Ellos os indicarán donde se cogen los trenes si es que no lo habéis visto ya. Con ese tren llegaréis hasta la última parada que es Gokurakubashi. También es posible que en vez de llegar hasta esa parada lleguéis sólo hasta Hashimoto. Eso quiere decir que habéis cogido otro tren que no llega hasta Gokurakubashi, pero no hay mayor problema porque te bajas y coges el siguiente que venga que no tardará mucho. A nosotros no nos pasó eso, pero sí que había estado leyendo que posiblemente en Hashimoto tuviéramos que cambiar de tren y por eso aviso… para no ser traidor.

Como llegar de Osaka a Koyasan

Cuando lleguéis a Gokurakubashi ya tendréis todo hecho. Allí ya es imposible perderse. La estación es muy pequeña y los operarios te van indicando por donde salir (no tiene pérdida) hacia el funicular que tendréis que coger para subir la montaña.

Funicular a Koyasan

En 5 minutos ya estaréis arriba. Tendréis que salir de la estación del funicular y os encontraréis con una parada de autobuses. Allí veréis dos líneas de autobuses que van al centro de Koyasan. Dependiendo de donde esté vuestro alojamiento tendréis que coger una u otra, ya que el pueblo sólo tiene una calle principal por donde van los autobuses y desde el centro de Koyasan giran a la izquierda o a la derecha. Nosotros no habíamos mirado cuál coger y no nos dio tiempo a averiguarlo porque estaba a punto de salir un autobús y nos subimos a él sin más. Pero nos daba igual. Nuestro alojamiento no estaba excesivamente lejos del centro y así aprovechamos para ir andando e ir tanteando el pueblo.

Alojamiento en un templo budista

Una de las curiosidades que se puede hacer a la hora de visitar Koyasan es sin duda poder tener la experiencia de alojarse en un templo budista. Era sin duda una de las cosas que más me llamaba la atención y aunque resulte más caro que alojarse en un hotel o albergue, sin duda su precio está más que justificado. Hay numerosos templos donde poder hacerlo. Nosotros por precio y disponibilidad acabamos eligiendo el templo Yochi-in para pasar una noche al precio de 86€ (Puedes leer aquí más sobre este u otro alojamiento donde estuvimos en Japón).

Templo Yochi-in en Koyasan

Como lo llevaba señalado en el GPS del móvil no fue difícil localizarlo y tras pasar la puerta del templo y quitarnos las zapatillas para entrar al interior nos recibió un monje totalmente uniformado. Aquí no hay turistada que valga. El hombre era un monje de verdad y lo único que hizo fue darnos la bienvenida, enseñarnos los baños que estaban abajo y subió con nosotros hasta la sala donde íbamos a dormir.

Habitaciones en templo Yochi-in de Koyasan

La habitación era típica japonesa con el suelo recubierto de un acogedor tatami y las paredes del tipo Shōji que separaban unas habitaciones de otras. Evidentemente, aquí no hay nada más. No podíamos esperar una señal Wi-Fi ni nada por el estilo, aunque televisión sí que había, pero realmente no sé qué pintaba en un lugar así…

Habitaciones en templo Yochi-in de Koyasan

Al rato de dejar las cosas en la habitación llegó otro monje a servirnos un té. Es tradicional en Japón dar la bienvenida de esta manera y la verdad que lo agradecimos. Nos dejó unos mapas de la zona y se marchó. Ya no volvimos a ver a nadie más por el templo en todo el día salvo a una pareja de turistas que también estaban alojados ese día allí.

Tradicional bienvenida con té en Japón

Entre que el pueblo en sí no es muy bullicioso, la ubicación montañosa donde estábamos y el silencio sobrecogedor del templo, el día se terciaba, como he dicho al principio, de lo más relajado y curioso.

Cementerio de Okunoin

En Koyasan me sorprendió la tranquilidad que había en general en todas partes. En las calles, los templos, las tiendas… Quizá porque era un miércoles del mes de mayo y no era temporada alta. Daba hasta cosa hablar en voz alta por la calle cuando te cruzabas con alguien o con un grupo de monjes. Los coches y los autobuses parecían ser los únicos autorizados a hacer un ruido más alto de lo normal, y por supuesto, los monjes al andar con sus característico calzado de madera, los tradicionales «geta».

Monjes en Koyasan

Lo que sí vimos fue a bastantes peregrinos con bastón en mano dirigiéndose hasta el lugar más sagrado de todo Koyasan. El mausoleo del monje Kūkai situado al fondo del cementerio de Okunoin, y justo hasta allí nos dirigimos nosotros.

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Este cementerio es considerado el más extenso de todo Japón y además uno de los lugares más sagrados del país. Pero en realidad el cementerio en sí no es el lugar sagrado, sino que lo es el solemne sepulcro de Kōbō-Daishi (llamado así el monje Kūkai tras su muerte) del cual se extiende a partir de él esta enorme necrópolis promovida por los deseos de miles de personas de querer permanecer eternamente junto al Maestro y fundador de la escuela Shingon. De esta manera se han colocado aquí más de doscientas mil estupas de índole diversa pertenecientes casi todas a familias, empresas y personalidades pudientes que son los que se lo pueden permitir.

Cementerio de Okunoin, KoyasanCementerio de Okunoin, Koyasan

El mausoleo se encuentra al final del cementerio tras dos kilómetros de senda adoquinada que recorrimos prácticamente en total soledad. Todo cementerio tiene su punto de misterio, eso está claro, pero este de Okunoin en aquél momento me pareció el más misterioso del mundo. Creo que esa sensación fue por el engullimiento de los árboles y tumbas a nuestro paso oscureciendo el entorno y agudizando nuestros oídos ante un silencio, nunca mejor dicho, sepulcral.

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Sólo algunas pequeñas estatuas Jizo situadas a lo largo del camino daban un poco de viveza al lugar con su indumentaria particular, algunas con baberos y otras protegidas con gorros de colores.

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Cada camino que se bifurcaba del principal yo trataba de seguirlo conduciéndome hasta pequeños recovecos situados en la ladera de la montaña donde se agrupaban muchas más tumbas. Algunos de estos lugares estaban protegidos por una puerta torii y otros simplemente por una valla de madera. También había otras tumbas que simplemente quedaban solitarias en el camino.

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Poco a poco y según nos acercábamos al final del cementerio comenzamos a ver a más gente. Todos coincidíamos en el mismo lugar, junto a las escaleras que daban acceso al mausoleo de Kōbō-Daishi, lugar de veneración y máximo respeto donde no se puede comer, beber y por supuesto hacer fotos.

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Tras pasar un rato en el lugar y dar de comer a la niña salimos del cementerio por la puerta principal completando así una vuelta entera al recinto. Por mi cabeza se instauró la idea de visitar el cementerio por la noche, aunque Eva y la niña no estaban por la labor.

Cementerio de Okunoin, Koyasan

Volvimos al centro del pueblo y buscamos un sitio para comer. Como he dicho al principio, me sorprendió la poca gente que había en todas partes, por lo que acabamos comiendo solos «algo» en un restaurante que encontramos abierto. Lo de «algo» lo entrecomillo porque la carta sólo estaba en japonés y sé que había unos noodles en el cuenco, pero el resto de cosas que flotaban no tenía ni idea de lo que eran. Algo de carne, huevo y algas… me imagino. Pero comimos bien. Ya habíamos retomado fuerzas aunque no teníamos ninguna intención de gastarlas de nuevo, además que el día se estaba estropeando y se iba a poner a llover de un momento a otro.

Relajación y meditación en Koyasan

Una de las zonas más famosas de Koyasan, aparte del cementerio, es el Danjo Garan, el lugar donde Kūkai instauró el budismo Shingon en el año 816. Es un área muy extensa que se encuentra justo en el centro del pueblo y que contiene en su interior la gran puerta Daimon (que nos la encontramos en reformas y completamente tapada), numerosos templos, pabellones y la inconfundible pagoda Konpon Daito, todo creado para la enseñanza de dicha doctrina.

Pagoda Konpon Daito en Danjo Garan, Koyasan

Pagoda Konpon Daito en Danjo Garan, Koyasan

Nosotros poco pudimos ver del interior de estos pabellones ya que esa tarde estaban todos cerrados, pero el pasear por aquella zona totalmente solos y escuchar el repique de la campana budista llamando al rezo a los monjes nos resultó de lo más impresionante del día.

Es curioso como sin ver nada, simplemente paseando por un lugar cargado de misticismo, se convierte en uno de esos momentos que sabes que recordarás toda la vida. Es la magia del viajar. De encontrarte y conocer lugares tan distintos al tuyo y por supuesto, de saberlos saborear.

Danjo Garan en Koyasan

El día era un tanto raro. Estaba empezando a llover y no había nada de ambiente por la calle. Tras dos días de trajín de trenes y desplazamiento decidimos irnos a nuestro templo a relajarnos y disfrutar de un baño típico japonés antes de que lo cerraran a las nueve de la noche. Fue la culminación del relax más absoluto. Descalzos, andando por los pasillos del templo en total silencio y oscuridad, las gotas de lluvia que se oían en los tejados, un cuarto vaporoso y el sonido efervescente del baño. Una cena tranquila en la habitación y a descansar en nuestro futones.

Baño japonés

Mi intención de visitar el cementerio a esas horas se chafó por la copiosa lluvia que caía en esos momentos sobre Koyasan, pero no me vino mal acostarme pronto ya que al día siguiente me levantaría a las cinco y media de la mañana para asistir a los mantras diarios.

Templo budista

Aproximadamente sobre las seis de la mañana un monje hizo sonar la campana del templo avisando que en breve comenzarían los mantras.

Eva se quedó con la niña durmiendo y yo me acerqué hasta una sala adjunta repleta de lámparas e imágenes de Buda. El monje fue ambientando todo encendiendo velas alrededor de las figuras hasta que llegó el momento en el que se giró, nos dio los mantras, y como pudimos le seguimos con la lectura.

Templo budista en Koyasan

He de decir que en la primera línea yo dejé de leerlo. La otra pareja que también estaba hospedada aquí intentaba seguirlo pero era casi imposible. Yo preferí levantar la cabeza del papel y observar. Cerca de cuarenta minutos después el monje dio por finalizada la lectura y la meditación.

Eva y la niña todavía estaban acostadas y yo aproveché a echarme un rato más. Esa mañana aprovechamos para dar una vuelta más por el Danjo Garan y entrar a la pagoda Daito que ahora si estaba abierta, y antes de irnos de Koyasan aprovechamos para entrar al templo Kongobuji, el templo más importante del budismo Shingon.

Entrada al templo Kongobuji

Se dice que el resto de construcciones de la ciudad e incluso de las que hay por todo el monte Koya forman parte de este templo. Esto incluye numerosas escuelas y una universidad budista e incluso el propio cementerio de Okunoin, aunque realmente este templo que vemos hoy es mucho más moderno que muchas otras estructuras que le acompañan ya que, aunque en el año 816 ya existiera aquí un lugar de culto, el edificio principal no se construyó hasta 1593 y el templo tal como lo vemos hoy en día data de 1863 tras varias reconstrucciones.

templo Kongobuji

Como siempre en Japón, Vera era el centro de atención. En este caso a la entrada del templo Kongobuji

En su interior destacan las pinturas realizadas sobre las puertas correderas que separan las diferentes salas y el enorme patio en el que se ha creado el mayor jardín seco (karesansui) de todo Japón. También en el interior del templo degustamos un té y unas galletas que nos ofrecieron como detalle de bienvenida.

Templo Kongobuji

Templo Kongobuji

Jardín seco en el templo Kongobuji

Con esto pusimos fin a nuestra visita a Koyasan y a una etapa de nuestro viaje por Japón. Nos esperaba tras tres horas de camino la ciudad a la que más ganas tenía de visitar. La eterna Kioto. La ciudad perfecta para poder conocer de cerca la cultura milenaria de Japón pero a la vez enfrascada en la modernidad y llena de contrastes. Sin duda alguna la ciudad que más me gustó de las que vimos en Japón.




Víctor del Pozo

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Acerca de Víctor del Pozo

De profesión comercial y desde el 2008 escribiendo mis viajes en este blog. Viajando de forma responsable pero con la ilusión de un niño. Puedes cotillear un poco de mi vida aquí

23 Respuestas a Relax y contemplación en Koyasan

  1. Es algo que me quedó pendiente y seguramente lo visitaré cuando regrese el año que viene. Iremos a la zona de wakayama así que no hay excusa jeje espero encajarlo en una época poco turística,como vosotros.
    Un saludo!

  2. Calíope VyV dice:

    Qué sitios más chulos y que bien que hubiese tan poca gente, eso siempre es un plus, las fotos transmiten paz y tranquilidad. Me encanta ver a Vera tan chiquitilla en Japón, vaya carrera lleva, je je. Preciosas las fotos. Un saludito 🙂

    • Víctor dice:

      Jejejeje.. Este año se ha parado un poco que ahora está que no para y no es tan manejable como cuando tenía meses… Pero bueno. En un mes y algo nos iremos a Berlín, que aunque no sean viajes largos, escapadas si que haremos.

  3. Mari Carmen dice:

    La verdad es que nosotros sí que vimos más gente, pero no monjes por las calles… aunque también es cierto que a partir de las 5 estaba todo muerto!
    Un abrazo

  4. jorge guias dice:

    Resulta todo tan exótico, por lo desconocido y bello de lo diferente. Muy buena entrada! Un saludo!

  5. Manu dice:

    La experiencia lo merece sobre todo Oku-no-in. Lo malo es que desde las 5 de la mañana ya empiezan con el jaleo de la cocina en Yochin. Si además tienes la inmensa mala suerte de que te toque un señor que roncaba muy sonoramente(3 habitaciones más allá, que no al lado) pues el culmen de la mala suerte.

    • Víctor dice:

      Jajajajaja… desde luego. Nosotros estábamos bien pocos y la verdad que éramos silenciosos hasta durmiendo. Yo a las 5 de la mañana ya estaba despierto, pero no recuerdo mucho ruido salvo la lluvia que caía ese día.

      Gracias por tu comentario Manu!

      Un saludo!

  6. Un sitio que sabía que te gustaría, la verdad que tiene un aura especial y mira que no soy una persona que se autosugestione con facilidad, pero esa vegetación como dices invita mucho a contagiarse con el lugar.

    Lástima esa lluvia nocturna, seguro que hubieras hecho muchos amigos aquella noche por el cementerio 😉

    • Víctor dice:

      Esa noche en el cementerio y conociéndome??? acabo conociendo a alguien y quedándome a dormir allí dentro jejejeje.

      La verdad que el lugar nos encantó.

  7. Alba dice:

    Hola! Estamos pensando en alojarnos justamente en el mismo templo, pero leyendo opiniones en páginas de reservas hay cosas que no acaban de gustarnos…
    Tomásteis desayuno y cena? Valió la pena pagar tanto más (nos sale 80€ más por la media pensión) ? Es que además hay algunos que dicen que si no coges comidas no te dejan ni yukata para el baño… Bueno, a ver si puedes ayudarnos!
    Por cierto, me ha convencido definitivamente ir allí esta publicación, muchas gracias!

    • Víctor dice:

      Buenas! Yo el alojamiento si que lo recomiendo, pero nosotros no cogimos comidas. Nosotros lo del tema de la bata para el baño, la verdad que tampoco preguntamos. Nos cogimos unas toallas que teníamos nosotros pequeñas y listo. El baño está bien, pero es pequeño… Y cuando terminas el baño allí mismo te puedes cambiar..

      Yo desde luego 80€ no pagaría por comer allí. El monasterio esta bien por lo tranquilo que es y su situación tan céntrica. Pero al fin y al cabo es un alojamiento. Los mantras de la mañana también están bien como experiencia.

  8. Alba dice:

    Y por cierto, otra preguntita: cuánto le dedicásteis a la visita? Hemos estado leyendo y hay algunas rutas, pero ya de 5-7 horas. Vosotros hicistéis alguna o lo que describes es un paseo por la zona de templos?
    Muchisísimas gracias! 😉

    • Víctor dice:

      Nosotros íbamos con nuestra hija de 8 meses… Ya te digo que rutas de 5 horas de treking se nos haria pesado jejejeje. Lo que describo es una zona de templos donde se instauró el budismo Shingon y el cementerio que es enorme, pero no nos salimos del pueblo.

      Si tienes cualquier duda me dices! Seguro que te gusta koya!

  9. Dina dice:

    Que bueno vuestros comentarios, gracias!

  10. Sergi dice:

    En el vídeo que has grabado en el que comentas que te sentías rodeado de misticismo, del segundo 2 al 4 se puede ver una esfera de luz blanca que se introduce en el templo de la derecha.

    Acojonante!!

    • Víctor dice:

      La leche!!! no me había fijado! jejejeje. Buen efecto si no tuviéramos en cuenta la lente de la cámara y la luz que refleja.

      Un saludo!

  11. Maria José dice:

    Hola! Se que hace mucho que escribisteis este post, el cual agradezco porque me esta sirviendo de mucho para mi proximo viaje a Japon.
    Me guataria preguntaros, si aun teneis el recuerdo..hhehe…como llegasteis hasta Koyasan, y si sabeis si es posible al finalizar dirigirnos en bus o tren desde Koyasan hasta la Kumano kodo.
    Muchisimas gracias de antemano 🙂

  12. Hola, muy chulas las fotos. Nosotros también hemos escrito un blog sobre Koyasan:

    https://www.girandolabrujula.com/blog/en-busca-del-japón-más-tradicional-en-koyasan

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