A poco más de una hora en coche desde Riga en dirección a Lituania se encontraba nuestro siguiente destino en nuestra ruta por las Repúblicas Bálticas. El palacio de Rundale. Y mira que yo nunca he sido mucho de visitar palacios, pero después haber hecho la ruta por los castillos de Luis II en Baviera le estoy empezando a coger el gusto a estas visitas culturales. No sé si será por la curiosidad de ver las extravagancias de la vida de palacio o es que me estoy haciendo mayor, pero el caso es que la visita a esta residencia de verano de los duques de Curlandia me gustó.
Visita al Palacio de Rundale
Para llegar hasta el palacio es fácil si lo haces en coche, pero la verdad es que, aunque se encuentre relativamente cerca de Riga, el palacio de Rundale queda un poco en medio de la nada rodeado de campiña letona en la región de Zemgale, como he dicho, muy cerca de la frontera lituana. Lo más cercano, que no es mucho, es la población de Bauska a 12 kilómetros donde podéis pararos a ver su antiguo castillo medieval y donde quizá sea un buen lugar para alojaros, pero nosotros preferimos quedarnos en el bonito hotel Rundale junto al palacio (creo recordar que unos 40€ la habitación triple) para así visitarlo a primera hora y poder ir dando un paseo hasta él.
El palacio que hoy podemos ver majestuoso como un oasis en medio del campo, en realidad ha tenido una existencia muy ajetreada y no siempre se vio así de esplendoroso. Durante su larga vida, desde 1736 que se comenzó a construir, ha sido un ir y venir de propietarios y funciones.
Lo mandó construir el duque de Curlandia, Johann von Biron, cuando estas tierras aún formaban parte del Gran Ducado de Lituania. Las obras del palacio se completaron en dos etapas (ya que al duque lo desterraron a Siberia) y se finalizó en el año 1768 pudiendo pasar Biron los últimos cuatro años de su vida en él.
Tras su fallecimiento, el palacio fue heredado y finalmente en 1795 pasó a ser propiedad del Imperio Ruso y ofrecido a la familia de los Zubov los cuales lo mantuvieron casi intacto salvo en algunos detalles exteriores que añadieron en los pórticos. A principios del siglo XIX Napoleón y su ejército comenzaron la invasión contra Rusia y tras su paso por esta zona el palacio quedó semiabandonado por numerosos actos vandálicos.
Durante los siguientes 100 años aproximadamente el palacio recobró la calma y fue restaurado de los daños ocasionados y utilizado como residencia de verano de sus siguientes propietarios, la familia Shuvalov. Pero la I Guerra Mundial estaba próxima y durante este conflicto bélico el palacio fue ocupado por las tropas alemanas donde instauraron en él la comandancia y un hospital. Pasado este periodo, a parte del palacio se le asignó la función de escuela y posteriormente también a una organización de inválidos por la guerra.
Como podéis leer, la vida de estos lugares es siempre de lo más ajetreada y lo que vemos hoy en día suele ser en la mayoría de los casos un lugar restaurado para la memoria del país donde, a través de una guía y visionando las salas renovadas con la elegancia con la que lucieron, entender un poco más el país que estamos visitando. Quizás por eso le estoy cogiendo el gustillo a esto de visitar palacios y castillos, y aquí en Letonia hay varios para hacerlo.
Este de Rundale se puede visitar desde 1972 cuando fue inaugurado su museo donde se puede observar en todo su esplendor una de las joyas del arte barroco y rococó de Letonia, pero además, como todo gran palacio que se precie, podremos disfrutar también de unos jardines aflorados rodeados por un relajante canal que nos recuerda a los más elegantes jardines franceses.
Un bonito lugar para despedirnos de un país que me sorprendió muy gratamente y al que volveré tarde o temprano. Pero el viaje proseguía, y ahora cruzaríamos a Lituania para visitar uno de esos lugares frikis que me gustan. Un lugar tan curioso como turístico del país lituano.
Información útil para visitar el castillo de Rundale
- Página del Palacio de Rundale
- Horarios del palacio
- Precios de la entrada
- Nuestro hotel en Rundale
Que bonito ehhh?? Rundale que dale. Que de historia aprendo, me gusta que cuando te voy traduciendo, lo apuntes todo para el blog. Nos vemos en el siguiente capitulo.
Dale, que dale… Nos vemos en el siguiente capítulo??? mejor Japón… ;P
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En mi caso creo que me hice viejo hace ya años entonces, porque me encantan estas visitas a Palacios de la época, ver como vivían en esos siglos y sus extravagancias tan descaradas, me gusta este lugar, anotado queda 😀
Matta ne 😉
Pues ya te digo… A mi no me solían gustar y ahora le voy cogiendo el gustillo, aunque tampoco me veo un apasionado de los palacios…
Pues a mi también me gustan estas visitas. Me encanta ver como vivían antes, aunque a menudo salgo con cabreos por ver como se malgastaba y se sigue malgastando el dinero. Unos tantos y otros tan pocos.
Ya te digo… Menudo dineral hay en algunos palacios. Y siempre que visito uno me pregunto ¿para que necesitarán tanto? En fin… Es el poder…
ME pasa como a tí. Al principio se me abría la boca sola nada más pisar un palacio-castillo.fortaleza.. pero cada vez me parece una visita de lo más cultural!! Saludos!
Nos hacemos mayores Jorge… jejejeje… pero eso es bueno!
Lo visité en setiembre pasado , me pareció espectacular . Al que le guste la fotografía , se verá agradablemente sorprendido .
Hola Julio! la verdad es que si. Es un palacio de lo más fotogénico.
Realmente tu descripción del palacio, así como las fotografías son excelentes. Lo visité en septiembre y ahora me encuentro con tu blog que es como si reviviera la visita.Agradezco tu reportaje.
El guía que nos acompañó resultó ser de lo más simpático y muy bien informado. Al final, Joham von Biron era casi como de la familia.Las habitaciones rosa y azul ciertamente notables.
Michísimas gracias.
Muchas gracias a ti Lluís por tu comentario!