– !!Pero que día tan fabuloso¡¡ – Esta fue nuestra reacción tras levantar la persiana y ver que un día más el cielo continuaba libre de nubes y brillaba un sol radiante. Recordando el día anterior, nos parecimos a Heidi asomándonos a la ventana al igual que hacía ella con el tragaluz del pajar. Estos primeros rayos de sol nos terminaron de cargar las pilas para comenzar un día que se presagiaba tranquilo. Trataríamos de ver Lucerna en un día y tras llenar el coche con todos los bártulos nos pusimos en marcha sobre las 9 de la mañana.
Visita a Zug
La distancia a Lucerna desde Zúrich es muy corta, apenas 50 kilómetros y no más de 45 minutos en coche, por lo que nos permitimos el lujo de improvisar un poco y hacer una parada a mitad de camino para ver un poco el casco antiguo de la ciudad de Zug junto al lago homónimo.
Llegamos al centro de la ciudad y tuvimos suerte porque justo había un hueco en todo el centro para dejar el coche. Casi no había nadie por la calle, solo algún camión descargando pescado en un restaurante y un poco de gente que iría a sus trabajos. Justo al lado de donde habíamos aparcado teníamos la antigua entrada a la ciudad que hoy en día es una esbelta torre con dos relojes, uno normal que marca la hora y otro astronómico.
Esta torre ha sido ampliada numerosas veces desde que se construyera en el siglo XIII, fecha en la que los condes de Kyburg fundaron la ciudad. Antiguamente aquí había unas puertas que se cerraban cada noche para preservar la ciudad de maleantes y posibles ataques y ahora nosotros irrumpiríamos en el interior a través del arco para dar un paseo rápido por sus pequeño casco histórico.
Nada más entrar nos encontramos con el ayuntamiento que data de 1505 y justo al lado teníamos ya el lago de Zug. Un inmenso lago en el que el turismo fluvial y la pesca tienen una gran importancia pese a que antes de los años 80 se consideraba uno de los lagos más contaminados de Suiza. Hoy en día, tras tomar ciertas medidas, se ha conseguido solucionar mucho ese problema, aunque asomándome al agua pude ver buena cantidad de algas y basura. Pese a ello, el paisaje del que se puede disfrutar desde su orilla es relajante al 100%.
Básicamente la ciudad vieja se resume en dos calles angostas paralelas al lago y con edificios que conservan su carácter medieval. En algunas plazoletas o esquinas se suceden varias fuentes con estatuas tan dispares como la dedicada a Gret Schell, un personaje que crearon algunos gremios de la localidad. La tradición, que aún se mantiene viva, cuenta que Gret Schell salía los lunes de carnaval con su marido borracho a sus espaldas después de que este hubiera estado empinando el codo durante horas en la bodega, y con ayuda de siete bufones, repartía dulces, naranjas y pan mientras que los niños gritaban “¡Gret Schällebei!”. Una tradición curiosa, como la fuente que me llamó mucho la atención.
Nos alejamos del lago y nos adentramos un poco más en el resto de la localidad llegando hasta una de las torres que existen desde que la ciudad fue amurallada. Hoy en día apenas se puede ver algo del antiguo muro ya que este se eliminó casi en su totalidad en 1885 para facilitar los proyectos urbanísticos que se querían llevar a cabo y por ello las torres se ven libres y solitarias en medio de la calle, como la torre de la Pólvora que teníamos frente a nosotros. Esta fue terminada en el año 1535 y como su propio nombre indica, fue destinada como almacén de pólvora.
Saliendo por donde tenían que estar las murallas, nos fuimos directos a la iglesia de San Miguel que se posicionaba en lo alto de una colina. Esta iglesia fue consagrada en el año 1902 y salvo por unos frescos, no lo encontré ningún atractivo. Relativamente moderna y normalita.
Desde aquí nos acercamos hasta la iglesia con más valor de la ciudad de Zug, la iglesia de St. Oswaldo dedicada a este santo que fue Rey de Northumbria, uno de los territorios menores que ocuparon los Anglos en la Gran Bretaña del siglo VI. Esta iglesia se construyó en el siglo XV en estilo gótico tardío y lo que más llama la atención y recomiendo no perderse, es el increíble mural del Juicio Final pintado en 1866 que ocupa todo el arco que precede al Presbiterio.
Con esto dimos por concluida nuestra rápida visita a Zug y nos fuimos a buscar el coche donde lo había aparcado hace un par de horas. Al llegar a él vimos un papelito en el parabrisas… y de publicidad no era… Los amables y siempre atentos agentes de la ley y el orden de Zug me dejaron una nota sujeta al limpia-parabrisas deseándome que tuviera una propicia visita a su ciudad y que volviera cuando quisiera por allí. “Más o menos” ponía eso, pero es que mi alemán no es muy bueno…
Qué ver en Lucerna en un día
Al rato llegábamos a Lucerna y fuimos directamente hacia el centro de la ciudad para dejar el coche en un parking por el resto del día. Serían aproximadamente las 12 de la mañana y tendríamos menos de un día para ver Lucerna por que lo rápido nos encontramos danzando por las calles de la ciudad en busca del río Reuss por donde nos moveríamos el resto del tiempo. Tenía muchas ganas de ver el puente de madera sobre el río Reuss y con ello cumpliría uno de los objetivos del viaje. Este no se hizo esperar y según aparecimos junto al teatro, lo vimos atravesar el río de puntillas como intentando no tocar el agua.
Pero ahora no lo atravesaríamos. Esperaríamos un poco y antes veríamos un mercado callejero que había a esta orilla del río. Habíamos visto antes que numerosas tiendas adornaban sus escaparates con huevos pintados de cientos de colores. Pensamos que serían huevos de Pascua y de hecho lo eran, pero es asombrosa la cantidad de huevos que veíamos en todas partes. En mi vida he visto tantos huevos juntos como en este viaje a Suiza —¡Ni cuando mi abuelo tenía gallinas!—. En este mercado cada puesto tenía numerosos huevos pintados de distinta forma, además de exquisitos quesos que nos recordaban que estamos en un país que contempla cerca de 400 tipos de quesos diferentes.
Qué ver en Lucerna; la iglesia de los Jesuitas
Nos encontrábamos junto a la iglesia de los Jesuitas y este era uno de los lugares que quería visitar. Se construyó en el siglo XVII en estilo barroco y fue la primera de estas características en territorio suizo. Su interior, más llamativo que el exterior, es de un blanco puro adornado con profusa decoración barroca en tonos rosados dándote la sensación de estar envuelto en una gominola. Si entráis dentro, no os olvidéis de mirar al techo donde podéis ver unos preciosos frescos que datan de 1749.
Qué ver en Lucerna; el puente Spreuer
Lo característico de esta ciudad y que sale en todas las postales y folletos turísticos de Suiza son los puentes de madera que atraviesan el río Reuss. Son lo más famoso de la ciudad con diferencia y prácticamente diría que de todo el país, sin mezclar naturaleza con arquitectura, por supuesto.
En Lucerna tenemos dos puentes con bastante solera cada uno. El que primero íbamos a cruzar sería el puente Spreuer, también llamado de los molinos y que data de 1408. Está más alejado del lago tras una curva del río y a lo largo de la pasarela se pueden ver unas pinturas de Kaspar Meglinger que pintó entre 1626 y 1635 representando la “danza de la muerte”.
Cruzamos de nuevo el río por el puente de Rathaus-Steg (que se encuentra en medio de los dos puentes famosos) desde donde se puede conseguir una bonita vista del puente de la capilla, el puente más famoso de Lucerna.
Qué ver en Lucerna; el puente de la Capilla
El Puente de la Capilla es más antiguo aún que el de Spreuer, datándose este en 1365. Pero desde aquella época hasta nuestros días ha sufrido muchas reformas debido sobre todo a dos acontecimientos. El primero en 1835 cuando se derrumbó buena parte del puente perdiendo 75 metros que nunca se recuperaron, y el segundo en 1993 ocasionado por un incendio en el que se destruyó casi en su totalidad perdiéndose muchas de las pinturas que había en su interior.
Pero las restauraciones han conseguido que podamos de nuevo andar sobre él y disfrutar de uno de los tesoros que contiene Suiza. Aún conserva orgulloso el record de ser el puente de madera más antiguo de Europa y además es uno de los más largos de estas características con sus más de 200 metros que unen la ciudad nueva con la vieja.
Pese al último incendio, aún se pueden ver algunas pinturas restauradas que muestran parte de la historia de la ciudad, pero la gran mayoría de los espacios en los que había pintura ahora simplemente se ve madera nueva y vacía de ilustraciones.
La famosa torre del agua que se encuentra a mitad del puente y que se cree que es más antigua que la propia pasarela, formaron parte, junto a las murallas que se ven en lo alto de la colina y que más adelante veríamos, de la antigua fortificación de la ciudad. Esta torre hoy por hoy es una simple tienda de souvenirs y atrás quedaron los tiempos donde sirvió como prisión.
Os invito en un corto vídeo a atravesar el río Reuss a través de esta histórica pasarela.
Qué ver en Lucerna; el lago de Lucerna
Tras cruzar los dos puentes y pasear por el casco histórico un rato, nos fuimos hacia la orilla del lago de Lucerna, también llamado de los cuatro cantones por la antigua unión de los cantones de Uri, Schwyz, Unterwalden y Lucerna. Justo estas aguas fueron las que vieron navegar preso al legendario Guillermo Tell tras la famosa escena de la flecha y la manzana y fueron en estas tierras donde se cuenta que Tell empezaría una insurrección contra los Habsburgo llevando a los cantones hacia la independencia y empezando a crear lo que en un futuro sería Suiza.
Qué ver en Lucerna; escultura del León
Otro de los lugares de Lucerna que no quería perderme era la escultura del León moribundo que realizó un albañil de Constanza bajo la supervisión del escultor danés Bertel Thorvaldsen. Esta escultura rinde homenaje a los más de 700 guardias suizos de la familia Real de Francia que perecieron durante la revolución francesa cuando defendían el palacio de las Tullerías parisino. El León se encuentra tallado en la roca en un pequeño parque al que se accede gratuitamente.
Cuando lo vimos por primera vez no pudimos evitar poner cara de sorpresa ante semejante escultura. Es bastante más grande de lo que nos esperábamos y el trazo diría que es perfecto. Mirando a la cara del León se puede sentir perfectamente como la muerte le acecha mientras reposa junto a dos escudos con la flor de lis y la bandera suiza representados en ellos.
Un pequeño estanque precede a la figura que hace aún más bella la estampa y sobre el animal se puede leer una frase escrita en latín dedicando el monumento “a la lealtad y la valentía de los suizos”. Es sin duda una de las cosas que más me ha gustado de Lucerna y que recomiendo no perderse.
Justo al lado está el jardín de los glaciares donde se puede uno hacer a la idea de como era esta zona en la lejana era glaciar. Es un lugar que me hubiera interesado visitar, pero temiéndome que no estaría nada traducido al español, preferimos no entrar y seguir visitando cosas.
Qué ver en Lucerna; antigua muralla de la ciudad
De aquí nos fuimos andando hacia la antigua muralla de la ciudad que aún conserva intactas las nueve torres que coronan el paisaje de Lucerna desde el siglo XIV.
Nuestras piernas sintieron mucho que quisiéramos subir, porque las cuestas que hay que ascender hasta llegar a ellas son considerables, además de que hacía un sol que calentaba de lo lindo. El sendero que hay por el lado posterior a la ciudad se convierte en un agradable paseo por el campo.
Casi al final del todo nos llamó la atención una serie de animales que descansaban plácidamente a la sombra. Eran vacas peludas que por el norte de Europa son más fáciles de ver, pero además estaban acompañadas por una serie de llamas que estas sí que no es muy normal verlas en el viejo continente. Nos imaginamos que se trataría de alguna especie de zoo… pero realmente no sabemos que hacían allí.
Tras recorrer la muralla nos pusimos frente a ella para ver las vistas de la ciudad y poco a poco fuimos bajando hasta llegar de nuevo al casco histórico de Lucerna.
Camino a Lauterbrunnen contemplando aisajes Suizos
No era muy tarde todavía, pero aún teníamos que llegar hasta el aparcamiento, coger el coche y partir hacia el valle de Lauterbrunnen, así que preferimos no entretenernos mucho más para poder llegar de día a nuestro siguiente destino.
El camino que teníamos por delante era de tan solo una hora, pero teniendo en cuenta el interés paisajístico, seguro que tardaríamos bastante más. Y así fue, porque al poco de comenzar a subir montañas nos encontramos con varios miradores a los que tuvimos que parar inevitablemente.
La carretera serpenteaba la ladera de la montaña y nos hacía trepar hasta lo alto para luego bajar junto al lago de Brienz que nos guiaría hasta Interlaken. Una vez allí solo nos quedarían recorrer unos pocos kilómetros más hacia el interior del valle de Lauterbrunnen donde teníamos reservado una cabaña en el camping Jungfrau. Según nos adentrábamos en el interior del valle, más se nos torcía el cuello mirando el espectacular entorno donde dormiríamos las tres siguientes noches. El camping estaba realmente bien y la cabaña donde dormiríamos estaba sobradamente equipada para estar cómodamente los tres.
El día todavía nos regalaba unas horas de luz y decidimos ir a pasear tranquilamente por la carretera que avanzaba más al interior del valle. Un paseo por aquí podría quitar el estrés acumulado de todo un año a cualquier persona.
A este valle también se le conoce como el valle de las 72 cascadas y no hay más que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de porqué. Numerosas cascadas se despeñaban desde lo alto de las verticales paredes formando un paisaje único y maravilloso.
La verdad es que todavía no estábamos en época de deshielo y no caía mucha agua, pero aún así, era espectacular encontrarse en medio de aquel paraje.
Poco a poco se nos fue haciendo de noche y volvimos a la cabaña a prepararnos la cena y rezar para que al día siguiente se levantara despejado y en unas condiciones óptimas para poder ascender hasta el Jungfrau. Esta era la prueba de fuego… Si en estos dos días siguientes podíamos ascender al “Top of Europe”, podíamos decir que el viaje a Suiza había sido ya todo un éxito.
La verdad es que los paisajes y las ciudades son espectaculares!!!!! Me he apuntado el destino en mi cuadernillo de destinos próximos. Estoy impaciente por ver si pudisteis subir o no, jejejeje.
¡¡Qué paisajes!! No imaginaba que Suiza podría albergar sitios tan bonitos como Lucerna. El puente es una pasada! Y si además, es uno de los más antiguos de ese tipo, me parece más bonito aún!
Saludos
Víctor, pero si yo estuve en ese camping!! Fue con mis padres y yo tenía 12 años, pero lo recuerdo perfectamente. Eso sí, nosotros en tienda de campaña, que hubo una noche que calló un diluvio… La zona es una pasada, recuerdo que en lo alto de las montañas de ese valle lleno de cascadas, saltaba gente en parapente :O
Saludos¡
Buenas a todos! este relato va lento… pero va…
– Babyboom: Lucerna me gustó mucho pero le dedicamos poco tiempo y me dejó un sabor de boca un tanto confuso… Desde luego de lo que conozco de Suiza me quedo con la parte que viene ahora…
– M.C.; Lo que visitamos son bonitos… y eso que nosotros nos centramos mucho en ciudades. Me gustaría volver algún día para estar en la montaña y esquiar un poco… tiempo al tiempo.
– Dany; Que bueno Dany! y te acuerdas?? jejeje.. es un sitio alucinante y antes de reservar allí estuvimos mirando algún albergue en Interlaken… Menos mal que al final encontramos este camping. Pues lo del parapente se sigue haciendo porque lo vimos publicitado, aunque nosotros no vimos a nadie tirándose.
Ahora mismo estoy haciendo un resumen del finde pasado en la Rioja alavesa y después continuaré con Suiza… Se está retrasando más de la cuenta este relato pero es que no tengo tiempo… y cuando lo tengo me lio con otras cosas. En días pondré un pequeño post par decir donde marchamos en Septiembre… aunque la mayoría ya lo sabéis…
Un saludo!!
Hola, Victor:
Enhorabuena por tu blog, del que me he hecho seguidor desde que lo descubrí.
Me ha gustado especialmente esta entrada, pues 3 semanas antes que vosotros estuve durante apenas 5 días en Suiza y el plato fuerte fue, para mí, Lucerna (lo sitúo por encima de Ginebra, Zurich y Liechtenstein). También tenía interés en ver el León Moribundo, que es una talla impresionante en la pared rocosa de la montaña y que me hizo contemplarla embelesado durante un buen rato.
Una puntualización con respecto al Jardín de Glaciares, al que entré poco convencido y me gustó bastante: nada más pedir el billete de entrada la taquillera me preguntó de qué país era. Al decirle que era español me entregó un folleto en castellano donde estaba todo lo que podía verse en el interior perfectamente explicado…
Un nsaludo cordial,
Ricardo Lafita.
Qué bonito Lucerna. Me ha encantado el puente, es un pasada. Menos mal que lo reconstruyeron, si no hubiera sido una autentica lástima.
Que majos los policias suizos, todo un detalle dejaros una nota deseando que volvaís pronto a su ciudad! XD
Al fin he podido sacar un hueco para leer la entrada, espero no despertarte xDDD
Que simpáticos los guardias con las notitas…
Precioso Lucerna, todo aquel que va allí me habla maravillas de aquel sitio.
Muy bonita tanto la ciudad como sus jardines, imponente la estatua del León y luego el valle con las cascadas, que paisaje más increíble, me recuerda algo a Yosemite.
Esperando la próxima entrada.
Saludos Victor 😉