Una sátira de Navidad en la Villa de Santa Claus

En nuestro viaje a Laponia que hicimos en marzo de este año no quisimos dejar pasar la oportunidad de hacer una visita a un viejo conocido por todos. Una visita mágica que removió algo en nosotros y nos hizo recordar el pasado. En Laponia vive Santa Claus, y nosotros fuimos a visitarle. Teníamos ganas de hacerlo y para ello, estuvimos practicando una canción con coreografía incluida para dedicársela cuando le viéramos, pero he de decir que al final nos rajamos y no se la hicimos… Sólo os puedo mostrar uno de los vídeos en los que estuvimos practicando… ;P

Nada más poner los pies en la ciudad de Rovaniemi nos dimos cuenta que estábamos cerca de la legendaria figura de Papá Noel y que la navidad, sea diciembre o marzo como fue nuestro caso, está presente durante todo el año en aquél lugar. Las típicas tiendas de souvenir venden postales y figuras del mítico personaje, además de numeroso material navideño para adornar las casas ¡Hasta el hostal donde nos quedamos alojados se llamaba Rudolf! Como veis, muchas cosas en la ciudad hacen referencia a la navidad, pero sobre todo a la historia y leyenda del personaje conocido aquí en Finlandia con el nombre de Joulupukki, Santa Claus.

Se cree que Santa Claus vive en la montaña de Korvatunturi, justo en la frontera entre Finlandia y Rusia al norte del país finés. Hace más de un siglo un viajero merodeó aquella zona y descubrió una pequeña población cuyas casas eran de un tamaño mucho más reducido de lo habitual, del tipo que utiliza IKEA para decorar espacios en sus laberínticas exposiciones. Las plazas, calles y carromatos de aquella aldea eran mucho más pequeños de lo normal y el viajero empezó a sospechar en que algo extraño estaba ocurriendo allí.

Círculo polar ártico

En el círculo polar ártico

En su cuaderno de bitácora señaló la zona, pero por más que miraba su mapa y contrastaba informaciones no encontraba esta población por ninguna parte ¡Se trataba de un pueblo secreto! Además, desde su posición un tanto alejada para no ser descubierto, se pudo dar cuenta que no existía ningún movimiento en las calles. No había nadie y la nieve cubría las casas casi por completo. Se hubiera creído que no vivía nadie allí a no ser porque vio salir humo de alguna chimenea.

Esperó pacientemente para ver si ocurría algo, si salía alguien de su casa, pero nada… Aquel día echaban el último capítulo de «Cuéntame cómo pasó» en su versión ártica y seguramente estarían todos enganchados a la tele absortos del mundo exterior. Le era tan sospechoso todo aquello que no se atrevía a llegar hasta allí. Finalmente decidió quedarse a pasar la noche en una pequeña cueva pensando que por la mañana vería salir a la gente, pero para su sorpresa, no tuvo que esperar tanto tiempo. La serie acabó en su 47 temporada antes de que conciliara el sueño y el gentío de los misteriosos habitantes de aquel pueblo le alertaron.

Salió de la cueva y se quedó perplejo ante lo que vieron sus ojos. El misterioso pueblo que durante el día estaba desértico, por la noche se había convertido en una bulliciosa y alegre aldea. Las calles estaban iluminadas con festivos farolillos y adornadas con guirnaldas de colores mientras que una agradable melodía amenizaba el ir y venir de sus gentes. Pensó que quizá estarían celebrando el final de la serie y viendo aquel ambiente tan alegre se animó a salir de la cueva y dirigirse hasta allí. Según se acercaba a la aldea la melodía que antes no llegaba a escuchar bien comenzó a resultarle familiar. Lo que estaba escuchando eran claramente villancicos ¡Pero no era Navidad!

Cuando el viajero llegó a la aldea quedó muy sorprendido al ver los rasgos de sus habitantes. Aquellas personas tenían una estatura mucho más pequeña de lo normal. Tenían orejas puntiagudas y una nariz redondeada que parecía de gominola ¡Eran unos duendes! Tal fue su asombro al verlos que permaneció parado en medio de aquella calle y provocó la alarma entre los habitantes de la aldea. Casi todos comenzaron a correr hacia sus casas y otros tantos salieron despavoridos hacia una fábrica que se encontraba justo a las afueras de la aldea.

El viajero decidió ir hacia allí para intentar comprender qué es lo que estaba ocurriendo y cuando llegó a las puertas de la fábrica quedó asombrado al leer en un luminoso que se trataba nada más y nada menos que de la fábrica de juguetes de Santa Claus y que además, según ponía en un pequeño cartel, era una franquicia de Toys «R» Us —¿Quién vendría hasta aquí a comprar juguetes? —Pensó.

Emocionado, entró sin hacer mucho ruido en lo que parecía una pequeña nave industrial. A primera instancia pudo ver unas pequeñas oficinas llenas de ordenadores pero sin gente trabajando en ellos, cosa que no le extrañó debido a la situación económica que se estaba viviendo… Una alfombra roja serpenteaba el suelo hasta otra sala mucho más grande donde había un cartel que ponía «Sala de pruebas» y  donde halló infinidad de juguetes. Helicópteros teledirigidos volando, muñecos andando, peluches, Scalextric…  todos ellos en marcha y funcionando perfectamente salvo un pequeño muñeco con peto vaquero que le miraba fijamente sin hacer nada. Era una mezcla entre la película de Toy Story y el Muñeco Diabólico juntos.

Al lado opuesto de ese lugar había una puerta con un cartel donde ponía que estaba prohibido pasar a toda persona ajena a la fábrica salvo que usara casco, así que se creó un casco con piezas de LEGO que vio tiradas por el suelo y se aventuró a traspasar aquella puerta. Cuando la abrió, no llegó a dar ni un paso más porque se quedó paralizado ante lo que vio. Una inmensa cadena de montaje y cientos de aquellos duendecitos parados y mirándole fijamente. Si a esto le sumamos la mirada misteriosa del muñeco con peto vaquero de la sala anterior, la situación era cuanto menos para mosquearse… Uno de ellos se acercó hasta él y se presentó amablemente. En su chapa de identificación pudo leer que era el social media manager de la empresa y lo pudo comprobar rápidamente porque sacó un smartphone y twitteo el momento con foto incluida.

Le cogió de la mano y le llevó a través de los demás duendes hasta un despecho al final de la fábrica donde ponía «el viejo«, y nada más abrir la puerta le vio.

Era Papá Noel en persona y estaba sentado en una silla de madera junto a una mesa repleta de papeles donde aparecían los nombres de millones de niños. Santa Claus se levantó y abrazó efusivamente al viajero.

   — Bienvenido a mi fábrica de juguetes viajero —le saludó Santa Claus—. Aquí es desde donde dirijo y creo todos los juguetes que me piden los niños para regalárselos el día 25 de diciembre. Es un trabajo muy duro, pero con la ayuda de mis duendes y de Toys «R» Us, todo es posible. Y dime viajero… ¿Qué te ha traído por aquí?

   — La curiosidad, Santa Claus —le respondió—. Me encontraba andando por el campo y vi una aldea que no estaba en mi mapa, y tras esperarme todo el día, decidí por la noche venir al reclamo de las luces y música para ver de qué se trataba.

    — Pues has descubierto mi gran secreto. Mi lugar de trabajo y donde paso todo el año preparando los juguetes de los niños —dijo Santa—. Sólo espero que sepas guardar mi secreto y no se lo cuentes a nadie. Gracias a la discreción, nosotros podemos seguir trabajando. Nuestra aldea no aparece en ningún mapa… ni siquiera en Google Maps. Lo he comprobado yo mismo haciendo zoom en la zona. Podrías ver más detalles de Corea del Norte que de este lugar.

El viajero prometió a Santa Claus no desvelar nunca la posición de la aldea y se despidió de todos marchando a través de las montañas igual que había venido. Lo que no sabía Santa Claus es que este viajero se trataba en realidad de un blogger de viajes y que nada más llegar a su casa comenzó a escribir sobre este lugar deshaciendo así la promesa que le hizo a Santa. Incluso en su artículo puso coordenadas de GPS y enlace directo a Google maps, aunque efectivamente no se veía nada allí. A partir de ese momento numerosas agencias de turismo empezaron a organizar blogtrip con numerosos bloggers internacionales para visitar aquella aldea. Utilizaban los hashtag #lafabricadechukyexiste y #rudolfesfamiliadebambi, y gracias a ellos el duende social media manager que siempre estaba mirando las redes sociales pudo alertar a la población y evacuar la zona antes de que llegaran los blogueros. Las casas y la fábrica desaparecieron como por arte de magia y en aquel paraje no quedó nada salvo árboles y un río.

Finalmente, dada la presión con la que vivía Santa Claus todos los días para no ser descubierto su nuevo escondite secreto, decidió crear una especie de parque temático en una zona bien comunicada en la que pudiera llegar todo el mundo y así seguir manteniendo en secreto su nueva residencia.

Este lugar se encuentra muy cerquita de Rovaniemi, a unos 10 kilómetros por la carretera que va hacia el aeropuerto, y allí ha organizado todo prácticamente igual que en su aldea de Korvatunturi, pero con alguna tienda más… Dentro de esta Villa de Santa Claus podremos disfrutar de la navidad en cualquier fecha del año ya que no cierra ningún día y la entrada además es gratuita para todo el mundo. Podremos ver sus renos, comer en algún restaurante, pasear o tirarnos en toboganes de hielo, aunque algunas de estas atracciones sí que tienen coste.

¡Ah! Y también podemos aprovechar para mandar una postal a nuestros seres queridos con el sello original de la casa de Santa Claus, un recuerdo que los más peques estarán encantados de recibir.

Pero el momento más esperado por todos se encuentra en la casa más grande del recinto. En esa casa que en su tejado podemos leer. Santa is here. Y efectivamente, Santa Claus está allí todos los días para recibir a los miles de visitantes que tiene durante todo el año y además ha tenido la gentileza de no cobrar ninguna entrada para hacerlo.

Llegar hasta él supone un momento muy emocionante, y verle sentado esperándote mucho más. Charlamos con él un buen rato gracias a que habla un poco español y estuvimos pidiéndole regalos para nosotros y nuestros sobrinos diciéndole que nos habíamos portado muy bien durante todo el año. Sólo hubo una cosa que no me gustó mucho, y es que cuando le dije que era bloguero de viajes, me miró raro y marcó con un asterisco todos mis regalos… La verdad, no sé si fue buena idea decírselo, pero yo tengo la esperanza de que me llegue aunque sea algo de lo que pedí.

Y esta ha sido mi parodia de lo que es la leyenda de Santa Claus y el momento que fuimos a visitarle a primeros de este año. Parte de ella es real y parte ficticia… pero no sabría decir cuál. Lo que si tengo claro es que Santa Claus existe porque me senté junto a él, hablé con él y si recibo aunque sea uno de los regalos, ya me puedo dar con un canto en los dientes.

¡Feliz Navidad a todos!

Victor del Pozo

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Acerca de Víctor del Pozo

De profesión comercial y desde el 2008 escribiendo mis viajes en este blog. Viajando de forma responsable pero con la ilusión de un niño. Puedes cotillear un poco de mi vida aquí

20 Respuestas a Una sátira de Navidad en la Villa de Santa Claus

  1. Eva dice:

    Que gran historia!!!!! Volveremos con Vera, esta vez para que lo pueda conocer. Besos.

  2. Helena dice:

    Jajaja… ¡qué buena la historieta! Aunque de la entrada lo que me ha impactado ha sido el baile inicial de Eva, ¡brutal!
    ¡Sois unos cracks!
    Por cierto me ha parecido muy chulo lo de poder mandar postales desde allí.
    Un saludo 😉

    • Víctor del Pozo dice:

      Si es que se nos va la pinza a veces jejejejeje…

      Nosotros enviamos las postales para que las recibieran en ese momento… pero está genial poder recibirlas en Navidad, la verdad.

      Un saludo!

  3. Babyboom dice:

    Genial, eres un crack!!! Como me he podido reír tanto con tu historia con el vídeo, oye, Eva lo hace muy bien y vosotros dos por detrás bailando es un puntazo!!! Seguro que te trae todo lo que has pedido, en el fondo has sido bueno!!! Me muero por visitar la casa de Papá Noel!!!! Un abrazo!!! 😉

    • Víctor del Pozo dice:

      El video en un principio iba a ser algo privado, que además iba dedicado a unas amigas de Eva que cantaban eso en plan coña jajajajaja… pero mira por donde, al final de privado no tiene nada jejeje.

  4. Artabria dice:

    Una visita increíble. Muy bueno el vídeo del baile, lástima que nos os atrevierais a hacérselo a Santa jeje

    • Víctor del Pozo dice:

      Jajajaja Verónica… Al final nos rajamos. Es que tener delante a un tío de casi dos metros vestido de Papá Noel, impone.

      Un abrazo!

  5. Que divertido!!! Y me has regalado un momento feliz: Santa Claus existe 😉

    • Víctor del Pozo dice:

      Por supuesto que existe! Yo creía que no, pero viendo todo el tinglado que tienen allí no me cabe la menor duda de que si existe…

      Me alegro haberte sacado una sonrisa!!!

      Un abrazo!

  6. M.C. dice:

    Qué buena la historia!! jejejeje Pero entonces es o no es gratis la visita???

    • Víctor del Pozo dice:

      Si si… La entrada es gratuita, incluso para verle a él. Lo que cuesta es la foto si te la quieres llevar… Son unos 20 euros y nosotros como éramos cuatro la cogimos. Además hay algunas actividades como toboganes con flotadores y algunas cosas más que si que tienen un coste. Pero ir allí y sentarte junto a Santa es totalmente gratuito.

      En verano también hay un pequeño parque de atracciones que se ve por la carretera al llegar, aunque no tengo ni idea de cuanto costará eso.

  7. Carmen dice:

    Me gusta más esta parodia que la leyenda de verdad!!! Pero la mejor parte se la lleva Eva. Qué arte por dios! Lo único que me echa para atrás es el frío, pero todo sea por hacerse una foto con Papá Noel, ver a los renos y, quizás, tirarme por los toboganes de hielo… aunque esto último no lo tengo muy claro XDD

    Un fuerte abrazo a los tres y Felices Fiestas!

  8. Sele dice:

    Aunque ya vi el vídeo en primicia, me sigo desconojando desde aquí. Qué grandes sois jejej

    Sin duda ha sido un buen año, ¿verdad parejita? Os deseo todo lo mejor y que pasemos muchos momentos juntos en 2014.

    Se os quiere!

    Sele

  9. M.Teresa dice:

    Nosotros fuimos un mes de junio, cuando el sol no se esconde, los bosques están preciosos, la gente sale a recoger frutos silvestres y puedes remar en los lagos … pero Santa Claus allí estaba, en su casa.
    Nos queda pendiente hacer una escapadita en invierno, debe ser precioso y poder ver auroras boreales sería ya lo más!.

    Un abrazo

  10. RUTH SORIANO dice:

    papanoel es diabolco

  11. RUTH SORIANO dice:

    papanoel es diabolico

  12. Pingback: ¡Feliz Navidad! ¡Descubrimos dónde estaremos en fin de año! – La Próxima Parada

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