Preparando el viaje en España me di cuenta que nos habíamos metido mucha tralla hasta esta parte del recorrido, con vuelos, trenes y ciudades tan interesantes como Varanasi, Delhi o Jaipur, por lo que pensé meter alguna etapa más relajada y poder descansar un poco y relajarnos. La ciudad por la que opté fue Udaipur por varios motivos, como por ejemplo estar cercano el templo de Ranakpur al que quería visitar, tener un palacio que por lo que decía la gente era muy bonito y sobre todo porque había leído que era un lugar muy tranquilo para dedicarle 1 o 2 días. Sacrificada quedó la ciudad de Jaisalmer a la que también quería visitar, pero había que elegir y opté por Udaipur.
Llegamos a Udaipur tras una noche en tren sin ninguna novedad (8 de Junio 2010) y cogimos un tuk tuk para desplazarnos al primer hotel que habíamos mirado en tripadvisor el día anterior. Buscábamos un hotel tranquilo con baño en el interior y que no saliera muy caro y el Jaiwana Haveli junto al lago Pichola cumplía en principio esos requisitos. Ya de camino hacia el hotel pudimos ver que esta ciudad, pese a no ser pequeña, guarda en su interior un casco antiguo muy tranquilo. En el hotel nos enseñaron la habitación y negociamos con ellos hasta que nos la dejaron por 20€, así que no miramos en ningún sitio más y nos instalamos. El cansancio en el cuerpo ya nos estaba pasando factura y decidimos pegarnos una ducha y descansar algo en el hotel antes de salir a patearnos la zona. Las vistas desde el hotel hacia el lago Pichola nos descubrieron que este se encontraba prácticamente vacío, salvo algún que otro charco donde la gente se bañaba y otro tramo posiblemente artificial para trasladar de orilla a orilla a los huéspedes del hotel-palacio Taj Lake que se encuentra justo en el centro del lago.
Paseando por Udaipur
Tras descansar una horita en el hotel salimos a eso de las 8 de la mañana a pasear por el casco antiguo sin un rumbo fijo. Lo primero que nos llamó la atención fue la poca gente que había por la calle y la extrema limpieza de sus calles donde todavía recuerdo el olor a jabón tan raro de percibir en India. Había gente barriendo y fregando las calles y no daba la sensación de estar en la India que nosotros habíamos conocido hasta ese momento.
El primer lugar con el que topamos fue el templo de Jagdish aupado en una plataforma en el año 1651 cuando lo mandó construir el Maharana Jagat Sing. El templo está dedicado al Dios Vishnu y contiene en su interior una imagen de este en piedra negra a la que veneran con cánticos. En el santuario principal nos invitaron a mover incienso en frente del Dios a cambio de un donativo y participamos amablemente. Pero lo más llamativo de este templo es su exterior, con una altura que es capaz de dominar el cielo de Udaipur y unos relieves de figuras humanas y animales con detalles bien cuidados.
Salimos de nuevo por la puerta principal flanqueada por dos elefantes y fuimos a explorar un poco más esta ciudad que sorprendentemente aún estaba despertando. Los comercios se encontraban cerrados y por las calles rara vez nos cruzábamos con un rickshaw. En cierto modo, esta parte de la ciudad me recordaba a los pueblos andaluces, con cuestas por todos lados, casas blancas y calles estrechas, pero esa visión desaparecía cuando en cualquier esquina nos encontrábamos de nuevo a dos vacas durmiendo plácidamente en el suelo.
Andando llegamos hasta la puerta del palacio de la ciudad, pero al intentar entrar nos dimos cuenta que esta era la parte donde vive actualmente el “rey” y evidentemente no se podía pasar. Viéndolo en el mapa vimos que la entrada para visitar el palacio se encontraba muy cerca del anterior templo y hacia allí fuimos tranquilamente, parando antes en el bar de lotto recomendado por la guía a desayunar algo, pero no resultó ser nada del otro mundo.
En la puerta de entrada adquirimos los billetes y un chaval joven nos sugirió ser nuestro guía. Con un precio oficial que no me acuerdo ya (que mala memoria leche!) le contratamos y con él accedimos al interior. Una vez dentro se tenía que pagar por meter la cámara y cometí el error de decidir por esta vez dejar la cámara fuera y poder atender bien al guía (Ahora visto el palacio diría que también es interesante meter la cámara).
La estructura de este palacio hoy en día es la suma de aportaciones que ha ido recibiendo de diferentes Maharanas (que no Maharajás), hasta llegar a ser el conjunto palaciego más grande de Rajasthan. Iniciado por el Maharana fundador de la ciudad Udai Singh, hoy este palacio sirve de museo donde se pueden ver las diferentes salas, galerías o terrazas desde las cuales se obtienen unas vistas de la ciudad y especialmente del lago Pichola espléndido, si hubiera tenido agua…
Visto desde abajo, esta mole de granito y mármol se ve imponente y nos imaginábamos llegar hasta aquí montados en un elefante como lo hacían en épocas anteriores.
En el patio en el que nos encontrábamos, justo antes de entrar, se celebraban torneos de lucha reales con elefantes y tampoco hace mucho de esto ya que la última fue tan solo hace 15 años. En el interior te puedes entretener observando miles de detalles como azulejos, objetos de plata, curiosidades como la disposición de sus pasillos en zigzag para evitar un ataque sorpresa del enemigo o cualquiera de los patios por los que vas pasando con infinidad de historietas y cotilleos de los Maharanas. Pero a mí me gustaron particularmente los cuadros expuestos en algunas salas representando desfiles, cacerías o la vida cotidiana de los Maharanas, pintados en miniatura pese a que las dimensiones del lienzo son considerables. Es curioso como representan alguna escena en la que estás viendo por ejemplo a 3 hombres y 3 tigres pero realmente solo son uno de cada, ya que lo que hacían era una reproducción de la caza y dibujaban varios movimientos de los personajes.
Con el buen sabor de boca de este palacio nos fuimos a pasear por las calles de Udaipur. A esas horas ya todo estaba abierto y el ajetreo en la calle era mayor, pero aun así era todo mucho más tranquilo que cualquier ciudad que habíamos visitado. Nos zambullimos en un mercado callejero de frutas y nos cruzamos en alguna ocasión con elefantes en las calles.
Rodeando el casco antiguo vimos un restaurante y decidimos pasar a comer. Era una segunda planta de un local y en el suelo tenía unos colchones para tirarte y relajarte. Las pinturas de las paredes estaban dedicadas a dioses hindús y una mesa de billar ocupaba el centro del local. Nos pedimos unos macarrones gratinados que estaban tremendos y después nos quedamos allí tirados un rato.
Por la tarde fuimos a pasear por el lago Pichola y nunca mejor dicho, ya que con lo seco que estaba se podía cruzar sin ningún problema salvo por un poco de barro. En el centro se encuentra el hotel Taj Lake de precios intocables para nuestros bolsillos pero no para famosos que se han hospedado aquí como Madonna. La exclusividad de este hotel es tal, que te pueden ir a recoger en un flamante Rolls Royce y mantienen una parte del lago siempre con agua para poder trasladar en barco a sus clientes a la ciudad. Un guarda de seguridad o militar, la verdad que no sabía muy bien que era, vigilaba en una carpa pequeñita para que no pasáramos más de donde él estaba… y mejor no probar suerte.
Estuvimos toda la tarde deambulando por las calles y decidimos ir al hotel a tomarnos una cerveza en su terraza. Desde allí la puesta de sol se veía espléndida y cerca se oía música india. Vimos que hacían un espectáculo en un local cercano. Si al día siguiente podíamos, iríamos a verlo, pero este día la verdad que no nos apetecía hacer nada más. Estábamos más perros que Niebla y nos fuimos al aire acondicionado del hotel para ver que podíamos hacer al día siguiente, que realmente no teníamos ni idea e incluso pensamos en adelantar nuestra salida de Udaipur para dirigirnos a Jaisalmer, pero viéndolo bien era mucha paliza para los pocos días que quedaban y muy mala comunicación. Tras cenar en el mismo local que comimos, nos fuimos a acostar.
El día que más tarde nos levantamos (9 de Junio 2010), sin móviles que nos avisaran y despertaran de nuestros sueños felices en India. Esa noche habíamos descansado muy bien y el día se pronosticaba tranquilo, relajado. Nos fuimos a desayunar donde ya nos conocían y luego a pasear por la ciudad, esta vez sin cámaras de ningún tipo.
Pantalón, camiseta, zapatillas y la guía era lo único que queríamos. Decidimos ir andando hasta los jardines Sajjan Niwas y tuvimos que preguntar varias veces para llegar pese a que en el plano ponía que era “to recto”. Allí tenía pensado ver una exposición de coches clásicos en una especie de museo privado, pero cuando llegamos lo que vi no era nada del otro mundo. Está situado como en el interior de un hotel y los coches, no más de 10 o 12, se encontraban tras unos cristales. La entrada costaba unas 150 rupias y lo único que te hacían era guiarte por cada uno explicando la historia pero en inglés, por lo que no nos íbamos a enterar de nada, así que según entramos salimos. Nos fuimos a pasear al interior de los jardines Sajjan Niwas donde podías encontrar paz y silencio, pero el cuidado que tenía el césped dejaba mucho que desear. Las vías de un tren infantil parecían estar allí desde el año cero y vimos familias que paseaban todos juntos para dirigirse al zoo que hay al fondo. Nosotros simplemente caminamos y nos sentamos en los bancos mientras que la gente nos miraba y los perros se nos acercaban. Nos tomamos una bebida en un bar cercano, el único bar decente que he visto en India y que nos refrescó de los 40 grados que teníamos en la calle.
Mirando la guía decidimos ir a ver un lugar que parecía estar interesante, un lugar que se definía como “pueblo de artesanos” llamado Shilp Gram.
Fuimos hacia el hotel a coger las cámaras y en un autorickshaw nos fuimos hacía allí. Cuando llegamos nos dimos cuenta que no era lo que pensábamos, que no era un pueblo si no una especie de parque temático. La entrada era barata (30INR y la cámara de fotos 30INR) y ya que estábamos allí entramos y le dijimos al taxista que nos esperara para llevarnos de vuelta. En principio esto debería de ser un lugar donde se hacen demostraciones de artistas y artesanos tradicionales de varias regiones de India al igual que puedes ver diferentes tipos de casas de distintas zonas. Pero lo que vimos no tiene nombre y no me atrevo a dar un calificativo.
De todos los puestos que había, solo 2 o 3 estaban ocupados con su artesano tirado en el suelo durmiendo, que cuando nos veía se sorprendía tanto que tardaba en reaccionar para vendernos algo. Hay un teatro donde supuestamente se hacen espectáculos programados, pero creerme que esto estaba más desértico que el Sahara. Un camello atado era lo que más vivo parecía estar y decidimos no perder mucho más tiempo allí. Nos fuimos cagando leches a comer algo a la ciudad y a buscar un taxi para quedar el día siguiente e ir a Ranakpur y Jodhpur.
Por la tarde paseamos tranquilos por el casco antiguo y contratamos el taxi que nos llevaría al día siguiente hasta Jodhpur por 2600 rupias parando en los templos de Ranakpur. Muy cerca del hotel coincidimos con cuatro españoles que también se acababan de conocer y que viajaban por Asía durante un tiempo prolongado. Apareció el dueño del hostel donde estaban hospedados los chicos y quiso que pasáramos a su casa a tomar un chai y a charlar. Accedimos gustosamente y ya en el interior empezamos con los chais y acabamos con la cerveza entre charla y charla. En cuestión de 1 hora habíamos recorrido el mundo entero contando aventuras. Un momento agradable que se nos pasó volando he hizo que no nos diéramos cuenta de la hora que era y el espectáculo de danza que oímos el día anterior, hoy ya estaba a punto de acabar.
Caminando hacia el hotel nos saludó un chico en español. Era indio pero se defendía muy bien con nuestro idioma. Nos propuso llevarnos a varios puntos turísticos de la ciudad pero le dijimos que ya estaba anocheciendo y que no podríamos ver nada, pero aceptamos su segunda propuesta de ir al lago Fateh Sagar. Pidió el autorickshaw a su amigo y nos fuimos con él. No tenía novia, pero sabía muy bien que el lugar al que íbamos era elegido por parejas para pasear o sentarse a charlar. Familias enteras también elegían este lugar para andar y aprovechar el viento fresco que levanta la poca agua de Lago. Aquél lugar estaba lleno de gente y de motos. Muchos puestos juntos vendían comida rápida y Pepsi, pero de momento no cenamos y nos paramos los tres junto al lago a sentarnos en el muro. En el centro del agua por lo visto hay un observatorio solar que a esas horas ya no se veía, pero si se divisaba desde allí la fortaleza de Sajangarh iluminada en lo alto de una montaña. Tras un rato le dijimos al chico que nos quedaríamos allí más tiempo y él se fue, dejándonos allí como unos más. Esto parecía la zona de marcha de cualquier paseo marítimo de España, solo que se veía el otro lado del agua. Compramos algo de comer y beber y nos lo tomamos tranquilamente hasta que decidimos que ya era hora de ir al hotel a descansar. Al día siguiente saldríamos temprano hacia los templos de Ranakpur y luego a la última ciudad de nuestra ruta antes de llegar a Delhi, Jodhpur.
Los increibles templos de Ranakpur
Nos levantamos temprano y avanzamos en nuestro viaje atravesando pequeños pueblos y carreteras suicidas. La autopista por la que circulábamos parecía ser nueva pero parte de ella estaba en obra y sin señalización. Nuestro taxista decidía meterse en dirección contraria. Cuando le apetezca a nuestro conductor moriremos o seguiremos hacia Ranakpur. Gracias a dios fue la segunda opción y en poco más de hora y media llegamos a nuestro primer destino.
Entre montañas se esconde un increíble templo dedicado a Adinath perteneciente a la religión Jainista, una religión que trata a todo ser vivo por igual al creer que todos tienen alma, desde una persona hasta una simple hormiga. Pero te interese la religión o no te importe nada, si en vuestra ruta por India pasáis cerca de este lugar, no dudéis en acercaros.
Ya solo su tamaño impone, siendo este el templo más grande en India de dicha religión. Al acercarte a él se te vuelven los ojos del revés porque no sabes dónde mirar. Está construido en mármol y cada centímetro de sus paredes, columnas o cúpulas está decorado hasta el infinito. ¡Cada una de sus 1444 columnas son totalmente distintas!
Elefantes en mármol permanecen eternos siendo fotografiados por todos los que estábamos allí. Es increíble como brilla el mármol por el sol dando tonos azulados y por las partes sombreadas se mantiene un tono ocre que resalta más la infinidad de detalles. En la entrada del mismo nos percatamos de una decoración subida de tono representando las posturas del kamasutra. Por último nos dimos un paseo rodeándole y viendo sus terrazas desde fuera.
Alrededor de él hay más templos jainistas al que dedicamos un rato a verlos y sin más dilaciones nos fuimos de nuevo al coche para partir hacia Jodphur.
Madre mía! Si q os ha cundido vuestro viaje!! No sólo por lo q cuentas, sino también por las fotos, no se parece mucho esta parte del viaje a lo que has escrito anteriormente sobre India…
Saludos
Buenas!
Menudo tute que os distéis de viaje! Pero es que todo parece tan interesante que lo duro tiene que ser decidir que no visitar. Ya tengo ganas de leer la entrada de Jodhpur! ^^
¡¡ Madre Mía ¡¡ :
Sois viajeros arriesgados de llegar a sitios recónditos , muy bonito todo lo que se ve . ¿ Qué es lo que más Os ha gustado?
Saludos
Hola tocayo!
Estamos en Varanasi y acabamos de presenciar la puja. Todo va bien.Aunque todo es una locura!!
Un fuerte abrazo.
Buenas Victor!
Finalmente, las fiestas de mi pueblo terminaron y ahora ya me he vuelto a poner con tus relatos.
Me ha encantado este último templo, el de Ranakpur. Qué pasada! Y si te soy sincero nunca había oído hablar de él… Habrá que ir jeje!
Otra cosa que me ha gustado mucho del capítulo es el colorido de saris que hay en tus fotos… Qué bonito. Sobretodo me encanta la fotografia en la que hay algunas mujeres sentadas de espalda con sus saris en el templo de Jagdish. Muy bonita jeje!
Pues nada, tu! Voy a leerme el siguiente! Te felicito por tus relatos. Son muy chulos y no se hacen nada pesados.
Un abrazo!
Hola tocayo !!
Te escribimos desde Delhi, en unas horas cogemos el avion.
Ha sido un viaje que es imposible que te deje indiferente, sorprendiendonos para bien y tambien para mal.
Un abrazo desde Delhi.
hola hola. se acuerdan donde contrataron el auto para ir de udaipur a jodhpur pasando por ranakpur? muy bueno el post.gracias.
Buenas Antonella. No recuerdo donde lo contratamos, pero no tendrás problemas en encontrar un conductor. Hay agencias a pie de calle donde puedes ir comparando precios. Además, si se lo preguntas a la gente en la calle, ellos te llevarán a las agencias, eso si, para llevarse una comisión…