«Las horas que son, seguro que ni se acuerda del chupete», me decía yo la segunda noche en Osaka a eso de la 1 de la madrugada cuando llegamos al hotel. Y a las 3 de la madrugada también. Pero realmente no sabía lo que decía. Eva lo tenía mucho más claro. La niña necesitaba su chupete, y punto. Y justo eso es lo que le faltaba a Vera para dormir esa noche…
Habíamos estado en un karaoke hasta bien pasada la media noche y en algún momento Vera se quitó el chupete y lo dejó en algún lado sin que nos diéramos cuenta. En los videos que hicimos con el móvil vimos que la niña tenía su chupete puesto hasta el último momento en el karaoke. Después ya no supimos más de él. Ni nosotros ni la niña lo echamos en falta en nuestro regreso al hotel porque al meterte en un metro de Japón con un bebe de ojos redondos y pendientes en sus orejas hace que el trayecto se haga de lo más entretenido y que no eches en falta nada. Ni tan siquiera su querido primer chupete. Nos dimos cuenta cuando subimos a la habitación y Eva quiso darla el pecho. Justo en ese momento saltaron las alarmas. ¿Dónde está el chupete de la niña? Pues no sabíamos… Lo buscamos por todas partes y el dichoso chupete no aparecía. Menos mal que Eva también es previsora (como toda madre) y se trajo otro de repuesto por si pasaba algo así. Pero aunque este segundo chupete lo había utilizado la niña anteriormente, ahora decía que por sus narices, no lo quería. Lo cogía, se lo metía en la boca, se lo sacaba, lo miraba por todas partes y lo lanzaba lo más lejos posible de ella (con genio nos ha salido… sí). Así durante un buen rato y con llantina entre prueba y prueba que comenzaba a ser desesperante.
Eva estaba convencida que el chupete se había quedado en el karaoke y que por la fama que tienen en Japón de honrados con las cosas que se encuentran (ya ves tu, quien iba a querer un chupete) el chupete seguro que seguiría allí. Por un momento pensé que a las 2 de la madrugada tenía que ir a por él. De hecho esa fue la idea que tuvo Eva, aunque yo me negué porque dudaba que lo fuera a encontrar y porque además, las horas que eran, tendría que coger un taxi para llegar al centro y llegamos al consenso de levantarme pronto al día siguiente (que justo a las 9 teníamos que coger un tren para ir a Hiroshima) e ir a buscar el chupete ya que tras unos mensaje con David (Flapy) me dijo que no creía que cerraran el karaoke en las 24 horas. Y así hicimos. Tras caer rendida la niña entre los brazos de Morfeo y su madre, yo me puse el despertador a las 5:30 de la mañana para ir en busca del chupete perdido. De verdad que nunca hubiera pensado que me fuera a ver envuelto en una situación así. Pero nada más lejos de la realidad.
A las cinco y media en punto me sonó el despertador. Poco había dormido pero me levanté como un resorte y totalmente despejado. Antes de salir traducí en el móvil varias frases en japonés tales como si «se habían encontrado un chupete» o «quisiera comprar un chupete» y con esto salí hacia el centro de la ciudad para ver si se producía el milagro. Ya era totalmente de día y una avalancha de gente se dirigía al metro a esas horas. Madre mía. Me iba a meter en plena hora punta en el metro. De esta no salía vivo, pensé. Pero sinceramente, me resultó un tanto de coña la situación. Parecía una película de terror. El andén estaba lleno, pero todo el mundo hacía cola en silencio antes de que llegara incluso el tren. Dentro del vagón no cabía ni un alma, pero no se escuchaba absolutamente nada. El único espacio que tenía alrededor mía fue el justo para poder hacer esta foto…
Cuando llegué a Dotonbori, el barrio de neones que hacía tan sólo unas horas estaba a rebosar de gente, parecía un lugar totalmente distinto sin prácticamente nadie por la calle. Sólo me encontré algún repartidor y a un chico jugando en una sala de juegos (lo de los juegos en Japón roza lo enfermizo). Si esto no fuera Japón, es muy probable que me hubiera sentido incómodo paseando por allí.
Al rato llegué al edificio donde se encuentra el karaoke donde estuvimos y me fui al ascensor. No sabía que planta era, así que di a la última y fui probando una a una. Cuando se abrió la puerta del ascensor en la última planta mi sorpresa fue que la salida estaba tapada totalmente por una valla metálica. No podía ver si realmente era allí donde estuvimos esa noche o no. Y algo parecido me pasó con el resto de pisos. Sólo en uno pude salir del ascensor y andar un poco entre pasillos oscuros sin absolutamente nadie por allí, pero en esa planta no estaba el karaoke. Volví a bajar a la calle y me fijé en los carteles que había. Todo estaba en japonés, pero en uno de ellos ponía en inglés que la sala de entretenimiento estaba en la sexta planta, la última, y que abría todos los días pero a partir de las ocho de la tarde. Así que nuestro gozo en un pozo. Nos iríamos de Osaka sin el chupete de Vera.
No me quedaba otra opción que ir a comprar un chupete nuevo y rezar que este le gustara a la niña. Pero el problema realmente estaba en donde comprar un chupete para un bebe en Japón a esas horas de la mañana. Entré en varios supermercados para preguntar si lo vendían y todos me decían lo mismo. Que allí no tenían. Pero tampoco me sabían decir donde podría comprar uno. Después de media hora dando vueltas por la zona y preguntando a todo el mundo donde podría comprar —el maldito— chupete, un empleado de una tienda finalmente me hizo ver la luz al final del túnel y me dijo un lugar donde seguramente lo vendieran.
El hombre me lo decía, pero otra cosa era que yo entendiera lo que me quería decir… porque todo el rato me parecía oír que decía donki hotel y me resultaba muy extraño tener que ir a un hotel a comprar un chupete, pero siendo primerizo en Japón me podía esperar cualquier cosa. Así que al final me fui a buscar por la zona que me había indicado un hotel que se llamara Donki que muy posiblemente vendieran chupetes (de locos…), hasta que llegué más o menos al lugar que me decía y tuve mi momento de lucidez para todo el día. El Don Quijote. Un cadena japonesa de tiendas donde puedes encontrar de todo y a cualquier hora. Y en japones, al pronunciarlo suena tal que así… «Don kihōte». Era justo aquí donde me estaba indicando y no ha ningún hotel (malditos idiomas…). Estas tiendas son la panacea a cualquier imprevisto que te surja en Japón. Me rio yo de la mierda de tienda que menciona todo el mundo de Todo a 100 en el barrio de Harajuku de Tokio. Las tiendas Don Quijote son un todo a 100, un decomiso, un vídeo club, una papelería, una relojería, una tienda de muebles, una ferretería, una tienda de alimentación, una… y así podría seguir y llenar dos páginas más. De verdad que tienes de todo y a muy buen precio, y cómo no, también tenían mi ansiado chupete, hasta de tres tamaños distintos (!wuaauuu que locura¡ me llevo todos).
Con un gran peso que me había quitado de encima volví a meterme en el metro para volver al hotel. Ya eran casi las siete y media de la mañana y en tan sólo hora y media salía el tren que teníamos pensado coger. Cuando llegué al hotel estaban aún durmiendo y justo las desperté para hacer la prueba de fuego. ¿Le gustará este chupete a Vera? Veamos… Se lo abrimos y se lo dimos en la mano. Quizás el nuevo color de su chupete le llamaba mucho la atención a juzgar por cómo lo miraba. Lo cogía, jugaba un poco con él y se lo metía en la boca sin soltarlo. No se lo acababa de poner del todo. Lo volvía a mirar y remirar por todos los lados dándole vueltas con las dos manos. Finalmente, y como si fuera su chupete de toda la vida, se lo metió en la boca y comenzó a hacer otras cosas como si no hubiera pasado nada. ¡Le gustaba el chupete!
De verdad que puede parecer una tontería (que hasta yo lo pensaba antes de que nos pasara esto), pero por culpa de una cosa así puedes fastidiarte el día o la noche como fue nuestro caso, y te das realmente cuenta cuando te pasa la primera vez. Ni que decir tiene que cuando tuvimos la oportunidad de comprar otro chupete igual lo hicimos, y al final del viaje acabamos comprando tres chupetes más porque llegamos a perder hasta dos.
Y por último un consejo más. Al igual que llevar un chupete de repuesto que sepáis que vuestro bebé lo coja (y si no lo coge, ya sabéis donde comprarlo, San Don Quijote), os aconsejo llevar también de repuesto una cadena para sujetar el chupete. En todo el viaje por Japón no encontramos en ningún lado la típica cadena que sujeta el chupete, y para no perder muchos más, adaptamos un cordón elástico que originariamente era de un silbato de árbitro. No fue mala la solución porque además de apañarnos, la niña iba más que entretenida con su nueva cadena azul fluorescente y elástica. En fin… cosas de padres primerizos.
Vaya con Vera! Al chupete de Nora no le hizo tantos ascos! Jaja.
Toda una aventura la vuestra…
Jajajajajaja.. no… a ese no. Ese se lo quería quedar!
Pobre mi pequeña… Y pobre nosotros!!!!! Que sudores cuando vi que no teníamos el chupete. Sara prepara un par de chupetes de Nora que nos los llevamos de repuesto.
Vic que bien lo has descrito!!!!
Pues Nora ya no usa y lo echa de menos a veces. Creo que ahora es Vera la que tiene que tener cuidado no vayan a robárselo…
Vaya con Vera!! Y menuda aventura xD
Me ha hecho gracia la confusión con el Don Quijote jeje menos mal que llegó a buen puerto 😉
Esas tiendas tienen de todo! Una locura jeje
Saludos!
jajajajajaja.. joder Verónica, pero es que lo decía tal cual. Donki Hotel… yo no salía de mi asombro y dudaba que fuera a encontrar un hotel que me vendiera chupetes jejejejeje… Justo el día anterior estuvimos en esa tienda con flapy y por eso caí en la cuenta. Lo que no sabía es que estaría abierta a esas horas…. Desde luego en esas tiendas entramos en mas de una ocasión a comprar.
Vaya historia y vaya aventura. Ahora a toro pasado es de lo más divertida, pero imagino la impotencia que tuvisteis que sufrir en aquel momento. Hay que ver cómo una cosa tan trivial como un chupete es capaz de convertirse en anécdota y objeto preciado en un viaje. Lo que me he podido reír con el Don Quijote del copón, jajaja.
¡Un abrazo!
Ya te digo que fue gracioso… sobre todo para Eva cuando me vio salir a las 6 de la mañana por la puerta jejejeje… Pero estuvo bien oye… Así me di un paseo por el centro de Osaka sin tanto turista jejejeje
Madre mía qué aventura con el chupete!!! Puffff!!!!! Iris nunca ha sido de usar mucho el chupete que digamos. Así que ese problema no lo hemos tenido… Pero sí que hemos tenido problemas con su muñeco favorito, como cuando nos lo dejamos en vuestra casa!!! Estas peques le cogen cariño a determinadas cosas y cualquiera se las cambia!! Menos mal que el que compraste en el Don Quijote sí que le gustó!!!
La verdad que Vera se puede tirar sin el chupete bastante tiempo, pero cuando Eva la va a dar el pecho le gusta tenerlo en la mano para ir poniéndoselo de vez en cuando y cuando termina de comer, se lo pone y se duerme sola… Pero vamos, que ya hemos aprendido la lección y para EEUU vamos a llevar una maleta con chupetes jejejejeje……
Vaya aventurita por culpa del chupete jejeje. Menos mal que pudiste encontrar uno. Ah! Y genial la solución de la cadena 🙂 Un saludo!
Ya te digo… No me esperaba que fuera a resultarme tan complicado jejejeje.. Lo de la cadena del chupete ya es otra historia. No entiendo como en lugares donde venden chupetes no venden también eso…
Me lo había mirado por encima, pero hasta hoy no me lo he leído con detenimiento, menuda odisea macho… A saber donde fue a parar el chupete. Menos mal que el nuevo le gusto 😀