Esa mañana me levanté sin pensar en el pie y sólo cuando lo apoyé en el suelo surgieron de nuevo los fantasmas del día anterior. Pero era muy temprano como para empezar a pensar en tirar la toalla y en silencio me puse a recoger todos mis bártulos para comenzar la etapa del día. Mis compañeros de albergue aún seguían dormidos mientras yo desayunaba el bocadillo que compré el día anterior bajo un cielo aún estrellado. Hoy también parecía que nos acompañaría el buen tiempo que tuvimos en la etapa anterior. Tras dejar un donativo en el albergue, ya que este es gratuito, bajé las escaleras hacia la calle y comencé la subida para salir de San Pedro de Rates. Mi pequeña linterna alumbraba lo suficiente como para localizar a distancia las flechas del camino de Santiago que me guiarían en primer lugar hasta Barcelos.
Camino a Santiago portugués: San Pedro de Rates – Alto da Portela (Barcelos)
Tramo primero de la etapa: Llegada a Barcelos
Para ver más detalladamente el 1er tramos entre Rates y Barcelos, pinchar sobre el mapa
Solo 16 kilómetros me separaban de la ciudad de Barcelos y la antigua provincia del Minho, pero aún me quedaba andarlos. La oscuridad persistía y yo me adentraba por caminos más agrestes sin ver mucho a mi alrededor, pero sí que me di cuenta de la señal que anunciaba que me quedaban ya 14 kilómetros para Barcelos.
Se me pasaron volando los dos primeros kilómetros y me animé bastante porque el dolor de mi pie parecía que no iba a más. Pero el daño estaba hecho y poco a poco, pese a que se iba calentando, empezó a molestarme. Un palo grueso que encontré tirado me sirvió de bastón para marcar los pasos y apoyarme un poco, pero poco a poco se fue ablandando y se convirtió más en entretenimiento que en ayuda.
De nuevo tocaba coger camino asfaltado en las inmediaciones de una localidad. Oía las campanas de las iglesias que sonaban de una forma muy peculiar para marcar la hora, con una música que poco a poco y a lo largo de los días, se me fue metiendo en la cabeza y tarareaba a la par.
Por la fatídica N306 llegué a Pedra Furada, y casi de casualidad me di cuenta del restaurante de la señora Lina, recomendado por las guías de este camino y que aproveché para hacer un descanso y tomarme una cerveza. Charlé un poco con Lina y firmé en el libro que tiene en la barra. Finalmente me pusieron el siguiente sello en mi credencial y proseguí con el camino.
En el mismo pueblo de Pedra Furada aproveché para comprar en una pequeña ferretería un palo que me ayudara más al andar, así que le quité el rastrillo a uno de ellos y me llevé un fuerte palo casi como yo de alto. ¡Anda que no se notaba! y con este sí que podría ahuyentar a los perros…, pero hoy de momento estaba teniendo suerte y no me había llevado ningún susto todavía con ellos.
Al poco tiempo dejé la carretera nacional y seguí por lugares menos concurridos. Pero esto iba a durar poco tiempo ya que tras pasar por debajo de una autopista, al rato me adentré en un polígono y en una vida cotidiana de un lunes cualquiera. Estaba en el municipio de Barcelinhos que se encuentra pegado a Barcelos, separados tan solo por el río Cávado. Aquí aproveché para comprarme en una farmacia una pomada para darme en el pie y descansé un poco junto al puente que une estas dos localidades.
Allí sentado pude ver como mis compañeros de albergue llegaban y se interesaron por mi estado. Tras una pequeña charla con ellos decidí seguir con mi camino y me adentré en la villa histórica de Barcelos a través de su puente.
Esta foto me la sacó uno de mis compañeros alemanes mientras cruzaba el río
Muy pronto me encontré con el símbolo nacional más famoso de Portugal, que no es otro que el gallo. Y es que esa simbología que identifica al país galo nació tras una leyenda vivida en esta misma localidad. Según cuentan, en esta tranquila villa se vivieron días de incertidumbre y miedo al sucederse una serie de asesinatos cuyo culpable no se llegaba a descubrir. Hasta que un día, un pobre peregrino gallego que iba de camino a Santiago lo encontraron sospechoso y sin más le declararon culpable de tales crímenes. Este declaró su inocencia pero finalmente fue condenado a morir en el patíbulo. Cuando llegó su hora, pidió que le concedieran su última voluntad; esta fue volver a ver de nuevo al juez que le condenó. Así le concedieron y fue a verle mientras el juez disfrutaba de una comilona con amigos. Una vez frente a él, se reiteró en su inocencia y pronunció unas palabras señalando el plato que se disponía a comer el juez: “Mi inocencia es tan cierta que os puedo asegurar que este gallo asado se pondrá de pie en su plato y cantará si soy colgado por el cuello sin ser culpable del crimen de que se me acusa”. Todo el mundo se rio y el juez mandó seguir con su proceso de ahorcamiento. Pero al rato y justo cuando al gallego lo colgaron de la soga, el gallo que había en el plato del juez se levantó y comenzó a cantar sorprendiendo a todos los presente.
Tiempo le faltó al juez para levantarse de su sitio y salir corriendo para impedir la ejecución de una persona inocente, que cuando llegó pudo ver como milagrosamente se salvó por un nudo mal hecho en la soga. Este fue puesto en libertad para poder seguir con su empresa de llegar a Santiago.
Desde luego es una leyenda muy curiosa que se puede oír y leer en otras partes de distintas maneras y con fines parecidos, pero el caso es que esta leyenda da imagen a uno de los símbolos de Portugal con un gallo que se puede ver en cualquier suvenir del país.
Y este gallo me lo encontré varias veces por las calles de Barcelos, pintado de muchas maneras aunque todos con claro desgaste en su pintura. Por la calle comercial, junto a iglesias o en cualquier esquina.
Segundo tramo de la etapa: Ascensión a Alto da Portela
La salida de Barcelos se me hizo muy pesada y decidí pararme en un bar a probar el vinho verde muy característico de esta región, pero que tras catarlo, aunque estaba muy bueno, seguía prefiriendo un ribera del Duero de cabeza.
Para ver más detalladamente el 2º tramo entre Barcelos y Alto da Portela, pinchar sobre el mapa
El camino me llevaba ahora por el extrarradio de Barcelos hasta Vila Boa, atravesando su iglesia e introduciéndome por caminos más agradables. Unos albañiles bromearon conmigo sobre el Real Madrid y Mourinho antes de pasar por el paso a nivel de una vía férrea.
Ahora me encaminaba por el campo hacia la rua dos Caminhos de Santiago y al final de esta me paré en el café Arantes para, primeramente tomarme un vino tinto con aceitunas y luego comer un poco, que ya era tarde y aún no lo había hecho.
Un vino no fue… ni dos, ni tres. Perdí la cuenta porque al rato llegaron los tres alemanes que dejé en Barcelos y me acompañaron en la mesa. Pasamos un rato agradable en aquella terraza donde mi cabeza ya poco se preocupaba del dolor del pie, el cual tras el gran parón que hice, se resintió en cantidad y me costó volver a calentar.
Pero ahora el que iba calentito era yo y entre risas seguimos la marcha, cada uno a su ritmo, donde yo me quedé retrasado al no poder apoyar bien el pie.
Estos tres alemanes habían venido al camino cada uno por su cuenta y se habían encontrado en Rates. Los nombres de ellos la verdad es que no me acuerdo (y es que no eran nada fáciles de recordar). El más peculiar de los tres era el que aparece en medio de la siguiente foto con un enorme cuerpo en el que le cabían todas las cervezas del mundo. A mi amistosamente me recordaba al actor francés Gérard Depardieu y la verdad que era todo un punto. Los tres habían realizado el camino en más de una ocasión contando esta que estábamos haciendo, pero mi amigo «Gérard» ya lo había acometido en 4 ocasiones más, por el camino primitivo, del norte, francés y portugués, el cual estaba repitiendo. Era un poco cómico y la verdad que a mi parecer, un poco burlón.
A continuación me esperaba la subida hasta el Alto da Portela por un camino adoquinado saludando a la gente que se encontraba en sus jardines y algún ciclista madrileño que también llevaba dirección a Santiago.
Este tramo del camino me fue muy llevadero, con unos paisajes mucho más agradables y una temperatura muy buena. La ruta seguía igualmente bien señalizada por todas partes y el final de la etapa se empezaba a oler. Estando solo se te pasan cosas por la cabeza como jugar con tu propia sombra, donde con un poco de imaginación, conseguí poner mi ropa de tal manera para que mi sombra pareciera la de un auténtico peregrino ¡Solo faltaba mi calabaza en el bastón!
En lo alto, junto a una cruz, el cartel del albergue me anunciaba que estaba ya muy cerca y me tiré para descansar tras la costosa subida.
Al rato, las campanas de la iglesia con su característico sonido, me dieron la bienvenida al albergue de peregrinos da Recoleta junto a mis compañeros alemanes que levantaron las manos alegremente al verme.
Las primeras palabras del hospitalero apoyándome sus manos en mi espalda fueron “bienvenido, estás en tu casa”. Estaba claro que había forzado el pie, pero la recompensa de llegar a mi destino y escuchar esas palabras lo valía todo. Estaba contento y con ganas de más.
Este albergue es de lo más nuevo que puedas encontrarte por el camino. Estaba inaugurado en abril de ese mismo año y todo estaba impecable. Baños, sala de estar con internet, cocina, terracita para salir a tomar el sol, lavadero y unos cuartos bien limpios… ¡Que más se podía pedir! Fueron tres euros lo que valía el quedarte allí, una cifra irrisoria para lo que te ofrecen.
Una vez estuvimos todos duchados, nos fuimos a un bar que se encontraba a 500 metros por la carretera, lo único abierto que había para tomar algo y sentarnos más tarde para cenar unas enormes pizzas que acompañamos con algunas botellas de vino. Volvimos calentitos al albergue y estuvimos charlando un poco. En esta ocasión fue algo más fácil porque teníamos un ordenador delante y con el traductor de Google pudimos tener una pequeña conversación. —»es increíble que con Google podamos entendernos todos»—, me dijo uno de mis compañeros… y la verdad que es cierto.
Antes de medianoche nos recogimos todos en nuestros catres para descansar y afrontar la etapa del día siguiente que nos llevaría hasta Ponte de Lima.
Ostras! Vaya mérito hacer el camino con el pie chungo! Yo no se como pudistes andar en ese estado.
Me ha gustado mucho esta parte del camino, lo que no te encontrastes con muchos peregrinos, verdad? Quizás sea porque este camino no es tan popular como el francés?
Muy buena entrada, si señor! 😀
Ay porrrr favoooorrrrrrr…. qué mal rollazo el gallo levantándose, ya asado, a cacarearrrr!!! Ahí con sus patatitas asadas y sus trozos de cebolla caramelizada enganchadas en la frenteeeeee……
Una pena lo del pie…. la verdad. Todo tu camino «tocado» por ese detalle… no hay derecho! Tenías que haber apuntado la matrícula del coche!!
VIVA EL VINO!!!
Buenas compañeros! La verdad que de mérito poco porque no lo acabé jejeje… En esos días la verdad que cuando se calentaba el pie, aun con molestia se podía andar perfectamente.
Cierto que en este camino no había mucha gente, aunque a partir de aquí me juntaría con alguien más. Esto era un motivo por el que todas las mañanas madrugaba más que nadie para salir, porque si pasa cualquier cosa con el pie, sabría que por detrás mía vendría gente y no me quedaría solo…
Santi… ¡VIVA EL VINO!… Esos momento de lo mejorcito del camino jejejeje.
Un saludo!
Genial crónica de esta etapa, me ha gustado mucho la historia del gallo, mira que sabía que era un símbolo en Portugal y tengo en casa el típico que según está el tiempo se pone de un color u otro pero desconocía la historia, thx por contarla 😀
Por cierto, te tengo en mi blogroll de blog que sigo, espero verme en tu lista pronto jejej
Saludos.
impresionante itinerario el que nos muestras, la verdad que lo debiste pasar genial, ademas estas consiguiendo que me piese hacer este recorrido, asi que buen trabajo
un fuerte abrazo y espero siguientes etapas
un abrazo
Te puedes creer que no me sabía la historia del gallo!!!! Así que estamos empates Thanksgiving por Gallo, jajajajaja… ;-P
Un besitooooooo
Buenas compañeros! Bleid, no eres el primero que me dice eso, y la verdad que a mi me parece un camino muy interesante. Todo el mundo dice que es muy feo pero lo que yo andé no me pareció nada despreciable… y encima me quedé en lo que supuestamente iba a ser lo mejor.
Vem! Pues ya estamos empate jejejeje… yo tampoco sabía muy bien la historia del gallo hasta que Jorge Sanchez me la comentó un día y la de acción de gracias que me he enterado por ti. Si es que esto de internet es lo que tiene… que al final acabamos aprendiendo algo.
Por cierto… Que yo vea te has cambiado en más de una ocasión de nombre al firmar…. con cual me quedo???? jejeje.
Un saludo!
bueno ya veo que haciendo amigos por todas partes… haber si me empiezo a leer algo de lo que escribes aqui, porque solo me dedico a escribir comentarios sin leer na…. jaja.
Victor, así da gusto hacer el camino: cervecita, vinito, otro vinito… me gusta tu estilo jaja!
Está genial como estás explicando todo detalladamente el itinerario, albergues, etc…
Saludos!
Ya me he puesto al día. Menudo tute te pegaste con el pie chungo…
Es bonito ir haciendo amistad con gente a lo largo del camino. A ver cómo llevaste los siguientes días.
Saludos
Hola tocayo,
Me ha parecido muy interesante la leyenda del gallo.
Yo creo que lo mejor del Camino es la gente que vas conociendo y también los pueblecitos pintorescos que visitas a lo largo del Camino.Y
además, en Portugal se come y bebe muy bien !!
Un abrazo.
Hi Victor, hello from one of the 3 Germans !
Happy feets on all of your future journeys!