Habíamos quedado a las ocho de la mañana en la puerta del hotel con un guía nuevo para que nos acompañara en la excursión a las pirámides de Guiza. El desayuno buffet en el hotel es normalito pero estaba bien, aunque esta gente no sabe lo que es comerse un buen fiambre ni por asomo. Todo lo que se asemejaba al fiambre parecía de plástico y el sabor… bueno, el sabor todavía lo estoy buscando. Los zumos de naranja son polvos pero refrescan y quitan la sed, aunque los que tengáis la tripa floja es mejor que no los catéis porque es con agua del grifo.
En la puerta del hotel nos estaba esperando ya nuestro guía. Un hombre enorme, pero más por lo ancho que por lo alto. Salimos a la calle y el calor a estas horas de la mañana no es tan fuerte como me lo esperaba, por lo que yo me alegré un montón y mi hidratación más, pero por si acaso compramos dos botellas de agua en el hotel para llevarnos. Nos montamos en un minibús con el aire acondicionado a tope, que aunque no hiciera un calor infernal se agradecía. El recorrido iba a ser corto a través de la avenida propia del hotel donde al final de ella y después de un giro teníamos ante nosotros las majestuosas pirámides de Guiza. Son monumentales. Tantas veces vistas en fotos y ahora las teníamos en frente de nuestras narices. Desde el autobús parecía una postal, pero no por lo bonito, si no porque parecían de mentira. Las ves tan cerca de los edificios que piensas en un primer momento que no pegan. Poco a poco la estructura de la pirámide la vas asimilando y te das cuenta de lo que son. Moles y moles de piedra agrupadas una encima de la otra desde hace más de 4000 años. Simplemente impresionante.
Excursión a las pirámides de Guiza
El autobús nos dejó en la puerta donde se compran las entradas a la necrópolis de Guiza. Después de pasar la puerta principal ya estábamos dentro y la emoción aumentaba por momentos, pero aún teníamos que esperar un poco a que nos llevara el autobús hasta las cercanías de las pirámides. La zona es inmensa y la grandeza de las pirámides te hace equivocarte en las distancias.
Con el autobús accedimos hasta un parking improvisado y Wualit —nuestro guía en las pirámides— desde el interior del autobús (para que se iba a molestar en ir con nosotros) nos explicó la historia aceptada sobre la construcción de las pirámides. En cierto modo, al escuchar la historia te das cuenta que es un poco fantástica y que hay mucho misterio sobre la construcción de las pirámides. Desde luego no dudo que haya sido el hombre el que levantara tales asombrosas estructuras, pero pensar que lo hicieron en tan sólo 20 años empujando a través de rampas más de dos millones de piedras, la más pequeña de dos toneladas y la que más unas sesenta… ¿sabéis lo que es eso? Una barbaridad. Además la precisión de la gran pirámide es simplemente asombrosa, con sus lados casi perfectamente alineados a los 4 puntos cardinales, y cuando digo casi, me refiero a que tienen un error insignificante de ¡3 minutos! Los lados no son perfectamente iguales en longitud por poco más de ¡50 mm.! Yo no voy a utilizar este relato para exponer ideas sobre la construcción de esta pirámide, pero si buscáis por Internet podréis ver cantidad de curiosidades a cual más asombrosa como la relación con el cinturón de Orión o del número Pi. Un dato que sí que es curioso y que no es un secreto, aunque la mayoría de gente no lo sabe, son los números de lados que tiene la gran pirámide de Keops. Todo el mundo contestaría rápidamente que son 4, pero observando una fotografía desde el aire en un momento concreto del día donde la sombra hace de las suyas, nos daremos cuenta de que son 8 los lados de la pirámide y no 4 como se piensa.
Después de la explicación del guía teníamos una hora para andar sueltos por el recinto y entrar a la pirámide de Kefrén cuya entrada ya teníamos pagada en la excursión. Nos avisaron que tuviéramos cuidado con los camelleros ya que se las saben todas y nos intentarían engañar de cualquier manera. Dicho y hecho… nada más bajar del autobús uno de los camelleros le pidió a una mujer del grupo que se hiciera una foto con el animal, a la que la mujer, con toda su buena voluntad e ignorancia, le ofreció la cámara para que le tirara la instantánea. ¡En qué momento le dio la cámara! Eva y yo estábamos cautivados por la grandiosidad de la gran pirámide y no nos enteramos de nada. Cuando vimos que la mujer venía angustiada la preguntamos qué es lo que había pasado y nos explicó el percance. El camellero, con la cámara en su poder, le pedía 25 euros para devolvérsela. La mujer se asustó y después de un rato y ver que no cedía, le dio el dinero. La cara del camellero riéndose de ella y encima burlándose era para ponerla en una diana y tirar dardos sobre ella. Una vez con el dinero guardado, esta gente no entiende y no quiere saber nada. Otro de los engaños es el típico truco de ofertarte montar en el camello por 1 euro, pero a la que quieras bajar te empiezan a pedir dinero y si no, ahí te quedas (que son altos los jodidos camellos).
Una vez pasado el susto fuimos los 6 juntos bordeando la pirámide de Kefrén en un recorrido sorprendentemente solitario. Casi no había turistas y muy poca vigilancia, lo que nos permitió subir unas cuantas piedras hacia arriba (mal hecho, lo sé) y comprobar una vez más que esta construcción es asombrosa.
Con el poco tiempo que teníamos no pudimos ir hacia la pirámide pequeña de Micerino y continuamos rodeando la de Kefrén. Más allá de las pirámides está la puerta al desierto que se ve inmenso ya desde aquí.
Entrar en el interior de la pirámide de Kefrén
Con la hora pegada al culo nos dirigimos hacia la entrada de la pirámide de Kefrén donde no tuvimos que esperar mucha cola y entramos enseguida. Allí te piden dinero por entrar con la cámara, pero con decir que no la vas a utilizar te dejan pasar (pero si cuela y pagas, mejor para ellos).
La emoción podía conmigo y tenía unas ganas tremendas de adentrarme por ese pasadizo de poco más de un metro de alto y llegar hasta las entrañas de la pirámide. Las escaleras habilitadas te salvan de seguros resbalones y la complejidad de bajar totalmente encorvado da al lugar un aspecto enigmático que deja huella. La mirada no te da para ver el final del túnel donde no paras de cruzarte con gente que viene asfixiada y sudando a chorros, lo que me hizo recordad lo que leí sobre el ambiente y el olor del lugar. Pero en mi experiencia no puedo decir que estuve incomodo, ya que olor fuerte no noté y en ciertos lugares corría algo de aire (aunque caliente) como si estuviese ventilado, pero calor en general, la verdad que un montón. La camisa en cuestión de 30 segundos estaba totalmente empapada y los muslos se empezaban a resentir de aguantar todo el peso al andar en cuclillas.
Por fin llegamos al final de las escaleras y accedimos a un pasillo de una altura justa para que pudiera ponerme en pie (calculo que 1,90m). Es un pasillo donde se puede respirar tranquilamente pero que sientes en tus huesos que estas prácticamente enterrado bajo millones de toneladas de piedra. De momento no nos encontramos con ningún vigilante y pudimos sacar nuestras cámaras para plasmar el momento.
Después del pasillo nos encontramos con otra subida pero más corta y menos pesada a la cual accedes casi directamente a la sala «mortuoria». Mortuoria entre comillas, porque todavía es un misterio el saber por qué se crearon estas estructuras ya que hay científicos que creen que no sirvieron de tumbas sino que tenían algún fin cósmico en relación con el cielo y las estrellas. Aquí dentro no se han encontrado momias, ni escrituras que puedan explicar su construcción y todo lo que se pueda leer de ellas son solo teorías, que en mi humilde opinión, la más fácil de justificar es a la que dan más peso. Ya en la sala principal sí que nos encontramos con el vigilante pesado de turno que no te deja estar tranquilo y te sigue en todo momento pegado a ti diciéndote por lo bajo que si le das alguna moneda te deja tirar fotos. Si no te puedes aguantar a sacar alguna foto, lo mejor es que le des su propina y de esta manera hasta posa para salir en ella. En mi caso pasé literalmente de él y guardé la bolsa de la cámara en la mochila para darle a entender que no quería tirar ninguna foto allí, pero que por favor, me dejara tranquilo.
Esta es una sala altísima y amplia pero el calor es el mismo. No hay (o al menos no vi) ningún escrito por las paredes ni techo. Estaba todo liso y gris. Lo único que había era un sarcófago abierto y vacío y lo mejor que se puede experimentar en este lugar es el silencio. Por suerte nos quedamos solos Eva y yo por unos segundos y nos impresionó aún más el lugar. Pero como ya he dicho, no hay nada más. Se sabe que hay muchas galerías por la pirámide, incluso algunas que todavía no se han descubierto, pero el turista sólo puede acceder hasta aquí. Visto el final del túnel nos dispusimos a deshacer lo andado y poder respirar aire fresco pronto. La subida se nos hizo menos pesado y rápidamente salimos al exterior donde a pesar de los 30 grados la temperatura parecía fresca en comparación con la del interior de la pirámide.
Con el tiempo casi cumplido de una hora tuvimos que ir hacia el autobús resignándome a no poder ni tan siquiera acercarme a la gran pirámide de Keops. Este es uno de los motivos por lo que no me gustan las excursiones organizadas. Una hora es muy poco tiempo para estar allí y disfrutar del lugar, pero como siempre hay que dejar algo para volver algún día, prepararé un año alguna escapada a El Cairo para terminar de saciarme.
Después nos dirigimos hasta lo alto de una meseta para tener una panorámica de las tres pirámides y poder hacer la típica foto.
Aquí no nos entretuvimos mucho y fuimos directamente a la parte mas baja del recinto donde se encuentra la Gran Esfinge.
La Gran Esfinge de Guiza guardiana de las pirámides
Tres cosas explicadas por el guía sobre la Gran Esfinge y nos dio 30 minutos para explorar la zona mientras el nos espera a la sombra de un árbol en la salida (manda huevos…).
Tampoco la Gran Esfinge se libra de misterios y datos astronómicos. Todavía es una incógnita la fecha exacta de su construcción. Algunas teorías la ubican incluso en el año 10.000 a.C. (muchísimo antes que las pirámides) donde se tienen datos del clima lluvioso y debido a los patrones de erosión en la zona, la cual presenta rasgos fehacientes de haber sufrido copiosas lluvias dejando surcos alrededor de ella, se cree que pueda ser de esa época. Pero más sorprendente es cuando científicos astrónomos hacen una simulación del cielo y sus estrellas y se van hasta esa época y ven como la constelación de Leo se asoma justo en frente de la Esfinge en el día del equinoccio de primavera. Esto es solo un dato curioso de los cientos que hay sobre estos monumentos. La verdad que todo un mundo por descubrir aún.
Esta majestuosa Esfinge sí que me sorprendió en su tamaño. Me la imaginaba más pequeña, pero al estar al lado de ella me di cuenta que la vista muchas veces nos engaña. Quizás sea por tener a las grandes pirámides de Keops y Kefrén justo detrás o porque en las fotos no se llega a apreciar realmente su totalidad, pero la Esfinge realmente es enorme. Anduvimos por la zona haciendo fotografías y decidimos que queríamos venir a ver el espectáculo de luz y sonido a este sitio porque tenía que ser impresionante presenciarlo. Ya nos teníamos que ir del lugar con mucha pena por no poder explayarme en detalles pero me queda la esperanza de volver algún día.
De esta zona me sorprendió lo cerca que está la Esfinge y las pirámides de la calle, tan cerca que puedes estar tomándote una pizza y ver perfectamente una imagen de postal desde la ventana, lo que me sugería una idea. Venir una noche para ver el espectáculo de luz y sonido y cenar unas pizzas mientras vemos anochecer. Dicho y hecho. Miramos los horarios de los pases en español del espectáculo y decidimos venir a la noche siguiente.
Una vez visto el recinto de las pirámides supuestamente teníamos acabada la excursión, pero esta gente (me imagino que como en todos los sitios) se sacan cualquier idea para llevarte a algún lugar y así ellos tener alguna comisión. En esta ocasión tocaría ir a una tienda de papiros cercana. Wualit nos ofreció la visita como que íbamos a visitar una fábrica de papiros, donde podríamos ver la elaboración de dicho producto. En principio podría ser interesante aunque yo nunca pedí que me llevaran a un sitio así, y al leer en la red experiencias iguales ya sabía que iba a ir a una tienda simplemente, pero como estás con el grupo, pues acabas cediendo y fuimos todos juntos a la tienda. A la llegada a la «fábrica» se cumplen las expectativas que llevaba y nos encontramos en la puerta de una «casa del papiro» que no es más que una tienda. En la entrada es cierto que nos recibieron cordialmente (evidentemente porque quizá compres alguno) y una chica simpática nos hizo una demostración de los pasos a seguir para crear dicha lámina. En 5 minutos estás servido y te dan un boli y papel para que puedas anotar el papiro que te gusta y recogerlo en la salida. Los papiros son realmente bonitos pero en realidad yo no quería comprar ninguno ya que recientemente recibí 2 de unos amigos. Este tipo de producto se falsifica mucho y de qué manera. Es muy probable que si compras alguno que creas que es barato, lo que estés haciendo es llevarte uno de piel de plátano en vez de ser de la planta del papiro, y el comprarlo en estos sitios quizá —y digo sólo quizá— tengas un poco más de garantía, pero digo quizás porque por experiencia propia, nuestro guía nos llevó a sitios en los que nos quisieron estafar descaradamente.
Con esto dimos por concluida la excursión a las pirámides de Guiza que llevábamos contratada con el pack y el autobús nos dejó en la puerta del hotel. Nuestros compañeros tenían la excursión a Saqqara que nos la ofrecieron a nosotros también, pero visto lo visto, preferimos ir por nuestra cuenta ya que además queríamos ir también a Dashur y Menfis.
Visitando la ciudadela de Saladino
A las 12 de la mañana ya estábamos en el hotel con el resto del día libre. Sin subir a la habitación buscamos un taxi para que nos llevara a la ciudadela de Saladino. Aquí llegó nuestra primera prueba con un taxista y el regateo. Gente que había estado antes me dijo que en un recorrido entre Guiza – El Cairo y viceversa no debería pagar más de 20 libras y un trayecto dentro de El Cairo o dentro de Guiza no más de 10 libras, y sobre todo ser firme con el precio que marcas y actuar con total naturalidad sabiendo que esos precios son justos. No nos costó mucho que parara el primer taxi e indicándole la dirección nos pidió 80 libras, que tras un leve gesto de nuestras caras nos bajó a 50 libras sin decir ni pío. Le dijimos que no más de 20 libras y nos dijo que subiéramos. Resultó más fácil de lo previsto y subimos al coche, que por cierto, ¡que taxis hay por esta ciudad! Peugeot 504, Renault 12, Lada 124 (¡los Zhiguli rusos!), Fiat Regata… por nombrar algunos, todos con su característico color negro y blanco, los llamados «patitos feos». Que sería de El Cairo sin estos objetos de coleccionista tan típicos en sus calles. Pero los taxímetros tampoco tienen ningún desperdicio, que parece que se han llevado de casa el antiguo contador de luz que hace juego con el pelaje de gato que llevan todos en el salpicadero que bien valdría para la mítica serie «Cuéntame». Desde luego toda una experiencia el montar en uno de estos vehículos.
Pero la experiencia de montar en taxi en El Cairo se convierte en aventura de alto riesgo cuando se ponen a circular por las calles. Las 20 libras pagadas son poco para todo el tráfico que se tiene que tragar el taxista. El trayecto no se hace nada corto y tardamos más de media hora en llegar, tiempo suficiente para darte ocho vuelcos al corazón, paralizarte la sangre y cagarte en la madre que parió de todos los conductores allí presentes y a la vez dar gracias al que inventó la bocina en los coches, utensilio que utilizan como escoba para ir apartando a todo ser que se ponga por delante.
El taxi nos dejó en la puerta de entrada a la ciudadela de Saladino, al inicio de la colina Muzzattam, y tras pagar las 50 libras que costaba la entrada nos dirigimos directamente a la mezquita de Mohammed Ali (también llamada de alabastro). Por fuera la mezquita es impresionante y recuerda bastante a Santa Sofía de Estambul (por fotografías, ya que no he tenido la suerte de ir todavía). Destacan sus brillantes cúpulas y sus dos magníficos minaretes. En un principio no pudimos entrar ya que estaban con el rezo y no permitían el acceso a los turistas, así que estuvimos por los alrededores observando desde lo alto la panorámica de la ciudad de El Cairo.
Es impresionante la extensión de esta ciudad y la cantidad de contrastes y detalles que se observa desde aquí. Incluso si se tiene suerte y está claro el día (dependerá mucho de la contaminación), se pueden ver las tres pirámides al fondo a más de 13 kilómetros de distancia. Sin duda una de las mejores vistas de El Cairo. Desde aquí casi te puedes planificar una ruta por las mezquitas de la ciudad, ya que se divisan perfectamente los minaretes sobresaliendo del resto de edificaciones. El estado ruinoso de algunas zonas de El Cairo es alucinante. Si llegáis hasta aquí no podéis perderos esto.
Partes de una mezquita
Antes de entrar a esta mezquita, puesto que en El Cairo se suelen visitar varias, voy a explicar un poco la composición principal que suelen respetar la mayoría de ellas.
1. Haram: Se trata de la sala principal de oración. Siempre será mas ancha que larga para que los fieles la ocupen en filas paralelas en dirección a La Meca.
2. Fuente de las abluciones: Se sitúa a la entrada de las mezquitas o en el centro del patio exterior para proceder a la purificación antes de entrar en el Haram.
3. Minbar: Es el púlpito donde se sitúa el imán durante la predicación de los viernes.
4. Mihrab: Es la hornacina construida en el muro para indicar la dirección a La Meca.
5. Minarete: Es desde donde el almuédano realiza la llamada a la oración.
Visita a la Mezquita de Alabrastro
Pues ya que sabemos sus partes principales y que la oración había acabado, nos dirigimos al interior de la mezquita Mohammed Ali donde, antes de entrar, unas mujeres nos pidieron que nos descalzáramos y que Eva se pusiera una bata para cubrirla todo el cuerpo.
En la entrada al patio de la mezquita nos encontramos con la fuente de abluciones y con el reloj que Luís Felipe de Francia intercambió por el obelisco del templo de Luxor que adorna la plaza de la Concordia en París. El dato curioso de esta historia es que el reloj dejó de funcionar a los pocos días, y ahí sigue… sin marcar la hora y de recuerdo del bonito intercambio.
Accedimos al interior de la mezquita y nos cautivó la cantidad de faroles formando círculos que colgaban del techo. Con todo el suelo lleno de alfombras, nos sentamos para admirarla durante unos minutos y ver los detalles de sus cúpulas. Paseamos alrededor de ella junto a sus paredes de mármol blanco adornadas con miles de detalles. Aún quedaba gente rezando en solitario o simplemente tirados en las alfombras descansando. Según se entra a la mezquita, a mano derecha se encuentra la tumba con los restos de Mohammed Ali, toda de mármol y con decoración floral. Esta mezquita sin duda es una visita obligada en El Cairo.
Paseando por la ciudadela de Saladino
A la salida nos encontramos justo al lado la mezquita de Al-Nasir donde destacan su minarete y la cúpula verde. No tiene nada que ver con la anterior y la afluencia aquí era nula, pero no por ello se merece ignorarla. Su interior más pobre en detalles es contrarrestado con el silencio total del ambiente. Allí solos pudimos acercarnos al mihrab y observar con detenimiento sus detalles. La piedra de la mezquita, con presencia desgastada y descolorida, te hacía sentir la arquitectura islámica mucho más que su vecina de alabastro.
Justo al lado de esta mezquita se encuentra el museo militar, al que no entramos, pero sí que nos dimos un paseo por sus alrededores. Aquí tienen expuestas armas, tanques y aviones de combate. Fuimos hacia el museo de la policía para observar otra vez las vistas de El Cairo y tomamos el camino a la inversa para salir de la ciudadela.
La ciudad de los muertos en El Cairo
Ya en el exterior buscamos un taxi para que nos llevara a ver la ciudad de los muertos, que no se encontraba lejos de allí, y que luego nos dejara en la mezquita Al Azahar junto al mercado del Khalili. Después de negarse un taxista a llevarnos por 20 libras, otro que se encontraba al lado nos dijo que él nos llevaba, y encima viendo el coche nuevecito y con aire acondicionado nos montamos echando leches. En muy pocos minutos llegamos al corazón de la ciudad de los muertos y nos llevó por una calle parando en determinados sitios para que hiciéramos fotografías. Desde la calle en la que nos encontrábamos se ramificaban otras calles más estrechas en las que se podía ver una buena cantidad de tumbas y a la vez pasear la gente junto a ellas como si fuera lo más normal del mundo (que evidentemente para ellos lo era). El aspecto del barrio es pobre, con prácticamente todas las calles sin asfaltar y muchas de las construcciones casi derruidas.
El término de barrio para este lugar no es el más indicado porque en realidad se trata de un antiguo cementerio de mamelucos cercado incluso con un muro a su alrededor. Debido a la escasez de pisos a un precio módico en la ciudad, obligan a cientos de familias a instalarse en esta peculiar residencia infrahumana. No es un cementerio como el que podamos ver en cualquier país occidental, sino que se trata de estancias donde albergan las tumbas y donde ellos viven diariamente. Esto en sí forma parte de la cultura antigua de este lugar. Cuando a un familiar lo enterraban, la familia se quedaba durante los cuarenta días que duraba el duelo viviendo en estas grandes estancias.
La mayoría de las familias que están viviendo en la ciudad de los muertos es por un acuerdo con los familiares de los difuntos los cuales les han confiado el cuidado del mausoleo.
¿Cómo es una casa en la ciudad de los muertos?
Tras la explicación del taxista de la historia del lugar, nos propuso entrar a alguna casa para conocerla por dentro. Se bajó del coche y habló con una mujer que se encontraban en la puerta de su vivienda haciendo ganchillo. La mujer accedió a enseñárnosla y el taxista nos pidió que la diéramos 5 libras cuando saliéramos. Nada más entrar por la puerta nos encontramos a un bebe tirado en la tierra sobre unas mantas y durmiendo ajeno a todo lo que pasaba. Procurando no hacer ruido para no despertarle pasamos al patio interior donde había dos habitaciones que albergan dos tumbas. La impresión que me llevé fue para pararme la sangre. A más de treinta grados de temperatura, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo sin poder evitar pensar en las condiciones que vivía esta gente. En el propio patio tienen dos tumbas más alineadas en medio. Si venís a El Cairo y visitáis este cementerio, es toda una experiencia entrar a una vivienda y verla en persona, además de que la propietaria se gana fácilmente una propina que bien le vendrá. Al final la dimos 20 libras por las molestias y por darnos la oportunidad de visitar un lugar que en poco tiempo tiene previsto el gobierno egipcio desmantelar.
Visitando las principales mezquitas de El Cairo (I)
La ruta que teníamos planeada ese día nos llevaría al corazón del mercado Jan el-Jalili, junto a la mezquita de Al Azhar, pero antes negociamos con el taxista para que al día siguiente nos llevara toda la mañana hacia Saqqara, Dashur y Menfis. Después de discutir un poco el precio lo cerramos finalmente en 25€ recogiéndonos a las 8 de la mañana en la puerta de nuestro hotel.
La mezquita de Al Azhar no me la podía perder porque las fotos que había visto me gustaron tanto que la tenía como visita obligada. En la puerta de entrada nos dijeron que no podíamos pasar porque iban a cerrar durante un rato, imagino que para el rezo. Pendiente de volver a las 16 horas, no nos movimos de la zona y justo en la entrada hacia todos los puestos pintorescos del Jalili se encuentra la mezquita de Hussein a la que aprovechamos para entrar.
Sorprendente mezquita de Hussein
En esta mezquita Eva y yo nos tuvimos que separar y entrar cada uno por partes distintas ya que en el interior no se pueden mezclar los dos sexos. A Eva la acompañaron a la entrada de las mujeres y yo, después de descalzarme, me adentré hacia otro un mundo en el interior de la mezquita.
La sorpresa mía fue mayúscula al ver las dimensiones del haram y ver a cientos de personas tumbadas en el suelo durmiendo, hablando, paseando… ¡Era como un mundo paralelo al exterior! Parecía que estaba en el patio de un psiquiátrico (dicho esto con todo el respeto hacia las dos partes), vestidos todos con chilabas (aunque alguno parecía que se había traído el pijama para dormir…) y cada uno a su bola. Comencé a andar hacia el lugar de donde procedía una música que se escuchaba en toda la sala y acabé junto a un grupo que estaban cantando y bailando vete tú a saber…
Por el medio del haram descubrí un sitio al que estaban entrando y saliendo gente continuamente y aplicando el refrán de «donde fueres haz lo que vieres», me adentré en la pequeña sala que se encontraba atiborrada de gente rodeando a una caja metálica adornada hasta la saciedad y con escritos árabes.
A este lugar las mujeres también podían entrar pero a través de otro pasillo distinto mucho más pequeño y sin juntarse con los hombres en ningún momento. Tanto hombres y mujeres tocaban y rezaban en la caja. La curiosidad fue tal que nada más llegar a Madrid miré en Internet de qué se trataba esa caja y por lo visto dentro de ella se guarda la cabeza de Al-Hussein, nieto del profeta Mahoma, por lo que se entiende perfectamente la devoción allí mostrada. Sin ningún problema pude tirar alguna foto, siempre discretamente y sin flash, aunque algunas miradas me hicieron entender que yo no era del todo bien recibido allí.
A la salida de la mezquita comenzamos a tener hambre y las ofertas culinarias en la propia plaza de Midan Hussein nos convencieron para sentarnos en una de sus terrazas. Eva se pidió una pizza y yo probé la carne que tenían. Aquí todos los refrescos te los sirven con una pajita, que se agradece para no tener que chupar directamente del bote porque hay algunos que están muy sucios. Cuando me trajeron la comida la pinta que tenía no era muy buena. La carne te la servían en forma de zurullos comprimidos con formas de caca de perro (sí… es desagradable pero era lo que parecía). Pero luego el sabor no estaba nada mal y con unos pocos trozos y patatas te sentías hinchado (madre mía… que tendrán…).
La preciosa mezquita de Al Azhar
Las horas que eran ya tenía que estar abierta la mezquita de Al Azhar y hacia allí fuimos. Nos descalzamos y volvieron a pedir a Eva que su pusiera una bata por el cuerpo para entrar.
En los primeros pasos por el suelo marmóreo del patio de la mezquita nos cautivó. Su nombre significa “La Espléndida” y con verla sabes por qué. Aquí se fundó por el año 998 la universidad del Islam sunnita que más adelante llego a ser la más grande de todo el mundo árabe. Al otro lado del patio está la entrada al haram más antiguo de la mezquita, donde todavía nos encontramos a un gran grupo de gente rezando al lado del mihrab mientras que otros estaban tumbados sobre las alfombras.
Me da a mí que la mayoría utiliza el lugar para refugiarse del calor extremo del verano ya que en el interior se nota un ambiente mucho más fresco que en la calle. Sus columnas de mármol y el tejado en madera dan un toque especial a esta mezquita. Más al fondo accedimos a otra sala de rezo añadida tras una de las muchas reformas que ha sufrido la mezquita. Nos salimos otra vez al patio y nos sentamos en el suelo para reposar la comida un rato.
Aquí los niños se entretenían con el resbaladizo suelo de mármol y corriendo tras una moneda tirada por sus padres que rodaba por todas partes. Con la tranquilidad del lugar nos dió por tumbarnos y en cuestión de unos segundos nos vino un hombre a avisarnos para que Eva se levantara puesto que no está permitido que las mujeres se tumben por enteras en la mezquita. Esto solo nos pasó en esta mezquita, ya que en otras lo hizo y nadie nos dijo nada. Estuvimos un buen rato descansando y observando a la gente.
En el corazón del Jalilli
Terminada la pequeña ruta por las mezquitas decidimos adentrarnos por el mercado Jan el-Jalili antes de que terminase el ayuno por ese día y verlo en todo su esplendor. Se trata del mercado más grande de África y la verdad es que puede ser. Por más que nos poníamos a andar siempre encontrábamos callecitas estrechas para perderte por este laberinto comercial.
Los puestos en el mercado se cuentan a cientos y prácticamente tienen lo mismo en todos los lados, aunque tienen tiendas diferenciadas para especias, chilabas, shishas y tiendas exclusivas para llevarte el típico recuerdo turístico. Andamos y andamos y el ambiente cambiaba poco a poco. En algunas zonas ya no se veía a tanto turista y los puestos vendían cosas más del menaje del hogar como electrodomésticos, vajillas o simples cosas para el baño. El suelo dejó de estar asfaltado y nos encontramos con que todo era barro y basura. En ciertos puntos, si se lleva chanclas, peligras de coger cualquier infección al cortarte con cristales, maderas o vidrios. Nosotros en ningún momento utilizamos chanclas en El Cairo, pero sí que vimos a turistas muy monos vestidos y con los pies empapados y negros, así que yo no recomiendo las chanclas por mucho calor que haga.
Festín tras el ayuno y el Jalili vacio
De buenas a primeras, sin acordarnos del ayuno, vimos que todo el mundo comenzó a desaparecer de las calles y empezamos a oír la oración proveniente de alguna mezquita cercana. Todo el mundo se reunió con la familia y amigos para comer tras el ayuno del día dentro de las tiendas y las calles se quedaron increíblemente desérticas. En este momento me alegré de haber venido a Egipto en ramadán y poder vivir esta experiencia. Es alucinante como se paraliza todo hasta el punto de no hacerte ni caso por mucho que mires en sus puestos. La gente incluso nos ofrecía su comida y bebida cuando nos acercábamos un poco. No podía resistirme a hacer alguna foto y un video para que os podáis hacer una idea del ambiente.
Llegamos hasta el final de una calle y dimos con una avenida donde los comerciantes habían tenido que montar un festín de mucho cuidado viendo las dimensiones de la mesa que tenían montada, seguramente para que también pudieran comer la gente necesitada que no tenga para comer.
Nos volvimos a meter en el embrollo de calles y en poco tiempo el mercado se fue llenando de gente recuperando su a habitual. Es un caos auténtico que bien merece visitarse.
Una cafetería que nunca cierra
En este momento decidimos buscar el famoso café Fishawi el también llamado “café de los espejos”. Se encuentra dentro del mercado Jalili muy cerca de la plaza Midan Hussein donde habíamos comido en una calle paralela muy estrechita. Se dice de este café que en sus 200 años de historia no ha cerrado ningún día y que siempre ha mantenido el horario de 24 horas abierto. El local estaba hasta arriba de gente como cualquiera de los cafés de la zona, pero tuvimos suerte y se levantaron unas personas de una mesa del interior y nos pudimos sentar. El camarero con su camisa floral de color azul nos atendió al momento y le pedimos un 7up y un té rojo. En este local, además de haber turistas, la gente local viene mucho y en ese momento prácticamente éramos los únicos extranjeros que estábamos sentados. Tan a gusto que estaba yo, me pedí también un zumo de mango que tan famoso es de este lugar y he de decir que sí que está bueno… muy bueno. Las consumiciones no me acuerdo exactamente cuánto nos costaron, pero si recuerdo que no fueron nada caras para estar en el Fishawi, el café más famoso de El Cairo.
Un paseo nocturno por El Cairo
Ya se nos estaba terminando el largo día que había empezado con la excursión a las pirámides de Guiza y queríamos acabarlo con algo tan típico como pasear un rato junto al Nilo. Pero antes iríamos a cenar a otro sitio que recomiendan mucho como es el restaurante Felfela que se encuentra relativamente próximo al Nilo, cerquita del museo del Cairo. Nos pedimos unos macarrones orneados y unas ensaladas con guindillas… La madre que las trajo a las guindillas… Tenían un sabor distinto al de aquí, con mucho líquido en su interior y bastante más picor. Los macarrones eso sí, buenísimos, aunque la cantidad dejó mucho que desear. Terminada la cena nos fuimos hacia el Nilo y atravesamos el puente Kasr Alniel flanqueado por dos estatuas de leones. El puente estaba abarrotado de gente y el tráfico de coches era alucinante. Desde aquí se obtienen buenas vistas de los laterales del Nilo donde se ven los restaurantes que se encuentran en sus orillas. Prevalece en el paisaje la Torre del Cairo iluminada en verde por motivos de las fechas festivas del ramadán al igual que los minaretes de las mezquitas.
Ya estaba bien por hoy y decidimos ir al hotel. Otra vez el regateo del taxi para conseguir que nos llevara por 20 libras y tras 30 minutos de tráfico en el que pudimos morir decenas de veces, llegamos a la puerta del hotel. Estaban apuntito de cerrar el mirador situado en la última planta y pudimos observar las pirámides iluminadas desde allí, me imagino que iluminada por el espectáculo de luz y sonido que presenciaríamos nosotros al día siguiente.
Este primer día en El Cairo nos dio muy buena impresión y a mi particularmente me encantó. Descansaríamos para estar al día siguiente a las 8 de la mañana en la puerta del hotel como habíamos quedado con el taxista para que nos llevara a ver la zona de Saqqara y Dashur.
Holaaaaa…
Ya le he echado un vistazo y no veas si tiene curro.
Mucho animo xq te esta quedando de P… madre.
Un abrazo fuerte y un besito!!
Que bonitoooooooooo, sobre todos esas fotos que sale una chica.
Está quedando muy bien.
Besos.
¡Estupendo relato!
Realmente una hora para visitar las pirámides es muy poco. Nosotros no entramos porque había mucha gente así que ver el vídeo ha sido como estar dentro.
Por cierto, nosotros tampoco fuimos a la mezquita de Al-Azar ni la de Al Husein y tiene muy buena pinta, pero como tu dices, uno siempre tiene que dejarse algo para poder volver!
Una vez más, ¡fantástico relato!
Je, je! Ya veo que se te acumulan. Yo tengo que acabar el mio de Egipto antes del siguiente viaje en enero. Me voy a NY por segunda vez. Ya me pasaré por aquí para ver lo que hicistes tu en NYC!
Vaya con el panorama del video de dentro de la mezquita Sayyidna Hussein, estoy aún riéndome. Yo me hubiera tirado también a echar una siestecilla con el resto! jaja
Egipto es un país que me fascina por toda su riqueza artística y histórica. Es uno de mis mayores antojos viajeros y espero no tardar mucho en visitarlo, aunque ahora con las guerras…
Un saludo!
Supercompleta esta entrada!! a mí me queda por hacer la del Cairo. Me quedaron por ver ls Ciudad de los Muertos y algunas mezquitas, pero volveré,a sí que sin problemas. Mi desayuno nada que ver con el tuyo, al estar en horas bajas nos metieron en un hotel con el mejor desayuno que he visto nunca, un espectáculo. Insisto, te has currado un montón esta entrada, bueno como siempre lo haces. Enhorabuena!! Ah ¿se podían hacer fotos y vídeos dentro de la pirámide? yo no entré porque había mucha cola y porque tenía intención de entrar en la de Sakkara, pero tenía entendido que estaba prohibido.
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