Nos alejamos de Lauterbrunnen con el GPS indicándonos que llegaríamos a Berna en apenas 45 minutos. Aquí os cuento qué ver en Berna en un día.
Las calles aledañas al hotel que teníamos reservado en Berna se encontraban en obras y con numerosos cortes, pero no nos resultó difícil localizar la mole de ladrillo blanco donde dormiríamos esa noche. No queríamos perder mucho tiempo y según nos cogieron nota en la recepción, subimos a la habitación a dejar las cosas y salimos escopetados por la puerta. Desde el hotel (ubicado justo al lado del recinto ferial) tan solo teníamos unos 700 metros hasta llegar a Rosengarten, el parque desde donde podríamos tener las mejores vistas de la ciudad sin lugar a dudas.
Se nota que este parque es un lugar muy querido por los vecinos berneses y que lo utilizan para distenderse y tomar el sol en días como el que nos estaba haciendo, con un sol radiante y una temperatura buenísima. El césped era la alfombra perfecta para pasar un rato con familiares y amigos.
Otros, como nosotros, nos quedamos en el muro con vistas al casco histórico y nos sentamos un rato observando la ciudad. Por culpa de los árboles desde aquí no se podía apreciar perfectamente el meandro del río Aare que arropa a la ciudad, pero con bajar un poco la ladera del parque ya se empezaba a ver el río y algún puente que lo cruzaba.
Qué ver en Berna. Los osos de Berna
Los osos son los vecinos más populares de Berna y es que, quienes no lo sepan, se pueden llevar una sorpresa al encontrarse una familia entera de osos nada más llegar a la ciudad. Justo en la orilla del río Aare, antes de cruzarlo y entrar a la ciudad, se encuentra el Bärengraben, el antiguo foso donde estos animales vivían hacía unos años. Pero hoy en día los han realojado justo al lado en un parque cerrado (Bärenpark) convirtiéndose en la atracción turística más llamativa que ver en Berna.
La ciudad de Berna fue fundada en el siglo XII por el duque Berchtold V y, según cuenta la leyenda, este le puso dicho nombre a la ciudad tras haber vencido a un oso, ya que oso en alemán es Bär. No cabe duda de que este animal está muy presente en la ciudad y se le puede ver estatuado en numerosos edificios de la ciudad e incluso representado en el propio escudo de Berna.
Los osos que nos encontramos tenían por nombre Björk, Berna y Ursina y se encuentran juntos en una parte del parque separados por una valla de otro oso mayor que suponíamos fuera la madre. En ese momento se estaban dando un baño en un estanque que tienen en la parte más baja del parque dándonos envidia a todos los allí presentes.
Por cierto… menuda agilidad que tienen para subir por los árboles. Me sorprendió un montón verles y aprendí que si alguna vez me encuentro con un oso cara a cara, nunca correré para subirme a un árbol. Sin duda el oso llegaría a lo más alto mucho antes de que yo tuviera claro dónde poner el primer pie.
¿Y para bajar qué? Porque subir suben muy bien… pero a la hora de bajar, ¿cómo miran donde ponen las patas para no caerse? La verdad que nos sorprendió casi más la forma de bajar que la de subir. Yo creo que si un bombero lo tiene que hacer, le cuesta más, y si no, mirar el video.
El parque de los osos no hubiera sido posible crearlo sin la ayuda de todo aquél que aportó su dinero para la construcción. Hoy en día, este parque es posible disfrutarlo gracias a todas aquellas personas que no han quedado en el anonimato ya que el paseo que hay en la parte de arriba está compuesto por cientos de adoquines en los que cada uno de ellos lleva el nombre de una de las personas que contribuyeron con sus donaciones —más o menos como un paseo de la fama— en el que cada adoquín valía 100 francos.
Qué ver en Berna. Paseo por el casco histórico.
Pasear por Berna es bien cómodo y agradable. Su arquitectura medieval se conserva espléndidamente y la disposición de las calles es facilísima. Desde el puente de Nydeggbrücke, que da paso al casco histórico, se llega a la calle Gerechtigkeitsgasse… pero como no os vais a quedar en la vida con estos nombres, quedaros con lo siguiente. Según atraviesas el puente… “to recto”. Porque además, según va alargándose la calle, esta se va llamando de distintas maneras pero siempre es la misma.
La calle es inconfundible. Ancha, adoquinada, llena de banderas y con soportales en todos sus edificios (bueno, realmente casi todas son así, pero esta la reconoceréis seguro). Divide la ciudad en dos, por lo que es sencillo ir de un lugar a otro sin perderse. Todo lo que nos rodea a partir de ese momento, la UNESCO lo ha considerado Patrimonio de la Humanidad, así que, vamos a disfrutarlo paseando tranquilamente.
A lo largo de toda la calle principal hay numerosas fuentes con distintos personajes. La dama de la justicia, el sansón, un oso con armadura o el devora niños. Esta última estatua me llamó la atención desde que la vi en la guía, pero al final nos quedamos sin verla. No la pudimos localizar in situ, pero para el que la quiera ver, ahora ya sé dónde está. Y no puede ser más fácil. Justo al lado de la famosa torre del reloj, pero en la calle que sale a la derecha (verla en google maps).
Qué ver en Berna. La torre del reloj
Justo era esta torre la que veíamos al fondo de la calle. De lejos nos parecía pequeña y de cerca confirmamos que lo era.
Tiene de nombre Zytglogge, pero con decir torre del reloj nos vale, porque al final te das cuenta que es imposible aprenderte estos palabros. Dado su reducido tamaño he de decir que me pareció hasta más coqueta. Antiguamente los límites de la ciudad llegaban hasta este punto y esta torre formaba parte de las murallas de protección.
Hoy esta zona es el centro de la ciudad y el ambiente en las calles es bastante animado. La torre del reloj se terminó de construir en el siglo XIII y además de torre vigía también fue usada como prisión de mujeres. Las campanas, relojes y demás adornos que vemos hoy en día fueron añadidos a lo largo de toda su historia. La campana por ejemplo a primeros de siglo XV tras el gran incendio que asoló Berna, y a partir del siglo siguiente se colocó el famoso reloj astronómico y poco a poco se le fueron añadiendo las figuritas que bailotean en cada cambio de hora.
Esta es precisamente la mayor atracción turística del reloj e incluso uno de los imprescindibles que ver en Berna, así que estar allí unos cuatro minutos antes de cada hora y lo podréis ver.
Había bastante gente esperando ese momento y todos con las cámaras esperando a que los hombrecitos y animalitos se pusieran a bailar y a dar su peculiar espectáculo. Tanta era la expectación que me crearon, que cuando fue el momento de empezar el jolgorio, me defraudó por completo. Uno de los muñecos levanta una pierna, el otro mueve el brazo, unos osos giran en un carrusel y todo esto sucedía poco a poco hasta la hora en punto.
Ojito al susto que me doy con la campanita de las narices…
Proseguimos por la calle principal hasta llegar a Bahnhofplatz, una gran plaza abierta donde se encuentran numerosas paradas de autobuses, tranvías y trenes. Lo primero que vimos al entrar a la plaza fue la Iglesia protestante del Espíritu Santo que data de 1720 y justo en frente, hay un enorme centro comercial para poder comer o hacer alguna compra. Para comer ese día teníamos embutido pero nos faltaba pan, así que aprovechamos para comprarlo y también algo de beber. Además, en este centro comercial también se haya una oficina de turismo, así que también entramos para que nos dieran un mapa y nos señalaran algunos lugares y nos dijeran qué ver en Berna.
Qué ver en Berna. Plaza del Parlamento
Los bocatas nos los hicimos en la plaza del Parlamento justo al lado de un tablero de ajedrez gigante donde estaban jugando unas partidas. No habíamos vuelto a ver un ajedrez gigante en la calle desde Zúrich, pero por lo visto, en las grandes ciudades están por muchos parques.
Pero la atracción de esta plaza no era el ajedrez, ni el edificio del parlamento o las numerosas terrazas de los bares donde la gente estaba comiendo. La atracción de este sitio, y sobre todo en días que el sol pega de lo lindo, es el propio suelo de esta enorme plaza. Y es que, como andes despistado por aquí, te puedes ir caladito de agua por culpa de los numeroso chorros que salen del suelo en uno de los lados de la plaza. Un montón de niños y no tan niños estaban jugando a esquivarlos y la verdad que me estaban dando envidia.
Más que nada me estaban provocando. El resultado fue el siguiente…
Seguimos nuestra visita a la ciudad con los estómagos llenos y con menos calor en el cuerpo. El mojarme no estaba en mis planes al principio del día y no tenía ropa para cambiarme, pero con el sol dando de lleno, era cuestión de tiempo que me acabara secando.
Qué ver en Berna. Visitar la casa Albert Einstein
El siguiente lugar que visitaríamos era una petición mía a mis dos compañeras, ya que ellas no tenían ningún interés en ir, pero cedieron gustosamente. No todos los días se puede estar en la casa donde un físico llamado Albert Einstein cambió la forma de ver el universo y dio a la humanidad una teoría que hasta el día de hoy nos hace ver el universo en cuatro dimensiones y con ello, poder entender mejor la fuerza de la gravedad, y al fin y al cabo, el movimiento de los cuerpos, unificando por fin antiguas teorías físicas de Newton y Maxwell. Habiendo leído últimamente libros donde me explicaban, o al menos yo intentaba entender, la teoría de la relatividad, no podía perder la oportunidad de ver la casa donde Einstein le dio a la cabeza para deducir finalmente que E=mc2.
Antes de nada os aviso que si alguien no tiene mayor interés en visitar la casa de Einstein, tampoco se está perdiendo nada del otro mundo ya que la entrada no es cara pero tampoco barata (6 francos, algo más de 5€). La casa se encuentra en el número 49 de la calle principal que corta la ciudad vieja. La entrada está anunciada con unas letras en la fachada y con un simple cartel blanco con la cara de Einstein que puede pasar desapercibida, pero con ir paseando por los soportales (lado derecho según se baja) o llevar un plano de la ciudad, la podréis encontrar fácilmente. Subimos hasta el primer piso y la taquillera nos miró con cara de pocos amigos cuando accedimos al interior sin pagar. Ya desde la entrada se veía que no era gran cosa, pero nosotros al final pagamos.
Es simplemente un salón decorado (según dicen está de origen) con muebles viejos, un sofá y una mesa circular con un mantel de ganchillo y algunas fotografías distribuidas por toda la pared que nos recuerdan momentos de la vida del físico y la verdad que poco más había que ver allí.
En la mesa reposaba un libro donde Einstein escribió algunas ideas y donde se puede ver su propia letra y firma al final del texto. Un poco de ropa de Mileva, su mujer, y una cuna son algunos de los adornos que han puesto en esta habitación de no más de 20 metros cuadrados.
En la segunda planta del edificio, donde creo que no hace falta pagar para poder entrar, hay una sala donde se expone en paneles informativos la vida de Einstein y en alguna vitrina exhiben algún pasaporte, pipas y más bártulos utilizados por él. Si se sabe inglés te puedes tirar un buen rato leyendo, pero como no era nuestro caso, vimos todo por encima y salimos de allí con mi objetivo cumplido de visitar la casa donde Albert Einstein “cambió el universo”.
Qué ver en Berna. Ayuntamiento de la ciudad
Desde la casa de Einstein nos pusimos a andar sin un rumbo fijo por las calles aledañas a la principal. Calles llenas de soportales y casas antiguas conservadas de una forma espléndida, en general como el resto de la ciudad que se encontraba pulcra y perpetua en el tiempo. Nuestros pasos nos llevaron hasta el edificio del ayuntamiento que se encuentra casi a orillas del Aare. Construido a principios del siglo XV, el edificio tiene algunos arcos en la entrada que le delatan su estilo gótico, pero lo que más llama la atención es la doble escalinata y su baranda adornada con tracería y pequeñas estatuas.
Qué ver en Berna. Iglesia de San Pedro y San Pablo
Justo al lado se encuentra la iglesia de San Pedro y San Pablo construida en piedra que parece recién pulida y con una altura considerable gracias a su gran punta rematada con una cruz. Entramos en su interior y nos sorprendió lo bien conservada que estaba (se construyó apenas hace siglo y medio, en 1864). Estábamos solos en la nave principal, pero escuchábamos unos cantos misteriosos como si estuvieran rezando bajo nosotros. No quisimos bajar por las escaleras para comprobar que era porque nos estaba dando “yuyu” y a la salida de la iglesia confirmamos en un cartel que se estaba celebrando un funeral.
Qué ver en Berna. La catedral
Estando frente a esta iglesia caímos en la cuenta de que no habíamos visto todavía la catedral de Berna. Esta se encuentra justo al otro lado del casco antiguo y no nos costó nada llegar a ella ya que tan solo teníamos que seguir rectos esa misma calle y llegaríamos hasta la Münstergasse, que en Alemán quiere decir calle de la catedral. ¿Y a que no sabéis que encontramos allí? Pues efectivamente… la catedral de Berna en todo su esplendor y cerrada de par en par con dos matones a sueldo que protegían la entrada asegurándose de que no entrara nadie. Me imagino que en su interior se estaría celebrando alguna boda privada o algo parecido, pero todos los que andábamos por allí nos tuvimos que conformar con verla por fuera.
Su construcción comenzó en 1421, pero por problemas de construcción y de acontecimientos políticos no se llegó a completar hasta finales del siglo XIX. Desde la plaza, a los pies de la catedral, la torre se levanta 100 metros y su aspecto es sublime (pese a que se encontraba en reformas) otorgándola el record de altura en Suiza en cuanto a edificios religiosos se refiere. Pero lo que más llama la atención sin duda es su portada principal con decenas de figuras policromadas representando el Juicio Final. Lástima de no haber podido entrar.
Junto a la catedral se extienden unos jardines muy animados donde la gente se entretenía jugando a la petanca, los niños con los columpios y otras personas con aspecto sospechoso buscaban clientes a quien venderles su mercancía. Curioso el parque además, porque ocupa justo el lugar que hace tiempo ocupaba el cementerio de la catedral.
Poco tiempo teníamos ya para seguir perdiéndonos por las calles o ver alguna cosa más, así que decidimos salir del casco viejo, esta vez por el otro puente más pequeño y antiguo, y fuimos a despedirnos de los osos hasta más ver.
Que mejor manera de acabar nuestra corta visita a la capital helvética que sentados en el muro del Rosengarten observando la lenta puesta de sol que parecía derretir los tejados de la ciudad vieja fundiéndolos unos con otros mediante tonalidades ocres. Un bonito lugar que puso punto y casi final a nuestra andadura por Suiza.
Al día siguiente seguiríamos visitando lugares de este país, pero acabaríamos ya en territorio francés.
Menuda envidia me estás dando…
Es que me parece todo precioso: los osos, la torre del reloj, la catedral…
Encima os hizo un clima espectacular.
Me iría para allá ahora mismo.
Un saludito 😉
La verdad es que el vídeo de los osos es total, sobre todo por la música, jejejeje. El reloj es una pasada, me ha encantado y el relato en general, como bien dice Helena, dan ganas de hacer la mochila y tirar para allá sin perder un minuto más!!! 😉
Menudo personajillo el oso escalando, desde luego son ágiles los jodios XD
Una visita intensa en solo un día, me ha molado la plaza con los chorros, yo hubiera hecho lo mismo jaja
Saludos!!! Nos vemos mañana 😛
Geniales los osos!!!como subian, como bajaban y muy bueno el que se metió ahí en el hueco del arbol q parecia que se iba a colar en cualquier momento…sin duda un espectáculo…
Pero qué bonito!! Me ha entrado el gusanillo de visitar este país… Solo falta que encuentre una ofertilla de vuelos y allá que me voy!! jejejeje
Y menudo tiempo más bueno os hizo, no? Porque para meterte en la plaza de los chorros, tenía que hacer calorcillo, no?
Saludos
Muy buen reportaje, la verdad que Berna a mi también me encantó, bueno, que voy a decir de un país que me encanta jajaja. Un saludete.
Hola tocayo,
Qué chula la visita a Berna, los osos, el reloj astronómico y esos escaparates con el chocolate…qué rico !!
Un abrazo.
Que encanto de ciudad, el reloj es una pasada!!
Con estas entradas tan completas de Suiza que te estás marcando, creo que todos estamos subiendo de posición este país en nuestra lista de futuros viajes… 🙂
Pues nada chicos… animaros y poner a Suiza como candidata para futuros viajes. La vedad que no hace mucho tiempo me sorprendió algo que me dijeron y es que había gente que se extrañaron cuando les dijimos que nos íbamos a Suiza. La cara que se me quedó era para cuadro… ni que hubiéramos dicho que íbamos a Gaza… Me decían que no era el típico lugar donde la gente se suele ir de vacaciones. Era la primera vez que lo escuchaba sobre Suiza pero luego me he ido dando cuenta que es cierto que hay mucha gente que no la ha visitado todavía… excepto gente como Nandus que no para de ir para allá jejeje…