Ulán Bator, o la ciudad que vimos.

Es una lástima que la hora de salida de nuestro tren hasta Ulán Bator fuera tan tarde. El camino hasta Ulán Udé, la última parada importante en Rusia antes de entrar en Mongolia, lo haríamos de noche y perdiéndonos las vistas del lago Baikal. A cambio, empezamos a soñar con jinetes, ger y personas de ojos almendrados.

Ulán Bator.

Esa mañana no había prisa por despertarse, pero al final el ajetreo del tren nos hizo reponernos del catre y comenzar un nuevo día entre las paredes de aquel vagón. En Ulán Udé debió de separarse el tren y ahora solo éramos unos pocos vagones los que nos dirigíamos a Mongolia. Pronto el paisaje que nos rodeaba fue cambiando de los inmensos bosques de coníferas a la soledad de la infinita estepa. Las dos vías de tren que nos siguieron desde Moscú se habían separado y se convirtieron en tan solo una durante los últimos kilómetros que recorrimos por Rusia.

Transmongoliano

Bordeando el lago Goose

Tras la ventanilla del tren había un día espléndido, pero dentro solo era uno más de los que habíamos vivido días anteriores en otro tren. La velocidad a la que íbamos no llegaría ni a 50 kilómetros a la hora, y podíamos ver perfectamente los hitos kilométricos que nos marcaban la distancia que llevábamos recorrida desde Moscú.

Transmongoliano.

Transmongoliano.

Hicimos algunas paradas en pueblos que estarían incomunicados si no llega a ser por este tren. Hoy hace un buen día, pero los inviernos aquí tienen que ser muy duros.

Transmongoliano.

El tren se detuvo en la estación de Naushki la cual hace frontera con Mongolia y la provodnitsa fue pasando por todos los compartimentos pidiendo los pasaportes. Se los llevaba para que nos pusieran el correspondiente sello y mientras tanto unos militares, ya con rasgos claros mogoles, se pasearon por todos los vagones observando con detenimiento.

Estación de Nauskhi

Cuando el control estuvo hecho, nos dejaron bajar para estirar las piernas y dar una vuelta por los alrededores ya que la parada prevista era algo más de dos horas. Nos fuimos a comprar algo dulce a un mercado cercano a la estación y volvimos justo a tiempo para ver cómo nos cambiaban de locomotora. Aquí en Mongolia ya iríamos remolcados por la fuerza de un motor diésel.

Casi puntual, pasadas las dos horas, nos devolvieron los pasaportes y el tren volvió a ponerse en marcha.

Frontera de Mongolia

Este es el paso fronterizo con Mongolia. Aquí se vuelve a detener el tren durante un rato, pero no entra ni sale nadie.

Lo que recuerdo perfectamente, y dudo que se me olvide nunca, cual fue la primera imagen que tuve de Mongolia. Cruzábamos lentamente los primeros kilómetros de vía en la provincia de Selenge y a nuestra derecha veíamos un campo verde inundado por ríos donde se habían instalado varios ger a orillas del agua.

Mongolia

A nuestra izquierda había una pequeña montaña que se elevaba algo más de 100 metros, y como si estuviera preparado y de un actor se tratara, un jinete nos observaba montado en su caballo encaramado en lo más alto de la loma. No podía quitar la mirada de aquella silueta que inevitablemente me recordaba a los famosos toros españoles que tenemos repartidos por todas nuestras carreteras. Incluso dudé por un instante, al verlo allí parado, de que se tratara de algo vivo. Más bien parecía una pequeña estatua de Genghis Khan que habrían colocado allí para que recordáramos el inmenso imperio que fue el mongol. Pero no. El jinete estaba quieto, pero el caballo movía la cabeza de arriba abajo. Eran de verdad y observaban con detenimiento el pequeño tren que se adentraba en su territorio. Al cabo de unos segundos el jinete tiró de las riendas e hizo levantar al pequeño caballo sobre sus dos patas traseras y salió galopando hasta perderle de vista. Pocos en el vagón se dieron cuenta de aquel detalle que yo vi gracias a que no podía dejar de mirar por la ventana. Y así anduve hasta que la oscuridad de la noche tragó este basto terreno y convirtió el paisaje en una silueta borrosa iluminada tenuemente por una luna llena que iba tomando protagonismo poco a poco en la noche. La oscuridad en Mongolia cuando cae el sol es extrema. Sobrecogedora.

Trenes en Mongolia

Entre dos trenes en la noche durante una parada.

Ulán Bator. La ciudad más fea que he visto en mi vida.

La mañana siguiente recuerdo que fue muy gélida. En el exterior tendríamos no más de 4 o 5 grados y desde la comodidad de nuestro compartimento comenzamos a ver algunos edificios en la lejanía. Nos estábamos acercando por fin a Ulán Bator.

Cuando pusimos los pies en tierra era muy temprano aún y solo teníamos en mente llegar a nuestro alojamiento para soltar las mochilas. Teníamos reservada una noche en el Hostel Zaya´s (26€ habitación triple) pero no teníamos ni idea de cómo llegar hasta él y solo teníamos su nombre y una ligera idea en la cabeza de por dónde andaba. El albergue ofertaba que nos recogían en la estación a la hora que llegáramos, pero lo reservamos con muy poca antelación y como nos temimos, nadie vino a recogernos.

Salimos de la estación y la primera impresión que tuvimos, al menos yo, fue la de no haber cambiado de país, de que habíamos llegado a otra ciudad pero que seguíamos estando en Rusia. Mismos coches, mismos edificios, mismas amplias avenidas, solo la gente delataba que habíamos cruzado una frontera. Nos pusimos a hablar con una chica del hostel Golden Gobi que venía a recoger a turistas y finalmente se prestó a llevarnos en su furgoneta hasta nuestro alojamiento porque le pillaba de paso. Con ese detalle se había ganado el que fuéramos a preguntar más tarde sobre sus excursiones, pero ahora todavía era demasiado pronto y decidimos ir primero a nuestro alojamiento y soltar las mochilas para recostarnos un poco, ya que esa última noche no habíamos descansado muy bien en el tren.

Ulán Bator.

Teatro nacional

A todo esto, mi famoso dolor de muela había desaparecido casi en su totalidad, pero a cambio de esto, se había instalado en mi moflete izquierdo una bola que parecía que estuviera chupando un caramelo. No dolía pero era molesto, y sobre todo no me fiaba que volviera otra vez el intenso dolor que tuve en la isla de Olkhon, por lo que decidí llamar a nuestro seguro de viaje para que me mandara vérmelo a algún lado ya que al día siguiente teníamos pensado irnos unos días fuera de la ciudad. Contacté con ellos desde el albergue y me dijeron que se ponían en contacto con la persona que llevaba esta zona para que me llamara y me confirmara donde tenía que ir. Pero tras una hora nadie contactó conmigo y me extrañó mucho. Volví a llamar a AXA y el mismo chico de antes se sorprendió que no me llamaran y me dijo que me fuera tranquilo, que movería él el tema y me llamaría a mi móvil. Y a la expectativa, nos fuimos a visitar la ciudad Eva, David, yo y mi moflete… Al final acabé siendo el “pupas” de este viaje.

Aquí una pequeña muestra del cachondeo que se tenían conmigo… Esta imagen es del día anterior en el tren.

La verdad que no tuvimos mucho tiempo para centrarnos en la capital. Teníamos pendiente contratar la excursión para hacer una ruta por el país y también teníamos que pillar los billetes de tren destino a Beijing para la semana siguiente, por lo que el tiempo premiaba y nos organizamos como pudimos.

Es una pena no haber dado una oportunidad mayor a la ciudad, porque la sensación que nos llevamos de ella no fue nada buena. Ulán Bator es la ciudad más rara que he visto en mi vida y también de la más fea. A cada paso que dábamos nos íbamos ratificando sobre esta impresión y la sensación era cada vez más desoladora. Edificios de pisos antiguos que se caían a cachos, jardines pequeños con apenas hierba, columpios oxidados y vacíos de niños…

Ulán Bator.

Poco a poco se están levantando mastodónticos edificios que contrastan con los de la periferia de la ciudad.

En los planos turísticos vimos un parque que a priori parecía una zona verdosa y animada, y salvo en una parte donde hay un pequeño parque de atracciones, el resto de jardín (la mayoría) parecía haber sufrido un ataque nuclear. Árboles quemados y troncos en medio del camino, latas de bebidas por el suelo que del tiempo que llevan tiradas ya no se diferenciaba de que eran y una fuente en el medio del parque sin una gota de agua. De verdad, un auténtico desastre.

Ulán Bator.

Parecía una ciudad desamparada que se había quedado huérfana tras la caída de la URSS. En las calles principales se nota aún la influencia soviética imposible de disimular por muchos de sus edificios. Las aceras en muchas partes son arrozales llenos de escombros y decoradas por hileras de arbustos descuidados. Cuando los rusos se marcharon de aquí en 1991, la economía se hundió y se llevó por delante la estabilidad de muchas familias que vieron como perdían su cómoda posición social y poco a poco acabaron cayendo en la miseria.

Ulán Bator.

Saliendo del «parque».

El sistema capitalista comenzó a apoderarse cada vez más de la gente y creando más diferencias sociales entre ellos. Por eso no es de extrañar pasear por la ciudad y encontrarse con comercios de lujo y restaurantes caros mientras que por la calle no dejas de ver niños desamparados pidiendo algo de comer o buscando en la basura. Muchos de estos niños son huérfanos que viven en comunas bajo las alcantarillas de la ciudad. Son los “niños rata” de Ulán Bator o los «nómadas de las cloacas».

Ulán Bator.

Se cuentan por miles y cada día emergen del asfalto en busca de comida o algunas monedas, ya sea lavando coches, mendigando, robando o prostituyéndose por poco más de un euro. Cuando llega la noche las alcantarillas se convierten en auténticas trincheras donde escapan de las malas intenciones de los adultos, y entre ellos, en una especie de jerarquía que se mide por la edad, se defienden hasta la muerte incluso de otros niños que viven en alcantarillas de otro distrito.

Ulán Bator.

Todo es válido para poder comer y tener un lugar donde dormir. Pero es en invierno cuando más necesitan de estos cobijos donde se resguardan de las temperaturas tan extremas que tienen, y junto a tuberías de la calefacción, duermen entre cartones todos juntos para sobrevivir cada día.

Ulán Bator.

Pero esta situación no se aprecia al pasear por el centro de la ciudad, donde coches de lujo compiten con furgonetas y trastos viejos por hacerse un hueco en las atestadas calles. En el centro es todo “moderno”, y como he dicho antes, muy poco atractivo. Si acaso se salva la plaza de Sukhbaatar, el lugar donde se proclamó Mongolia independiente de China y donde se recuerda aquel momento con una estatua ecuestre del militante político Damdin Sukhbaatar, el padre de la Mongolia moderna.

Ulán Bator.

El edificio que más destaca es el parlamento mongol que es custodiado por una estatua enorme del lider Genghis Khan

Ulán Bator.

Anuncio de coca-cola sobre parte de la fachada del edificio de correos.

Uno de los lugares que más me llamó la atención y que me hubiera gustado conocer eran los barrios de casas bajas que hay en la ladera de la montaña que resguarda la ciudad. Llegan hasta abajo y desde la lejanía me recordaban a las favelas brasileñas. Nos recomendaron no pasear por allí, pero me imagino que no pasaría nada por ir. Aun así preferimos hacer caso y no hacerlo porque además teníamos pendiente aún solucionar el tema de la excursión y los billetes de tren.

Ulán Bator.

Antes de comer recibí la llamada de mi seguro de viaje y me mandó ir hasta el hospital número 2 para que me vieran lo de la muela, así que nos cogimos un taxi y me presenté allí donde tenía que preguntar por un Doctor en concreto. Al momento me atendieron y me llevaron a un cuarto para verme la boca. David se encargaba de la traducción del inglés y yo de mantener la boca bien abierta medio sudando para que no me tuvieran que quitar la muela en ese momento. Finalmente me dijeron que sufría una artritis en la dentadura y me mandaron ponerme frío hasta que se me bajara la hinchazón. A la vuelta a España mi médico flipó con ese diagnóstico y me aseguró que solo era una inflamación debido a la infección de la muela. Pero fuera lo que fuera, en aquel momento no me dolía y yo me quedé más tranquilo al vérmelo un médico antes de que nos fuéramos de la ciudad.

Tras comer nos fuimos en dirección a la estación de tren y para llegar a ella probamos un método de transporte habitual en Ulán Bator que había escuchado en algún sitio. Se trata de parar a cualquier coche que veas y pactar un precio hasta algún lugar, por lo que en esta ciudad, cualquier coche puede ser un “taxi”. No es que te pare todo el mundo, pero no nos costó más de 5 minutos encontrar a un conductor que estuviera dispuesto a llevarnos por poco más de 1€.

En la estación de tren, además de ir a comprar los billetes a Beijing, teníamos pensado buscar a un conductor para hacer una ruta por Mongolia durante una semana y que nos acercara a las puertas del Gobi, pero cuando llegamos allí no vimos a nadie que nos ofertara esto y a los que preguntamos nos dijeron que no. Yo pensé que estando en la estación donde llegan todos los turistas encontraríamos fácilmente a alguien que estuviera dispuesto a hacerlo, pero nos confundimos. Aprovechando que ya estábamos allí fuimos a preguntar por los billetes de tren y nos mandaron a un edificio cercano fuera de la estación donde se tramitaban los billetes internacionales (pinchando aquí veréis la situación de este edificio).

Ulán Bator.

Edificio donde se venden los billetes internacionales

Cuando llegamos, lo que oímos no nos gustó nada. Los trenes a Beijing salían los martes, jueves y sábados y ninguno de esos días nos venía bien. Pero nos hubiera dado igual porque para el martes y el jueves siguiente ya no quedaban plazas y solo teníamos para el sábado día 24, que no nos valía porque llegaríamos a Beijing el domingo después de que saliera nuestro vuelo. Así que tuvimos que buscar un plan B de forma urgente. Estuvimos viendo todas las posibilidades y al final lo que hicimos fue combinar el viaje a Beijing en tren y autobús.

Desde Ulán Bator sale un tren todos los días hasta la ciudad china de Erlian, una ciudad situada en el desierto del Gobi y que linda con la frontera de Mongolia, y una vez allí cogeríamos un bus-cama hasta la capital China. El tren lo reservamos para el lunes día 19 en el edificio oficial porque es el único sitio donde se pueden coger (no lo recuerdo bien pero creo que eran 83€ cada billete), pero el autobús tuvimos que cogerlo en una agencia para que nos los tramitara. No nos complicamos mucho y acabamos metiéndonos en una agencia que se encuentra justo en frente del edificio en el que estábamos. Allí David se encargó de negociar el precio de los billetes de autobús y los conseguimos sacar por 32€ cada uno con la excusa de que no teníamos más dinero (ya lo diré en próximos relatos, pero no merece la pena reservar este autobús), así que ya teníamos resuelto este asunto y nos centramos el resto de la tarde en contratar con alguien la excursión por Mongolia.

Ulán Bator.

Agencia donde cogimos los billetes del bus.

Antes de ir a preguntar por las excursiones que ofrecen los hostales, fuimos a alguna agencia para ver qué precios tenían, pero lo único que sacamos en claro es que ni por asomo lo contrataríamos con ellos. Los precios no bajaban en ningún caso de 800€ por persona unos 6 días… Muchísimos más euros de los que teníamos pensado. Así que nos centramos en visitar algunos albergues a ver qué precios tenían.

Ulán Bator.

Vestimenta típica de Mongolia.

Tampoco miramos en muchos, porque la verdad que nos dimos cuenta rápido que todos ofrecen lo mismo a un precio muy parecido entre ellos, así que nos centramos en las excursiones que ofrecía el hostel Golden Gobi, que además de haber tenido el detalle de habernos acercado a nuestro alojamiento esa mañana, me lo había recomendado personalmente otro viajero aquí en España. Con ellos estuvimos casi toda la tarde noche en el albergue, charlando con otros viajeros y preparándonos la ruta. Como solo teníamos 6 días llegamos a la conclusión de que acercarnos al desierto del Gobi se nos hacía imposible. La única posibilidad que teníamos de bajar al desierto era pegarnos palizas de coche de días enteros sin parar hasta llegar a él y luego separarnos del grupo para coger un autobús de línea que nos dejara de nuevo en Ulán Bator 3 horas antes de salir nuestro tren, por lo que decidimos no arriesgarnos y organizar otra ruta.

Al final, casi a las diez de la noche, llegamos a un acuerdo en una ruta de 6 días por el centro de Mongolia con conductor y guía en “inglés”  (125€ persona todo incluido) donde visitaríamos lo más característico sin separarnos mucho del centro, por lo que a la mañana siguiente comenzaría nuestra particular aventura mongola que tantas ganas teníamos.

Como he dicho antes, es una pena habernos llevado esta mala sensación de Ulán Bator, pero es que fue así. Cierto es que solo ha dado tiempo a llevarnos la primera impresión y que quizás si hubiéramos tenido más días seguro que encontrábamos el encanto que quizá tenga. De Ulán Bator me he traído tan solo 10 fotografías… así como os lo cuento. Todas las que tengo están publicadas en este relato (y alguna más que he añadido indicando la autora para amenizar la lectura) y es que no me vi motivado para sacar la cámara. Todo lo contrario que me pasó con el resto del país donde me las voy a ver negras para seleccionar entre todas las que tengo… pero esto ya será en otro capítulo.

Víctor del Pozo

Etiquetado , , , .Enlace para bookmark : Enlace permanente.

Acerca de Víctor del Pozo

De profesión comercial y desde el 2008 escribiendo mis viajes en este blog. Viajando de forma responsable pero con la ilusión de un niño. Puedes cotillear un poco de mi vida aquí

22 Respuestas a Ulán Bator, o la ciudad que vimos.

  1. Davestraits dice:

    Qué desilusión Ulan Bator, no me la imaginaba de esa forma. Lo de «los niños rata» es estremecedor… aún sigo impactado. ¿No reciben ni un mínimo de atención? No me quiero imaginar como lo deben de pasar en invierno… se me pone la piel de gallina.

    Un saludo!

  2. SI ES UNA PENA….la verdad es que no me atrae nada esa zona y menos después de lo que has contado!!!, que desastre lo de tu muela!!!!!
    un abrazo!!!

  3. Sandra dice:

    Entre que la ciudad se ve fea y que te dolía la muela no me extraña que no tuvieras ánimos para sacar la cámara y hacer fotos. A ver las siguientes etapas!

  4. ¡Menudo dignostico que te dieron! XD

    Lo de Rusia es muy fuerte, pasaron del comunismo a un capitalismo salvaje y las diferencias sociales que hay son abismales. En Moscú y San Petersburgo sobre todo habían muchas señores mayores vendiendo cualquier cosa, pero lo de los niños… es muy fuerte.

  5. Aún no he leído un relato que hable bien de Ulán Bator, todas las fotos que he visto me dan la impresión de que es una ciudad para pasar y salir pitando, aunque la plaza de Sukhbaatar da para un partido de fútbol majo xD

    Deseando ver que tal os fue por ese tour de 6 días y menudos médicos te vieron, suerte que no les dio por decirte que tenías algo aún más grave …

    Saludotes!!!

  6. Anna dice:

    Solamente con ver de primera mano la situación en la que viven los «niños rata» (hasta el nombre es espeluznante) creo que tiene que crear un sentimiento de desánimo que hace que la ciudad no pueda causar ninguna buena impresión de ninguna de las maneras. Pero es lo que tiene viajar, se conocen otras realidades y no siempre son agradables… Entre esto y que hoy he visto el famoso video de KONY 2012 tengo un mal cuerpo…

    Espero remediarlo con futuros posts más positivos!!

    Un abrazo!!

  7. Babyboom dice:

    He flipado con lo de los niños rata, por lo que cuentas es una ciudad a evitar y no me extraña nada que no hayas sacado muchas fotos. No veas qué precios tenían!!! Menos mal que encontrasteis al final el bus y pudisteis llegar al vuelo!!! Un abrazo. 😉

  8. carfot dice:

    Por lo que cuentas y tal y como lo cuentas está claro que es una ciudad a la que no hay que dedicarle mucho tiempo, basta con ver que los niños viven abandonados en las cloacas para evitar este destino y no deprimirte en el viaje. A ver que tal esa ruta por el resto del país.

    Un abrazo !!!

  9. Belén dice:

    Por lo que cuentas de la ciudad, no me gustaría nada visitarla, todo lo que comentas echa para atrás. Lo que tengo ganas de leer es lo de los seis días de viaje por Mongolia, seguro que estuvo genial. Espero que no te cueste mucho elegir las mejores fotos, que como dices tienes muchísimas, pero seguro que al final conseguirás poner las mejores.

    Un abrazo!

  10. Alfonso dice:

    Que buenísimos recuerdos de mi viaje en el transmongoliado … debimos tomar el mismo tren porque yo también pasé de noche por el Baikal y amanecimos en la frontera con Mongolia … en un pueblecito en el que si no recuerdo mal se está como 7 horas esperando a control de pasaportes, registros etc … y … interesante la primera parada en Mongolia (antes de llegar a Ulan-Bator) … donde hay un prueblo dedicado exclusivamente al cambio de divisa … se suben al tren a negociar y todo … 🙂 … genial …

    Gracias por compartirlo.
    Alfonso – http://www.thewotme.com

  11. Victor dice:

    Buenas compañeros! Tampoco hay que llevarse esa impresión de la ciudad… aunque cierto es que con lo que he escrito no se puede hacer otra cosa. He de reconocer que a mi también me habían dicho lo mismo y esa fue la impresión que me dio, pero creo que si se dedica un poco más de tiempo a la ciudad, la sensación puede ser otra… o quizás puede ser peor. La mejor opción es que cada uno la vea con sus propios ojos. De todas formas, de aquí a unos años es muy probable que cambien cosas. Estoy convencido que si vuelvo en un tiempo, me llevé otra sensación.

    Un saludo a todos!

  12. bleid dice:

    La ciudad parece sacada de una pelicula
    realmente da la sensacion de soledad per a la vez atrae la atencion de la gente
    muy buen reportaje
    un abrazo

  13. M.Teresa dice:

    Me quedo con la primera imagen de los gers al lado del río y el jinete montado en su caballo. Respecto a Ulan Bator, vi un reportaje por la tele (me parece que fue Españoles por el Mundo) y ya me causó una gran decepción. Lo de los niños ratas es impactante, así como lo debe ser la cantidad de alcohólicos vagabundos que parece ser malviven en Ulan Bator.
    Esperando también que nos cuentes lo que viviste en Mongolia.

    Un abrazo

  14. Hola tocayo,

    Qué lástima la situación actual de Mongolia, está claro que si con la URSS vivían mal, ahora peor. Más libertades…, pero la situación económica es la que es.

    Vaya narices el médico…hubiese sido mejor preguntar directamente por un dentista en el hostal.

    Un abrazo.

  15. cagnamon dice:

    Hola, quería comentarte que he elegido tu blog como ganador del Premio Liebster, es un reconocimiento que se reparte entre bloggers. Espero que te haga ilusión. En mi blog encontraras más detalles.

    Un saludo!

  16. Mimaletayyo dice:

    Creo que yo tampoco he leído nada bueno de Ulan Bator… y lo de los niños no tiene nombre.
    Espero que después la visión del país cambiara, porque ¡menudo comienzo!
    Un saludo 😉

  17. moonflower dice:

    Victor, que ganas tenía ya de que llegárais a Mongolia!

    Como M. Teresa, me quedo con la primera imagen de los gers al lado del río y el jinete montando a caballo, como si os diera la bienvenida. Me he emocionado imaginándomelo!

    Lo de los «niños rata» es tremendamente terrible!

    Creo que no he oído a nadie hablar bien de Ulán Bator, pero bueno, son esos lugares difíciles de eludir si pretendes ir a otros no?

    Estoy deseando que empieces ya a contarnos el resto del viaje por Mongolia!

    Por cierto, me he reído un rato con tu imagen con la masacarilla saliendo del hospital! jajaja

    un abrazo

  18. Lucia dice:

    Hola, mi nombre es Lucia y les escribo desde Buenos Aires, Argentina. Soy productora de un programa de televisión llamado MDQ Para todo el Mundo (www.mdq.com) , que se emite en todo nuestro país por Canal 13 ARTEAR, y también en Uruguay, Chile, España y varios países más. En nuestro programa se narran las historias mas divertidas, exóticas y alocadas de los viajes de los hermanos Eugenio y Sebastian Weinbaum. Ellos viajan por distintas partes del mundo y graban los rituales más extraños y hacen todo tipo de deportes extremos.
    Me contacto con ustedes porque queremos viajar a Mongolia y conocer a los niños rata… queríamos saber si ustedes nos podrían pasar alguna info o algún contacto para poder grabarlos, creen que sera posible ya que ustedes estuvieron allí???
    Espero novedades
    Muchas gracias por su tiempo
    Saludos
    Lucia

    • Víctor del Pozo dice:

      Hola Lucia! Pues la verdad es que nosotros no los vimos. Yo sabía de su historia pero allí no fuimos con la intención de verlos. Además estuvimos muy poco tiempo en la ciudad. Yo tengo una amiga con un blog también y ella estuvo bastantes días en la ciudad. Quizás ella te pueda ayudar más que yo. Ella se llama Carmen y en su blog habla de la ciudad aquí (http://trajinandoporelmundo.com/once-dias-en-ulaan-baatar/). En su blog también encontrarás su contacto para poder mandarla un mensaje, pero ahora se encuentra en India y quizás tarde en contestarte.

      Un saludo.

  19. Ines Puente dice:

    Soy Venezolana, emigre de mi pais que cayo en un comunismo que esta haciendo a la gente comer de la basura y sumirse en una supervivencia diaria, estoy viviendo en Ulaan baatar desde hace 3 meses he visto lugares hermosos, tambien pobreza como cualquier pais en desarrollo que entra en el capitalismo q apenas hace 20 anos y sale del comunismo que lo empobrecio, he conocido y me he encontrado con gente hermosa, educada y noble, los mongoles son personas agradables, honestas, de almas nobles he visto pobreza, no he visto los «ninos ratas» eso no quiere decir que no existan, tambien se que hay «ninos ratas» en China y otros paises, para mi es un pais bello, para mi decir que lo mas feo Ulan baatar son esos «ninos ratas» no es una valoracion justa tendria que enumerar a cada pais donde viven la gente pobre y marginal de las alcantarillas, aunque eso es lo peor, creo que es un problema de desigualdades sociales,que los gobiernos y la empresa privada junto con las sociedades no logran resolver, eso son males de las ciudades en general, por eso desagradable realmente aparte de la pobreza que es comun en el mundo de Ulan batar es la polucion.

    • Víctor dice:

      Buenas Ines. Agradezco tu extenso comentario dándonos tu opinión. No sé si no me has entendido, pero en ningún momento he dicho que lo más feo de la ciudad sean los llamados niños rata. Yo no vi ninguno, pero me pareció una historia destacable para complementar esta entrada en el blog. En la ciudad pasé apenas dos días, y otra semana haciendo una ruta por el centro del país, y desde luego no tengo más que buenos comentarios para la gente con la que nos cruzamos. Siento que hayas entendido así esta parte del artículo y como te he dicho al principio, agradezco tu comentario.

      Un saludo!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *