Fin de semana en Lisboa; visitando el barrio de Belém

Si tuviera que quedarme con una sola cosa que vi en la ciudad de Lisboa, creo que lo tendría claro. Me quedaría sin lugar a dudas con el Monasterio de los Jerónimos. En cuanto supe que iba a ir a Lisboa no dudé en poner este lugar en la primera posición de mi lista de “imprescindibles” a visitar y nada más abrir los ojos este nuevo día y poner los pies en el suelo, esa fue la primera idea que tendríamos en la cabeza.

Qué ver en Lisboa; el monasterio de los Jerónimos

Salimos del hotel y lo primero que hicimos fue ir a la parada de autobús donde paraba el aerobús para sacar el billete que por la tarde utilizaríamos en el traslado al aeropuerto. Con este billete y picándolo en el propio autobús esa misma mañana ya tendríamos cubierto el transporte público por todo el día en Lisboa, pero como no sabíamos a donde se dirigía el autobús, nos bajamos en la siguiente parada. Nuestro destino esa mañana sería la fregesía de Santa María de Belém y para ello cogimos el tranvía número 15 que en un pequeño trayecto nos dejó en las puertas del magnífico monasterio de los Jerónimos.

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

En los inicios del siglo XVI, el Rey Manuel I de Portugal mandó construir el monasterio para celebrar la expansión territorial del país con Vasco da Gama al frente y para ello pidió al arquitecto Diogo Boitaca que realizara tal obra, aunque este fue sucedido rápidamente por Juan de Castillo, que finalmente convertiría este lugar en la joya del manuelino. Y es que detalles no le falta a tal majestuosa construcción de proporciones imponentes. A lo largo de su historia han influido en él algún arquitecto más y su interior ha servido como panteón real, además de lugar de enterramiento de otras personas célebres como Vasco da Gama o diversos poetas.

Para ocupar el monasterio, Don Manuel eligió a los monjes de la Orden de San Jerónimos consiguiendo así una relación privilegiada con la comunidad monástica que se encargaban entre otras cosas de dar apoyo espiritual a los marineros y navegantes que partían desde el puerto cercano en busca de nuevos mundos.

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Lo primero que llama la atención de este lugar es su gran tamaño y la cantidad de detalles que tiene. El pórtico sur de la iglesia presenta una cantidad notoria de santos, inmersos todos ellos en una decoración que hace perderse a la vista. La entrada a la iglesia, un poco más a la izquierda, estaba tapada con unas cortinas y una mujer nos preguntó si estábamos de visita o queríamos asistir a la misa. Una pregunta un poco absurda porque la cámara de fotos me delataba, pero aun así, la dije con tono interesante… “a misa señora… venimos a misa”…

Su interior es vertiginosamente bonito, con bóvedas de crucería que te hechizan y te hacen seguir con la mirada las sensacionales columnas que aguantan el peso de los años. Como nos habían dicho, la misa estaba a punto de comenzar y permanecimos allí por un momento observando el comienzo da los oficios.

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Detrás nuestra descansaban los cuerpos de dos ilustres compatriotas portugueses. Luis Vaz de Camões, uno de los más grandes poetas del país que contaba las hazañas de los navegantes portugueses y en particular de quien tenía al lado en eterno descanso, Vasco da Gama.

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Salimos de la iglesia y nos dirigimos hacia las taquillas que hay para acceder al claustro. Aquí nos dimos cuenta que acertamos de pleno en dejar para el domingo esta visita ya que un cartel ponía en grande que en este día no se cobraría entrada alguna y el paso sería libre. De esta manera accedimos al lugar donde se aislaba la comunidad monástica para la oración y meditación. Se puede ver en fotos, te lo pueden contar o incluso ver un vídeo, pero no tiene nada que ver a como visitarlo en primera persona. Una obra impresionante.

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Cierto es que me pareció más pequeño de lo que me esperaba, pero para nada me defraudó. Una mezcla de signos religiosos y marinos se unen a seres fantásticos por todas partes. Aunque parezca todo el claustro simétrico de un lado a otro, solo hace falta fijarse más en las columnas y arcos para darse cuenta de tal exponencial muestra diversa del manuelino. De aquí para allá íbamos fijándonos en todo, de la primera planta a la segunda y nuevamente a la primera paseando junto a los confesionarios. Realmente no parece un mal sitio para meditar.

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

En la sala capitular descansa el cuerpo del historiador portugués Alejandro Herculano y en el antiguo comedor de los monjes nos encontramos a un grupo de niños cantando.

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

Qué ver en Lisboa. Monasterio de los Jerónimos

El resto de monasterio se encontraba cerrado, como la biblioteca que hubiera sido interesante visitarla, así que nos fuimos hacia el exterior. Pero la voz de una soprano nos hizo volver a meternos dentro de la iglesia y comprobar la excelente acústica del templo.

Qué ver en Lisboa; puerto de Belém

Antiguamente, en la época de los descubridores, el monasterio de los Jerónimos lindaba junto a una playa desde donde salían los barcos en busca de nuevas tierras. Hoy en día esta zona lo forman calles y la hermosa Plaza del Imperio, un jardín que nos llevaría hasta el monumento a los descubridores.

Plaza del Imperio, Belém, Lisboa

Este monumento representa la proa de una carabela de más de 50 metros de altura donde se colocan en fila numerosas personalidades portuguesas que tuvieron algo que ver con aquella gloriosa época. Se comenzó a construir en 1940 de forma temporal como parte de la Exposición del Mundo Portugués, pero su construcción definitiva se llevaría a cabo en 1960 para conmemorar el 500 aniversario de la muerte del Infante Don Henrique, a quien se le puede ver en primer plano del monumento portando una carabela en miniatura.

Monumento a los descubridores, Belém, Lisboa

Monumento a los descubridores, Belém, Lisboa

Bajo nuestros pies y detrás del monumento nos encontramos con una rosa de los vientos que les regaló Sudáfrica compuesta de varios tipos de mármoles. En el centro de la rosa náutica se puede admirar en un planisferio todas las rutas que siguieron los navegantes portugueses en sus numerosas conquistas.

Rosa de los vientos, Belém, Lisboa

Lo raro fue que pese a que se puede subir en lo alto de este monumento, yo que siempre me subo a todo aquello que pueda, decidí no hacerlo y seguimos andando junto al río hasta la torre de Belém. Al igual que en el monasterio de los Jerónimos, un cartel nos avisaba que hoy domingo la entrada era gratuita, así que no pudimos elegir mejor día para venir a Belém.

Torre de Belém, Lisboa

Esta torre de Belém se ha ganado el honor de representar a Lisboa en muchas de las postales que se venden de la ciudad y no es para menos. Fue mandada construir por el rey Don Manuel I en 1514 y sirvió como bastión de defensa en la entrada del Tajo. Antiguamente no estaba tan cerca de la orilla como hoy en día y se encontraba como en un islote en medio del río. La arquitectura manuelina recorre cada uno de sus rincones, pero hay un detalle en la torre que destaca por lo curioso que es. Se trata de la gárgola que representa a Ganda. Este es el nombre de un rinoceronte regalado por el sultán Muzafar II al gobernador de la India portuguesa, Alfonso de Albuquerque. Este decidió mandar el animal al rey Don Manuel I y tras navegación de 120 días desembarcó en Lisboa en el lugar donde se estaba empezando a construir la Torre de Belém. La sorpresa al ver al animal fue mayúscula y rápidamente se corrió la voz por toda Europa que había llegado a estas tierras un animal que no se veía desde el Imperio Romano, un animal considerado criatura legendaria.

Gárgola del rinoceronte Ganda, Torre de Belém, Lisboa

Para mantener la buena relación con el clero, el Rey decidió regalar el animal al Papa León X y hacia Roma lo mandó en una ruta marítima a través del Mediterráneo. El Rey francés que por aquella época era Francisco I, sabiendo que el rinoceronte iba a pasar cerca de Marsella, pidió que hicieran una escala allí para poder verlo y así lo hicieron. Pero la fortuna iba a cambiar radicalmente para el animal una vez que partiera de la ciudad francesa. El barco en el que iba en dirección a Roma naufragó en una sorpresiva tormenta y el pobre rinoceronte, que iba encadenado al barco, no pudo hacer nada salvo ahogarse junto al navío. El cuerpo fue rescatado de las aguas y mandada su piel de vuelta a Lisboa donde Don Manuel mandó rellenar su cuerpo de paja y mandarlo disecado de nuevo a Roma. El paradero actual del animal es un misterio pero lo más seguro que fuera destruido en el saqueo de Roma de 1527.

Cañones defensivo de la torre de Belém, Lisboa

Torre de Belém, Lisboa

Torre de Belém, Lisboa

Paseamos por los entresijos de la torre recorriendo desde los calabozos hasta la planta más alta y desde aquí volvimos a tener unas vistas estupendas del Tajo.

Torre de Belém, Lisboa

Torre de Belém, Lisboa

Puente 25 de abril, Lisboa

Los famoso pasteles de Belém: El dulce por excelencia en Lisboa

El cuerpo nos pedía algo de picar y rápidamente me vino a la mente los famosos pasteles de Belém que tanto éxito tienen (en realidad era una idea en mi cabeza que no me podía quitar…). Descendimos las estrechas escaleras de la torre y salimos al exterior para ir al lugar donde, desde 1837, se estableció una tienda que empezó a comercializar unos pasteles llamados “pastéis de Belém” tras la fama que cogieron en años anteriores.

Pasteles de Belém, Lisboa

Tan buenos elaboraban estos dulces, que casi 200 años después, aún siguen en el mismo lugar y siempre repleto de gente. Por fuera parece una simple tienda, con una barra a un lado donde la gente se apelotona degustando el ansiado bollo, pero quisimos pasar un poco más para ver la fábrica y nos dimos cuenta de la magnitud del local. Al fondo del todo, en un enorme salón, nos sentaron en una mesa y nos preguntaron la típica pregunta de camarero.

“¿Que van a tomar?”-. Y tras ver la carta que tenía delante le solté.
“Yo quiero una porción de esta pizza, otra porción de esta otra, una más de esta que no sé lo que es y…. una más de la de más abajo”.

Efectivamente, nos fuimos hasta el barrio de Belém, y más concretamente a la fábrica de pasteles más famosa de Lisboa… y yo me pedí para comer pizza… ¡y que pizzas! ¡Tremendas! estaban realmente buenas y os recomiendo comer en este lugar porque además no sale nada caro.

Local de los pasteles de Belém, Lisboa

Pero evidentemente no nos íbamos a ir de este sitio sin probar un solo pastel, así que cuando me comí todas las pizzas, cayeron en mi buche unos cinco pasteles, tres míos y dos de Eva que sorprendentemente no le acabaron de convencer. Yo con lo goloso que soy no podía poner fin a la panzada y quería pedir más, pero lo que hice fue encargarles una caja de seis para llevarme a Madrid (evidentemente al día siguiente me los comí todos…).

Pasteles de Belém

Saliendo hacia fuera me quedé observando como fabricaban los pasteles y en el cuaderno que tenía un cocinero pude leer el secreto de la famosa receta… Pero me pidieron por favor que no lo dijera… así que lo siento, pero no puedo decir nada 😛

Fábrica de los pasteles de Belém

Recorriendo Lisboa en su tranvía número 28

Teníamos la tarde encima y decidimos llevarnos el recuerdo de un último paseo en el tranvía número 28. El día anterior ya lo cogimos desde la iglesia de Graça hasta la Baixa y ahora tocaría el otro tramo que nos llevaría hasta la basílica de la estrella.

Recorrido del tranvía número 28 de LisboaPinchar  en el mapa  para acceder a google  maps y verlo  con más detalle

El mítico tranvía recorre las empinadas calles lisboetas sin ningún tipo de problema, y dentro de él, sentados en los asientos acolchados y rodeados de una madera recién barnizada, ascendemos y bajamos colinas hasta la última parada donde nos tuvimos que bajar todos para dejar el vagón vacío.

Tranvía número 28, Lisboa

Tranvía número 28, Lisboa

La Basílica de la Estrella nos la encontramos cerrada, pero rápidamente nos giramos la cabeza y decidimos darnos un paseo por el parque de mismo nombre que se encuentra en frente. Es un bonito jardín lleno de senderos y una vegetación abundante en el que paseamos tranquilamente hasta que decidimos irnos hacía el centro de la ciudad en busca de nuestro hotel.

Jardín de la Estrella, Lisboa

Jardín de la Estrella, Lisboa

Volvimos a coger el tranvía 28 y como aún nos quedaba tiempo, paramos en la plaza de Luís de Camoes para ir andando desde aquí. En esta plaza nos encontramos con una protesta un tanto animada. Un grupo de gente pedía un consumo responsable portando carteles que anunciaban “día sin compras”. A ritmo de samba imaginaros a donde se dirigían. Evidentemente a las puertas de un centro comercial al final de la calle Garret.

Manifestación en Lisboa

Manifestación en Lisboa

Con este animado final dimos por concluida nuestra visita a la capital lusa y nos fuimos al hotel a por la mochila. De vuelta al aeropuerto, las calles ya oscuras de Lisboa nos esperarán para la próxima visita porque han quedado muchas cosas pendientes, pero de momento nos llevamos un muy buen sabor de boca. Es la tercera vez que visito Portugal y cada vez me gusta más, así que seguro que volveremos… que lo tenemos a tiro de piedra.

Victor del Pozo

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Acerca de Víctor del Pozo

De profesión comercial y desde el 2008 escribiendo mis viajes en este blog. Viajando de forma responsable pero con la ilusión de un niño. Puedes cotillear un poco de mi vida aquí

11 Respuestas a Fin de semana en Lisboa; visitando el barrio de Belém

  1. Santi dice:

    mmmmm, que ganas de conocer de nuevo Lisboa, la historia del rinoceronte me ha cautivado!! jejeje. Conozco los Jeronimos por fotos de mis suegros que han estado hace poco, y en la torre de Belem he estado pero no dentro,y por supuesto lo que mas me apetece es subir en tranvia a esos barrios tan chulos de Lisboa. Que grande!! Cuentanos mas. Un abrazo. Santi.

  2. Isabel dice:

    Je, je1! Pues yo de Lisboa me quedo con los pasteles de Belem! :9 Que buenos, la última vez me comí tantos que tuve indigestión un día entero! 😀

    Lástima que no tuvieraís tiempo de visitar Sintra, el castillo da Pena vale mucho la pena! (nunca mejor dicho) XD

    Un beso

  3. M.C. dice:

    Qué suerte que el domingo fuera gratis tanto el claustro como entrar a la torre!!! Aunque yo soy muy golosa, me pasa como a Eva con los pasteis de Belem, no me termina de convencer demasiado. Me resultan un poco empalagoso! jejeje Pero de Lisboa, a mí también lo que más me gusto fue Belem.
    Saludos

  4. M.Teresa dice:

    Veo que está precioso el Monasterio de los Jerónimos!. Nosotros estuvimos hace bastantes años y la piedra estaba sucia y negruzca. Después de una buena limpieza a fondo ha quedado radiante, especialmente el claustro.
    ¡Qué bonita ciudad Lisboa! Tendré que volver … ya no me acuerdo a qué saben los pasteles de Belém.

  5. fran dice:

    Estupendo el monastrio Víctor, debe de ser impresionante. Como todo Lisboa, supongo. Tengo muchas ganas de ir pero esta vez tendría que ser con los niños. No sé no sé, me lo estoy pensando ya que está cerca y todos hablais maravillas de esta ciudad.
    Un saludo.

  6. Dany dice:

    ¡Que pinta tienen esos pasteles! ¡¡Cuéntanos la receta secreta!! jajaja
    Como bien dices lo tenemos a tiro de piedra, a ver si me animo pronto 🙂

  7. Es normal que te gustara el monasterio de los Jerónimos, es un lugar encantador 😀

    En cuanto a lo de subirse en el monumento, soy como tu amigo, por hacerme la foto o simplemente por gusto, me monto en cualquier sitio que sea posible agazaparse, pero cuando estuve era aún «pequeño» y mis padres nada más verme acercarme me lo prohibieron, desde entonces mi relación con ellos no es la misma XDDDD

    Saludos Victor 😉

  8. Victor dice:

    Gracias compañeros por los mensajes! Ando aún más liado este fin de mes en el trabajo, que aunque haya crisis, la gente no a parado de comprar coches… !y que dure¡.

    Ando con la cabeza más «pallá que pa ca» porque me van a confirmar mis vacaciones de semana santa… que ya tengo ganas de prepararme algo… pero no se no donde acabaremos.

    Aunque parezca que está muy parado el blog, realmente estoy realizando algunos artículos de Madrid y escribiendo el fin de semana que pasamos en Londres hace un mes para poder actualizarlo más a menudo.

    Un abrazo a todos!

  9. victor dice:

    Hola tocayo !!

    Qué buenos recuerdos me trae Lisboa, el Monasterio de los Jerónimos, la torre de Belem, el tranvía 28,…
    Yo en semana santa ando super perdido, no encuentro nada que me convenza.
    Un abrazo.

  10. Rosa dice:

    Desde Agosto Lisboa se ha convertido en mi ciudad favorita de las visitadas hasta ahora en Europa. Los pasteles de Belén recién hechos y calentitos ….¡Madre, qué bien sienta!. Yo no entré a los Jerónimos ¡gravísimo error! pero pude disfrutar del Jardín de la Estrella y la Basílica, desde donde cogimos el tranvía 28 para hacer todo el recorrido mientras mi hija pedía y pedía seguir montando, le encanto tanto la ciudad que en su excursión de fin de curso la ha elegido para volver a ir, yo la suplico que me lleve con ella.

    Ciao, hasta la próxima lectura. 😉

  11. Jo dice:

    Bella ciudad. Estuve un domingo . Colas interminables en la torre ,Jerónimos y tienda de pasteles. Agobiante. Solo vi la iglesia esa que tienes fotografiada con el tranvía en frente. Entre 6 personas pagamos 50 € para visitar la ciudad en un motocarro , de los muchisimos que hay. Un medio de transporte que te mueve mejor por todos sitios . Se mete por calles que ni los coches , tranvías ni buses. Te llevan a ver distintos miradores. A mi me gustó. Pero en menos de un día no da tiempo a nada. Pendiente de volver estoy. Me ha enamorado. Y la parada de metro de roccio me impresionó demasiado. Tiene muucho encanto esta ciudad, muy abandonada mmuchas casas pero es por eso que gusta. El azulejo en las fachadas ,los colores de las casas. Lo peor fue la comida , no dimos con buen sitio pero no le resta a la experiencia. El trato buenísimo de la gente. Te hablan español y sino también te entienden. Me quedo con las ganas de volver ,y esta vez para visitar todo y comerme pastelitos de belem

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